jueves, 24 de febrero de 2011

Más de: "¡Música maestro¡"

He hablado varias veces de la música en este blog,
Quiero seguir haciéndolo.

Hace ya tiempo Joni Mitchel compuso una hermosa canción.
En esa hermosa canción Joni Mitchell habla del encuentro que ella tiene en una calle de una gran ciudad cuando, siendo ya una música reputada, valorada y admirada se encuentra con alguien.
Ese alguien es un músico callejero que toca como los ángeles y que lo hace a cambio practicamente de nada, lo hace gratis.
Su reflexión es cómo un preguntarse por qué de esa situación, un músico genial tocando en la calle y ella, que le considera un músico angelical, vive la suerte que él no tiene.
Esta es la letra de la canción:

For free

Anoche dormí en un buen hotel
Me fui de compras hoy a por joyas
El viento soplaba alrededor de la ciudad sucia
Y los niños estaban fuera de  las escuelas
Yo estaba parada en una esquina ruidosa
Esperando el verde para poder seguir caminando
Cruzando la calle se puso de pie
Y tocaba realmente muy bien
Con su clarinete, de forma gratuita

Ahora yo toco por fortunas
Y con cortinas llamadas de terciopelo
Tengo una limusina negra
Y dos señores
Me escoltan en las salas
Y yo toco si usted tiene dinero
O si usted es mi amigo
Pero el hombre de banda
En el stand de comida rápida
Él tocaba realmente muy bien, de forma gratuita

Nadie se detuvo a escucharle
A pesar de que sonaba tan dulce y elevadamente
Ellos sabían que no había estado nunca en su TV
Así fue como la música les pasó por su lado
Quise haberme acercado y  pedirle una canción
Tal vez poner armonía...
Oí su estribillo
Cuando la señal cambió
Él tocaba realmente muy bien, de forma gratuita

Sonaba como un ángel caído
Tocaba como una estrella futura
Tocaba por un sombrero lleno de nada

Esta letra de alguna manera enlaza con este suceso.

Cierto día un músico callejero se situó en la entrada del metro de la estación "L'Enfant Plaza" de Washigton D.C.
El violinista estuvo tocando durante 45 minutos. 

Empezó con Bach, luego el “Ave María” de Schubert, siguió con Manuel Ponce y Massenet y, finalmente, Bach de nuevo.

Eran las 8 de la mañana; la hora punta.


Pasaban cientos de personas frente a él, casi todas camino de sus trabajos.
A los pocos minutos, un hombre de avanzada edad reparó en el músico. Aminoró el paso, se detuvo unos segundos y emprendió de nuevo su camino. Un minuto más tarde, el músico recibió un primer dólar: sin pararse, una mujer lanzó un billete a la caja del violín. Poco después, un individuo se paró unos instantes a escuchar, pero al mirar su reloj, echó a andar de nuevo rápidamente; se le estaba haciendo tarde.
El que le prestó mayor atención fue un niño de unos 4 años. Su madre lo cogió y tiró de él, pero el pequeño seguía escuchando. Finalmente, su madre lo agarró fuertemente y siguieron andando. El niño, mientras caminaba, seguía mirando al músico con la cabeza vuelta.
Durante los 45 minutos que el músico estuvo tocando, tan solo hubo 7 personas que se detuvieron a escucharlo, pero todas muy brevemente.
En total, logró reunir ¡¡32 dólares!!
Nadie miró cuando el músico dejó de tocar.
Nadie le aplaudió.
De entre el millar de personas que pasó por delante de él, nadie lo reconoció.
Nadie notó que el músico era Joshua Bell, uno de los mejores violinistas del mundo.
En los pasillos del metro tocó algunas de las más difíciles partituras que jamás se han escrito, y todo ello… ¡¡con un Stradivarius del 1713 valorado en 3,5 millones de dólares!!
Dos días antes de estos hechos, no quedaban entradas a la venta para su concierto en el teatro de Boston… ¡aunque costaban casi 100 dólares!



Esta actuación de incognito de Joshua Bell en la estación de metro fue organizada por el «Washington Post» para investigar la percepción, el gusto y las prioridades de la gente.
Estas eran las preguntas:

¿Podemos, en un ambiente cotidiano y a una hora inusual, apreciar belleza?
¿Nos pararíamos para apreciarla?
¿Podemos reconocer el talento en un contexto inusual?

Una de las posibles conclusiones del experimento podría ser:


Si no nos detenemos unos segundos a escuchar a uno de los mejores músicos del mundo cuando está tocando una de las más bellas partituras, ¿cuántas otras cosas extraordinarias nos estaremos perdiendo diariamente al no saber apreciarlas?





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