domingo, 13 de febrero de 2022

Un Mago Genial Capítulo VIII Primeros pasos

CAPITULO VIII

Primeros pasos


Marco estaba esperándonos en el aeropuerto de Orly. Enseguida nos preguntó por la muerte de Jared. Él también le había cogido cariño.

La casa de mi madre era muy grande. Estaba ansiosa esperando a Sami y Selena. Había mucho que preparar. En pocos días teníamos programado un vuelo a Buenos Aires.

Marco y yo nos dirigimos a la empresa. Tenía la intención de despedirme uno a uno de todos los empleados. Algunos, sobre todo los más viejos, lloraban cuando les estreché la mano.

-      Queridos amigos. Tengo que agradecer a Dios que mi padre no está aquí para asistir a este desenlace.

Como Marco os ha dicho la globalización ha cambiado los mercados. Me consta que tanto él como el equipo de dirección han luchado con uñas y dientes para preservar vuestros puestos de trabajo. Algunos, por la edad os jubilaréis. Quiero agradeceros la dedicación fiel y abnegada a esta empresa. Los que seguís, espero que no os falte lo necesario para alimentar a vuestras familias. Tendréis otros jefes y otros directivos, tendréis que tener paciencia. Nosotros éramos una familia, pero el destino nos separa, seguramente para comenzar otros proyectos. Gracias en nombre de mi padre y en el mío propio. El poco tiempo que estuve trabajando con vosotros, me hicisteis más humano, más paciente y más sensibles. Me disteis una lección de respeto y de amistad. Gracias de corazón.

No pude seguir, me entró una tremenda congoja y las lágrimas cayeron furtivas por mi rostro. Marco se adelantó para proseguir.

-      Queridos amigos: Negocié con uñas y dientes para que todos los mandos de la empresa siguieran trabajando, pero no puede conseguirlo. Lo siento. Ahora mismo tenemos un equipo en América estudiando un plan de negocio. Estamos en fase preliminar. Nuestra intención es comenzar un nuevo proyecto y tenemos como proyecto rescatar a cuantos podamos de todos vosotros. Quizás nos lleve tiempo, pero tenéis la promesa de Jean y mía de que intentaremos volver a formar un equipo con todos vosotros.

Gracias, queridos amigos y compañeros.

Me di cuenta entonces que mi hermano Marco era tan sentimental como yo pues no pudo evitar que las lágrimas impregnaran la piel.

No tuve que firmar ningún documento. Marco tenía plenos poderes míos. El dinero estaba ya depositado, libre de impuestos en el Banco Cantonal de Lucerna en Suiza. Mi padre había creado un gran negocio. Marco y yo nos habíamos propuesto invertir todo ese capital en un nuevo proyecto.

El capital mío personal, junto con el de mi madre nos permitía vivir sin problemas el resto de nuestra vida. Pero había hablado con Sami largo y tendido sobre ese tema y tomamos la decisión de asignar una cantidad generosa para la familia de Jared. Mi familia iraní tenía que vivir con la misma dignidad que la mía propia.

Marco ya había gestionado los billetes de Salmán y su familia. Incluso les había transferido una cantidad suficiente para realizar el viaje a Francia y dos días después los billetes a Quebec. En los próximos días yo mismo haría una transferencia al Banco Central de Quebec para que Salmán y los suyos comenzaran sin esfuerzo una nueva vida.

Marco y yo tuvimos una fuerte discusión pues no quería aceptar mi dinero personal. Él tenía lo suficiente para comenzar de nuevo. Pero yo no podía aceptarlo. Marco había trabajado como un loco para que a mi familia le llegara los dividendos de la empresa durante muchos años y debía compensarle. Era como yo, tenía orgullo y la autosuficiencia para él era una forma ética inviolable. Finalmente conseguí convencerle y aceptó mi ayuda, prometiendo que ese dinero lo preservaría para nuestros hijos ¡Era un maravilloso cabezota!

Finalmente hablamos con Patrik el médico de la empresa. En los próximos días iríamos a vacunarnos con las primeras dosis llegadas a Francia. Teníamos que esperar la llegada de Salmán y los suyos, luego nos inyectaría suero salino en vez de aquel veneno y nos extendería la correspondiente certificación. No fue necesario darle explicación alguna, él no estaba a favor de la vacuna y lo haría encantado. Patrik mismo nos facilitó varias cajas de ivermectina, el antiparasitario que destruía al virus sin ningún problema.

Tres días después llegaron nuestra familia mandea. Sami se ocupó de todo. Fue gratificante reunirnos de nuevo. Salmán era extraordinariamente inteligente. Lo primero que hizo fue destruir todo su vestuario. Quitó a las mujeres los maldito velos que cubrían su cabeza y tanto su padre como él se afeitaron la barba, se vistieron al más puro estilo occidental y eliminaron cualquier signo racial que pudiera disminuir su libre tránsito por su nuevo país de acogida. Jared les había enseñado bien. Eran mandeos, pero en el corazón, no en la apariencia.

