domingo, 16 de marzo de 2014

Todo lo que empieza acaba






Dos veces en mi vida he estado al borde la muerte.
Dos veces, de haber traspasado la delgada línea que hay entre lo que hace que una cosa sea o no sea, suceda o no suceda, yo no estaría aquí.

Las dos veces que viví la experiencia tomé conciencia de lo que podía haber pasado tiempo después. No mucho tiempo después, pero si algún tiempo después.
Quizás haya sido así por el momento del mismo shock.

Sé que yo algún día, como todos en este tiempo y en este mundo, me he de ir de aquí.

Soy de los que pienso que otras veces, no en este tiempo pero si en este mundo, ya me he ido en otras ocasiones del tiempo en el que vivía.

Sin embargo reconozco que aún a pesar de saberlo se me hace difícil pensar que haría, qué diría, qué pensaría cómo actuaría si supiese que he de morir en un plazo determinado de tiempo en este tiempo que aún me queda.

Me lo he imaginado pero siento que no es lo mismo que si, como a otras personas por algún motivo o alguna razón lo saben perfectamente y son conscientes de ello. Saberlo a ciencia cierta es diferente a imaginármelo.


Uno de los ejercicios que propone la PNL es el denominado “Puente a futuro”.

Básicamente consiste en hacer una proyección de futuro en la que nos visualizamos en una determinada situación prestando atención a qué sentiré, qué veré, qué escucharé, etc.
Es una herramienta poderosísima y bien utilizada muy válida.

A veces la he usado, tanto en procesos de coaching así como en reflexiones personales.

A veces hay personas que viven la traumática experiencia de saber que su vida tiene un tiempo límite. Sin embargo yo no consigo adentrarme en la sensación de esa sensación como las personas a las que me refiero.

Cómo cambiaría mi pensamiento, si es que cambiaría.
Qué quisiera hacer que no he hecho.
Cómo me despediría de las personas que conozco y que quiero y amo.

Leía en un libro que un chamán le decía a su discípulo que pensamos poco en esa continúa compañía como es la parca.
Si lo hiciésemos y tomásemos consciencia actuaríamos diferentemente.

Hay dos películas que hablan de ello:

MY LIFE

AHORA O NUNCA

He hablado en varios escritos de este mi blog acerca del gran viaje.
Vuelvo a hablar porque en estos días he pensado de nuevo en ello.

Está bien pensar como dice el chaman del libro que leí porque como decía mi madre, aquí no se queda nadie.

 



domingo, 9 de marzo de 2014

Otra nueva mymineada mía más




Tenemos dos hemisferios cerebrales.

Esos dos hemisferios responden a estímulos diferentes, o mejor expresado estimulan y se estimulan con aspectos opuestos.

El hemisferio izquierdo es calculador, controlador, matemático, reflexivo, deductivo, etc.

El hemisferio derecho es creativo, mágico, intuitivo, espontáneo, te lleva más allá de los límites, etc.

Los dos son necesarios, los dos son complementarios.


Pensaba en ello porque hace pocos días vi este simpático vídeo que muestra lo que ocurre en nuestros dos hemisferios cuando nos enamoramos y muestra, en animación, como inducen e influyen en nuestro comportamiento.


Hace tiempo escribí en este mismo foro de comunicación personal, como lo es mi blog, el hecho de que una moneda tiene dos caras. Sin embargo la cara más importante de una moneda es la tercera es decir el canto, ya que contiene y da forma a las otras dos y sin ella, cara y cruz no podrían existir.

Del mismo modo que la moneda los dos hemisferios del cerebro forman un conjunto.

Hace ya algún tiempo un amigo del alma mía y del alma mía amigo le preguntó a un amigo común que instruía y nos instruía sobre cosas del Cielo y de la Tierra acerca de qué es lo que nos faltaba a los seres humanos para asemejarnos a los Dioses.

