lunes, 21 de febrero de 2011

En un tren de cercanías el otro día


Iba el otro día en un tren de cercanías en el área metropolitana de mi ciudad. Íbamos un grupo de amig@s como éramos muchos no teníamos plaza para sentarnos juntos, debíamos pues sentarnos en pequeños grupos. Donde yo me encontraba en ese instante éramos tres personas y había un par de asientos libres. Si tres chicas nos dejaban su asientos libres, el pequeño grupo que éramos de tres podíamos sentarnos juntos y ellas tres, que eran una niñas de 10 ó 12 años se podían sentar apretadas en un par de asientos y estar frente a otras dos niñas de su mismo grupo. En ese momento junto a nosotros; que éramos una coral de góspel viajaba otro grupo de estudiantes.

Mi compañera de coral les pidió con una sonrisa si accedían al cambio de asientos. Con una hermosa sonrisa en respuesta accedieron al cambio rápidamente.

Al comentar el hecho con mi compañera de coral     -es maestra en un colegio-     ella basaba la aceptación incondicional en el hecho de que la propuesta había sido formulada con simpatía.

Puede ser que sí, aunque no creo que fuese solo por ello, creo que había varios aspectos a tener en cuenta, evidentemente entre ellos el modo en que se hizo la solicitud, y también, y así lo hice saber el hecho de que hay muchos a quienes les gusta ayudar. Hice también la observación que muchas veces las personas no nutren esa inquietud que les hace estar atentos para ver cómo pueden ayudar antes de que se les pida directamente. Quizás, eso me hizo pensar y decir que estaría bien que en las escuelas se enseñase este tipo de cosas.

Muchas veces, y es un ejemplo mundano, he visto aparcados coches que de haber sido puestos quizás unos metros más adelante o unos metros más atrás hubiese permitido aparcar a otros, o hubiese permitido abrir las puertas más fácilmente o… estarían mejor colocados para dejar pasar a transeúntes o sillas de ruedas. Está claro que en esos casos quizás no se pudo estacionar de manera diferente, quizás sí y en cambio no lo pensó y como no lo pensó no lo hizo.

Recuerdo lo que le oí decir a Jean Pierre Garnier Malet: “Como decía Jesshua enseñaba para crear siempre el mejor futuro que había que pensar en hacer a los demás lo que nos gustaría que los demás pensasen en hacer con nosotros”… y si además de pensarlo lo hacemos, el futuro no solo lo creamos potencialmente sino que además lo manifestamos inmediatamente.

Gracias chicas del tren por vuestro gesto

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