Marco no quiso atosigarme con el papeleo que enviaba telemáticamente nuestro equipo de Argentina. Mientras tanto yo terminé de leer los documentos y libros que me había asignado Jared. Dedique también tiempo a Sami, que había comenzado a sentir los primeros síntomas de su embarazo y a veces se sentía indispuesta.  Siguiendo las instrucciones de nuestro venerable anciano solo se alimentaba de cereales, verduras y frutas. Nada de carne ni pescado, ni excitantes o picantes. Yo por solidarizarme con ella también me había impuesto el vegetarianismo y ciertamente me sentía cómodo con dicha alimentación.

Salmán partió con los suyos a Canadá. Pasarían meses antes de volver a encontrarnos.

Marco rescató a parte de su antiguo equipo. Se trataba de sondear el mercado de cereales y carne en Europa. La clave no estaba tanto en producir grano o carne sino en venderlo ventajosamente. Jared nos había dicho que en poco tiempo el que produjese comida sería el más rico del mundo. Marco, con una astucia o sexto sentido para el negocio me había mostrado las maniobras de negocio de Bill Gates y otros magnates del petróleo que estaban comprando febrilmente millones de acres de tierra y los mejores acuíferos de América. Jared nos había dicho también que el cambio climático generaría grandes hambrunas, sequías y explotación y que debíamos aislarnos con astucia, vendiendo en Europa lo que producíamos ventajosamente en América.  Según él, el más rico sería en el futuro el que poseyera la tierra.

Un mes después de la muerte de Jared, todavía en Paris, le vi. Vino a mi sueño. Estaba radiante. Su aspecto era más joven. Venía acompañado de dos seres altos, rubios, que vestían un traje plateado ajustado a su cuerpo.

Se pusieron al pie de nuestro lecho. Sami dormía plácidamente. Yo abrí los ojos, los cerré y los volvía a abrir y ellos seguían allí. Estaban rodeados de luz. Luego oí la voz que Jared, pero no abría la boca. Parecía que me hablaba en la cabeza.

-      Reúne a tus hermanos dispersos por el mundo. Tu tiempo ha comenzado.

Aunque era la voz de Jared yo sentía que eran los tres los que emitían a la vez en la misma frecuencia.

Luego se desvanecieron y yo abrí los ojos definitivamente pues ya no pude dormir. Un extraño olor a nardos perfumó nuestra habitación.

En la mañana Marco, su entrañable esposa, Sami y yo, tomamos un avión rumbo a Buenos Aires. Allí nos esperaban nuestro pequeño equipo de trabajo. Durante dos días nos informaron de las posibilidades de negocio. Marco escuchaba con atención, pero no quería decir nada. Estaba esperando mi opinión. Pero realmente yo era el menos indicado. Yo soy esencialmente antropólogo y no hombre de negocios. Pero mi hermano no me preguntaba en este sentido, sino que reclamaba mi intuición. El entendía, que yo era el sustituto de Jared y pensaba que me vendría la inspiración o el consejo del cielo o del mismo Jared, desde el otro lado.

Realmente, después de escuchar cifras, estudios de mercado, aduanas, precios y otras tantas razones, terminaba agotado y más confuso cada día.

-      Por favor amigos. Explicármelo con palabras sencillas, en forma resumida, y sobre todo deseo saber vuestra intuición. Quisiera saber simplemente si vosotros lo haríais; nada más.

-      Rakoski, uno de los ingenieros agrícolas que habíamos contratado al respecto tomó la palabra:

-      ¡Bien Jean! Seré claro. Hemos investigado varias empresas y posibilidades. Realmente tal y como están concebidas y cómo funcionan, no podemos comprarlas, pues son una ruina. O en todo caso no dan suficientes beneficios para aguantar mucho tiempo.

-      ¿Entonces, qué demonios hacemos?

-      Tal y como yo lo veo -replicó Rakoski- se deberían realizar dos líneas de negocio. Una inmediata y no en Argentina, sino en Europa. La clave es conseguir clientes que compren el grano y el resto de los productos con suficiente margen de ganancia. El esfuerzo hay que hacerlo allí, no aquí.

Y a largo plazo producir nuestro propio grano. Hemos sondeado las zonas que reúnan calidad de la tierra y precio del terreno y efectivamente la zona que nos sugeristeis en Jujuy, incluso Salta reúnen esas condiciones, pero hay que moverse ya, puesto que los norteamericanos se están haciendo con las tierras más fértiles y con más acuíferos. En todo caso nuestra producción podría ser rentable en tres o cuatro años como mínimo, mientras tanto tendríamos que comprar grano más caro y juntarlo con el que produzcamos. Pero la clave está en Europa, no aquí.