Le contestó con un solo vocablo: “Equilibrio


La imagen arquetípica del equilibrio nos viene dada por una balanza con dos platos que mantienen un equilibrio perfecto.
Quizás será por eso que estamos en la tercera dimensión.
Porque dos valores opuestos nos llevan a la comprensión del tercero que es la sintesís, y la totalidad que los engloba.

Todo es dos.
Nuestro ADN lo forman dos filamentos entrelazados.
Nuestro cerebro son dos hemisferios.
Somos en el origen dos sexos.
Nos movemos entre religión y ciencia.
etc.
Será por eso que el número de Dios es el tres.

Nos movemos pues constantemente entre dos valores opuestos y complementarios  que nos llevan a la realización de un tercer aspecto.

Día-noche tiempo, arriba-abajo espacio, frio-calor estado y uno de nuestros objetivos es conseguir llegar al tercero para desarrollar conciencia.

Cuando nos formamos como seres humanos en realidad el proceso además de mágico es magistral.
Lo primero en formarse es el corazón y es como si el cuerpo que lo va a envolver es el mismo corazón que se lo fabrica.

Y una de las cosas que me ha hecho pensar es quizás un guiño de la misma vida.
Si trazásemos una línea perpendicular en el ser humano el corazón está ligeramente más a la izquierda y esa parte del cuerpo humano está regida por el hemisferio del cerebro que es la mágica.

Es como si nos dijésemos a nosotros mismos que la vida nos dice que debemos de encontrar el equilibrio para que nuestra lógica, la que nos ayuda a encontrar el sentido de la vida y a vivir con sentido la vida, que siempre esté impregnada desde la magia.


 …pero como digo y escribo, esto son solo mymineadas mías.

domingo, 2 de marzo de 2014

Algo que es cotidiano



Recientemente me ocurrió algo que me hizo recordar algo que me ocurrió hace tiempo.

Por motivos varios una persona cercana a mí me acompañaba en una jornada laboral, y en ese acompañarme había bastante rato que debíamos ir en vehículo juntos.

Conducía yo y como el tiempo apremiaba iba un poco más rápido de lo que se va cuando el tiempo no es un apremio.



La persona que me acompañaba hizo referencia a que no debía ir acelerado y que debía de ser más pausado.

Le expliqué las motivaciones que me llevaban a ello pero no las aceptó, se mantenía en su punto de vista.

Para mí, que era quién coordinaba la acción profesional y que sabía de los contratiempos que conllevaba no llegar a tiempo de hacer lo que debía hacer su observación, si bien certera, no me parecía adecuada.

Hasta aquí todo normal y todo cotidiano.

En otra ocasión, la misma persona que me hizo la observación y que en esa otra ocasión el apremiado era él quien aceleraba el ritmo fue él y no yo. Me recordé de la observación que tiempo atrás me había hecho.

Haberla recordado no hubiera servido de nada en ese momento.

Hasta aquí todo normal y todo cotidiano.

Lo que todo esto me hizo recordar algo que ocurrió hace tiempo es que a un lama tuve la ocasión de hacerle una pregunta.


Le dije que había observado como muchas personas emplean una parte de su interrelación humana a aconsejar a otros cómo han de hacer o no hacer, y como muchas veces las mismas personas que reciben esas sugerencias a su vez dan esas sugerencias a otras personas.

La respuesta del lama me fascinó.

Simplemente me dijo que sería mejor que las personas en vez de dar sugerencias se cuestionasen a sí mismas sobre cómo podían hacer mejor para ayudar a esas otras personas a las que, dando sus consejos, daban por sentado que estaban errando.

No puedo añadir nada a este comentario porque de por sí mismo es ya muy inspirador y profundo.



Sigo viendo que muchas veces las personas tenemos esa tendencia natural a sugerir a los demás lo que creemos que es mejor y muchas veces en ese pensamiento se encierra liberado un pensamiento de ayudar.


Sin embargo una sugerencia es como un traje o una ropa.
Me la pruebo y si me gusta cómo me queda me la dejo puesta, si no me gusta la dejo.