miércoles, 16 de febrero de 2011

Lo poliédrico de la realidad

Antes de llegar al punto focal de este “My mind” una pequeña introducción para señalizar el marco de referencia de lo que intento expresar
En una película que hace tiempo vi   -casi todo está expuesto a través de películas-    hubo una escena que me impactó. El film del que hablo era: “Jeanne d'Arc de Luc Besson”  (Juana de Arco)
Y la escena la protagonizan por un lado la protagonista de la filmación Milla Jovovich y por otro lado Dustin Hoffman que interpreta la a conciencia de Juana. La escena se desarrolla justo hacia el final de la película, cuando Juana de Arco está en su celda la víspera de su ejecución viviendo su particular noche de los olivos.
Los diálogos que se dirigen ambos personajes son desgarradores, son impresionantes. La conciencia de Juana de Arco le instiga a “ver” la posibilidad de que sus profundas convicciones, que son las que a la postre le hicieron ejecutar todas las acciones por la que este personaje histórico ha quedado grabado en el recuerdo humano, podían estar motivados por otras motivaciones diferentes a la que ella esgrime. Es tan fuerte este “mostrar” que podía haber habido causas diferentes en lo más profundo de Juana que tras la defensa despiadada de sus convicciones claudica llorando admitiendo la posibilidad de que podía haber habido posibilidades distintas como origen y fuente de sus porqués hizo lo que hizo, y llora, llora amargamente.
La escena culmina con la paz profunda que embriaga el alma de la protagonista que ha llorado hasta derrumbarse implorando piedad. La conciencia, interpretada magistralmente por Dustin Hoffman la absuelve de todo pecado tras su confesión y Juana afronta el momento sublime, trascendental y único de ver el amanecer en el que dejará su soplo de vida con profunda paz en su interior.
¿Porqué me impactó y aún me impacta cuando la recuerdo esta escena?
Tal vez será porque soy signo de aire (Libra) y como signo de aire me gusta divagar en los pensamientos, tal vez sea también porque siempre estoy a la búsqueda de lo correcto o de lo falso para encontrar mi punto de equilibrio ante las cosas y es asi como, sobretodo antes, buscaba y buscaba respuestas a través de labertínticos procesos reflexivos viendo, una misma cosa desde múltiples aspectos diferentes; algo así como le ocurre a Juana de Arco, al menos en la ficción del film
Cuento todo esto porque en mis interrelaciones humanas me ocurre a menudo, me ha ocurrido a menudo, me ocurre en la actualidad y creo intuir que me seguirá ocurriendo en un futuro que cuando defiendo mi postura, mi/s idea/s, mis porqués, mis convicciones, mis motivaciones, los orígenes que han originado las actuaciones y las formas y modos de actuar, etc. mi interlocutor hace de Dustín Hoffman en mi película de mi vida.
Y este alguien que, a lo mejor, está involucrado en la interacción, éste alguien hace exactamente como en el film, defiende “su” visión y a veces no “acepta” para nada mis, pensamientos, visiones, etc. ...
Entonces, ¿dónde está la verdadera, verdad? Menudo koan existencial
Como libra que soy, siempre pienso que en el medio, que todos tienen, todos tenemos una parte de visión de la poliédrica manifestación del todo. Nada es absolutamente absoluto desde una sola cara y, seguramente, afortunados somos que sea así.
Quizás, y haciendo recordatorio a las dos caras de la moneda y a la tercera parte de la misma, lo importante en este tipo de situaciones es el resultado que queda de un choque de visiones de esta poliédrica forma de visión.
La persona que en este tiempo y en este mundo me abrió la puerta a conocimientos de verdades eternas, que me habló de estos mismos conocimientos, me cuentan que en una ocasión respondió de esta manera a esta pregunta:
Le preguntaron: “¿Qué nos falta a los seres humanos para semejarnos verdaderamente a los Dioses Creantes?”.
Sin titubear respondió con una sola palabra:
“¡El equilibrio¡”
Aún ahora, mucho tiempo después de esta anécdota, aún ahora y estoy seguro que también mañana y después de mañana, y cuando ya hace tiempo que esta persona que tanto me amó y a la que me pregunto cómo le ame yo, su respuesta me sigue infundando una infinita sabiduría.
El equilibrio es el punto central donde una figura poliédrica tiene su centro de existencia.
En toda interacción, en toda defensa de un punto de vista, en tantas y tantas cosas, siempre hay, siempre debe haber un punto de equilibrio. Dónde está, cómo nos quedamos después… eso es, tal vez, otra cosa

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