-      ¿Qué opinas tu Marco?

-      Mira Jean. He dirigido una empresa durante años de componentes electrónicos y de repente tengo que vender trigo, cebada y centeno. Por tanto, estoy un poco perdido. En todo caso, y viendo lo que hacen los americanos, las previsiones del cambio climático, la escasez de agua y otros tantos elementos, creo sinceramente que, en pocos años, el que tenga la tierra y el grano será el dueño del mundo. Y estoy de acuerdo con Rakosky en cuanto a la clave del éxito económico estaría en Europa.

German, uno de nuestros economistas, tenía un dossier en la mesa de reunión de varios ciento de páginas.

-      German ¿No se te ocurrirá agredirnos con esa enciclopedia? -Dije yo-

Todo se echaron a reír.

-      Tranquilo jefe. Lo voy a resumir. Si partimos del presupuesto o de la cifra que me indicó Marco, en relación a la inversión aquí en Argentina. Puedo afirmar que tenemos lo suficiente para comenzar, cubriéndonos con otro capital de riesgo. Me refiero a que deberíamos cubrir las posibles pérdidas iniciales con un capital de reserva. Y como dice Rakoski, comprar grano, almacenarlo y venderlo fuera de temporada. El mayor gasto, como él dice lo daría Europa, por los aranceles, los impuestos y los transportes. Pero si entramos en el mercado con buenos precios y nos mantenemos dos o tres años, seguramente podríamos conseguir beneficios.

-      ¿Lo que propones por tanto es no ganar un duro durante dos o tres años?

-      No, hablo de ganar, hablo de no perder. Si aguantamos y nos hacemos con un buen mercado con precios bajos, podríamos conseguirlo en un tiempo cercano.

Habían pasado dos días con reuniones maratonianas y estaba sencillamente agotado, pero se trataba de una responsabilidad que implicaba a muchas personas y no quería fallar.

-      ¡Bien, queridos amigos! Necesito una tregua. Mañana tomaremos una decisión. A estas alturas, quizás lo que tengamos que poner en marcha, sea, pura y simplemente la intuición.

Dejamos al equipo en el hotel. Era la hora de la cena. Tomé a Marco por el hombro y salimos al jardín.

-      Mira Marco. A estas alturas y con todo el aluvión de datos que me habéis expuesto. Tengo que echar mano de la intuición. Si te das cuenta, estamos cumpliendo a rajatabla y sin quererlo lo que nos había dicho Jared. Yo tengo una confianza absoluta en su predicción. Por tanto, yo, no tengo dudas, hay que lanzarse al reto.

Por otra parte, nuestro equipo me parece sincero, preparado y honesto. Para mí es Ok, pero no tomaré ninguna decisión sin saber lo que piensas.

-      ¡Bueno Jean! Se te está olvidando lo más importante y no es precisamente la empresa, sino nuestro proyecto familiar. Se haga o no la empresa, nuestro destino está trazado. Y no hablo de negocios ni de cuestiones comerciales, sino del trabajo espiritual y de conciencia que debes poner en marcha. Para mi esta cuestión es más importante. La empresa para mi es, más de lo mismo, pura rutina. Lo que me da miedo es nuestro trabajo de conciencia.

-      ¡Demonios Marco! Me sorprende que me hables así. No te conocía en esa faceta. Ahora resulta que el místico y neurótico eres tú.

Marco se echó a reír, poniéndome su mano sobre mi hombro.

-      Debo decirte, querido hermano, que me quedé absolutamente impresionado con Jared. Aquel anciano tenía algo especial. Me movió por dentro. No sabría explicártelo, pero me dijo algo que me ha dejado inquieto desde entonces. Tengo miedo de fallar o no estar a la altura.

-      ¿Pues qué te dijo? Me estás preocupando.

-      Me dijo que la empresa sería simplemente la tapadera de tu verdadera tarea. Me aseguró que a nuestra casa vendrían seres elevados. Me dijo que se agruparían en torno a ti, setenta y dos seres de todo el mundo que serán en el futuro los que cambiarán el mundo.

-      Me dijo que esa gente eran los mismos que se juramentaron con Akenatón para servir los designios de la Suprema Inteligencia. Pero, sobre todo, querido hermano, me dijo que, si no estaba a tu lado, no podrías realizar esa tarea. Y lo que me dejó todavía más atónito es saber que yo era uno de esos seres.

Según pude entender el modelo de vida que nosotros pondremos en marcha aquí, se reproducirá en todos los continentes. Serán pocos al principio, pero ese ejemplo cambiará el mundo.

E insistió en decirme que no te dejara solo. Que en todo momento sentiríamos la presencia de entidades celestes junto a nosotros.

