viernes, 18 de febrero de 2011

Cosas que pasan, cosas que me pasan

Voy en un avión con personas, algunas conocidas y otras no, lo que sé es que vamos juntos como en grupo a algún destino.
La sensación de viaje no es nada de pesadez, al contrario, en un clima distendido llegamos a destino. Aterrizamos y no sé dónde hemos llegado.
Me veo caminando por una calle y lo que me llama poderosamente mi atención es el color sepia que envuelve la realidad que me rodea. Paisajes, casas, calles, personas…, todo tiene un  color pero al mismo tiempo una tonalidad sepia envuelve y colorea la atmosfera del lugar.
Veo que camino por una calle en fila con los compañeros de viaje en el avión, solo reconozco a mi hermano pero con todos los que voy caminando me son conocidos. Es en ese momento que realizo que estoy en otro planeta.
En un momento determinado veo por el suelo unas gafas de sol, son negras. Me agacho para cogerlas, cuando las tengo en la mano veo la marca, son unas Ray Ban y envuelto en una alegría indescriptible empiezo a gritar totalmente eufórico: “¡ESTOY EN CASA, HE REGRESADO A CASA, HEMOS REGRESADO A CASA…¡”

Evidentemente se trata de un sueño, de un sueño real que tuve, justo unos días antes de asistir a un curso-taller sobre interpretación de sueños.
El significado del sueño, que fue con el que trabajé en ese taller me lo guardo ahora para mí, pero si cuento esta anécdota personal es por el hecho de “estar” en otro planeta que es mi casa.
Muchas veces, con mi compañera de vida nos decimos en plan simpático, “…mira esos parecen del mismo planeta, o mira este o aquella parece del mismo planeta que fulanita o fulanito...¡”
Es de esa sensación de encontrarse con alguien que “es de tu mismo planeta” de la que quiero hablar. Es una sensación que va más allá de la alegría, es una comunicación activa de alma, es un fluir de información en ambos sentidos, es sentir que una armonía tácita, implícita y real embarga la interacción, las palabras, los gestos, las miradas.

Hace poco un muy buen amigo mío de esta y de otras vidas    -L-M. cómo te añoro-    me decía. “¡Recuerda Marcos lo que dijo Jesshua: “YO SOY LA VID Y VOSOTROS SOIS LOS SARMIENTOS…” con esta parábola me explicaba que en el proceso creativo una entidad andrógena de una dimensión superior genera una pareja de “hijos/as” suyos que se manifiestan en un plano dimensional de vida inferior. A su vez esta pareja, genera otras parejas en otros planos dimensionales inferiores, y así se llega hasta nosotros. Me decía continuando con esta explicación: “en esta dimensión somos un grupo de varias entidades andrógenas…     -parece ser que somos 7-    las que estamos vinculadas entre sí de una forma entrelazada muy, muy especial. Entre estas entidades la información va de uno a otro instantáneamente y de arriba abajo, de abajo a arriba, de derecha a izquierda y de izquierda a derecha”.
Yo le repliqué: “algo así como una red neuronal…”
…”Exacto     -me dijo-    es desde esa perspectiva que se debe entender y se entiende mejor lo que Jesshua dijo. Es lo que ves en la vid, una rama principal se desdobla en ramas que a su vez se desdoblan en otras ramas y así varias veces hasta que al final aparece el fruto de la uva….”
Evidentemente creo que todos estamos vinculados entre nosotros. Hace tiempo que aprendí a ver el Universo como una inmensa red de pescador. Todos, absolutamente todos, estamos entrelazados entre sí, si  bien es cierto que hay cuerdas que están entrelazadas más directamente entre ellas. En la vida, al igual que en una red si estiramos desde una cuerda, absolutamente toda la red se resiente. Así es la vida, al menos así es como yo la concibo.

Encontrarse con personas del mismo planeta del que se siente ser uno es depositar la emoción, el sentimiento, los anhelos, las esperanzas en un nudo de la red. Es como si en una fracción de tiempo imperceptible casi todo lo que forma parte del todo de cada uno se vuelca en ese punto. Es abandono, es visitar emociones tal vez desconocidas todavía, es proyectarse a horizontes nuevos, es, se me ocurre justo ahora, como en mi sueño caminar por la calle de un lugar que de no sé dónde pero que si sé que está y gritar: “ESTOY EN CASA, HE REGRESADO A CASA, HEMOS REGRESADO A CASA…” y llorar de la emoción. 

Y esa sensación, esa emoción yo la he vivido


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