Dijo que escribirías una serie de libros que despertarían a los seres de una nueva conciencia. Tu sentirás en tu cerebro la palabra de los hermanos del cielo.

No pude sino llorar y abrazar a Marco. Por algo siempre le había considerado como un hermano, y es que, efectivamente era mi hermano espiritual.

-      Menudo consuelo, Marco. A mí me pasa como a ti. Estoy simplemente acobardado. ¿Cómo demonios nos han ocurrido esto a nosotros? Y además en poco más de un mes.

-      Cierto Jean. Ha sido una bomba.

-      Que me cuentes ahora todo esto me da fuerza. Te diré que llevo escritos ya doscientas hojas de un libro que espero terminar en breve. En él,  cuento las experiencias de Jared. Y debo decirte, asimismo que lo que escribo, me viene a la cabeza a tal velocidad que mis dedos no pueden escribir las imágenes que veo en mi interior. No he querido decir nada hasta ahora, pero al escucharte, no puedo sino maravillarme de nuestro querido anciano, que incluso después de muerto sigue dirigiendo nuestras vidas.

Dos días después pisábamos el Valles de Jujuy, en Laguna de Yala. Fueron nuestras mujeres las que decidieron que era allí y solo allí donde debíamos fijar nuestra residencia.


Ha pasado un año y medio desde que Jared marchó a las estrellas.

Esta pequeña novela no es sino un testimonio de amor y de cariño a nuestro querido padre espiritual. Lo que venga a partir de ahora será otra crónica, que comunicaré oportunamente.

Hace un mes que terminaron nuestras casas en Jujuy. Son funcionales, pero amplias. Marco vive a escasos cien metros de nuestra casa.

Nuestro hijo nació felizmente. Para mi es el ser más guapo del mundo. Tiene los ojos de su madre y se parece a mi como una gota de agua.

Marco y su equipo crearon la empresa y establecieron un mercado próspero en Europa.

Compramos en Jujuy y Salta, varios millones de hectáreas, que hemos dedicado al cultivo de cereales diversos.

Rakoski y su equipo crearon una empresa que esta a la cabeza de exportación de cereales en toda Sudamérica.

Recuperamos a casi la mitad de los empleados de mi padre. Y además por puro coraje, pusimos en marcha otra empresa de microprocesadores en Canadá.

Hemos conseguido varios contratos con la Nasa y colaboramos con diversos institutos tecnológicos de diversas naciones y universidades.

Tal y como habíamos previsto, ahora mismo comenzamos a recibir los primeros beneficios de todo ese esfuerzo.

Tenemos ya cerca de mil trabajadores vinculados directamente a nuestro grupo empresarial y otros tantos en nuestra red de influencia directa e indirecta.

La familia de Jared nos representa en Quebec y pasan la mitad del año en Jujuy con nosotros.

Todo se ha dado como nos pronosticó Jared.

Esto es la tapadera que mostramos al mundo para encubrir la verdadera misión que pusimos en marcha como Hijos del Sol.

Por unanimidad de toda nuestra gente hemos puesto en marcha una ONG, que distribuye millones de toneladas de grano a los pobres del mundo. El veinte por ciento de los beneficios de nuestras empresas se dedica a este fin.

Siguiendo el ejemplo de mi padre. Marco y yo tenemos el cincuenta y uno por ciento de todo el Holding empresarial. El resto se ha distribuido entre los empleados.

Hace cuatro meses terminé mi primer libro, ahora estoy escribiendo el segundo. El éxito fue inmediato. En mayor medida, porque en el anuncié diversas profecías que nos anticipará Jared y que se están dando.

Tal y como él decía. Los efectos de la vacuna comienzan a producir los primeros síntomas de autismo y procesos degenerativos entre la raza.

Consulto periódicamente el altar que me confiara Jared, invocando a los setenta y dos y tengo que reconocer que efectivamente, de una manera extraña y con diversas metodologías que ahora no puedo comentar, me llega información de los hermanos superiores.

Al día de hoy tanto Marco como yo mantenemos reuniones secretas con los primeros iniciados que han venido a nosotros. En breve comenzaremos otro módulo de convivencia en Canadá, que seguirá nuestro modelo.

No comentaré más. Podría rellenar miles de cuartillas explicando el lado esotérico, oculto y espiritual. Pero, sin menospreciar a cuantos están leyendo esto, no creo que la mayoría este preparado para aceptarlo. Debo por tanto esperar a que se den varios acontecimientos traumáticos en la humanidad para verter cuanto me ha sido revelado.

Debo esperar que se reúnan los setenta y dos. Será entonces cuando contare lo que ahora no puedo decir, pues yo solo soy el portavoz. Dependo de ellos. Soy uno más del grupo.

Gracias por escucharme.