lunes, 7 de febrero de 2011

“¿Quién puede decir que así no fue?" (pendiente de correción del texto)

La Luna

Hubo un tiempo y de esto se dice en las leyendas, en algunas canciones y hasta en algunas poesías que de esto hace ya mucho, mucho tiempo, en el que La Luna brillaba plena todas las noches
Se dice también así que los hombres tenían con ello la oportunidad, en las horas de la larga noche, de mantener vivo en sus pensamientos la imagen del Sol.
La visión de La Luna tranquilizaba a todos. 
Los niños podían seguir sus juegos, los más pequeños podían dormirse más tranquilamente… 

Pero no solo los niños se beneficiaban de la presencia constante de La Luna.
Las jóvenes parejas de enamorados encontraban una fuente de romanticismo para sus románticos momentos, los trovadores tenían siempre presente una fuente de inspiración… 

Todos, todos sacaban provecho del bien de poder tener la visión de La Luna plena en plena noche. 

Pero como suele ocurrir a menudo en el alma humana, el hábito de lo que es ya normal tomó el lugar de la sorpresa y cada vez más y cada vez menos al mismo tiempo, las gentes dejaban de “mirar a La Luna” y se “olvidaban” que allí estaba, fulgurante como la Estrella más brillante de la noche
La Luna se entristecía y su alma se iba apagando.
A duras penas soportaba el abandono de afecto. 
Así fue como decidió “irse”.
Al principio, por extraño que pudiera parecer, nadie, absolutamente nadie, reparó en su ausencia… 
Y extrañamente esa ausencia de sorpresa duró mucho, mucho  tiempo.
Fue la canción de un trovador la que despertó la alarma. 
De repente todos recayeron escuchando la antiquísima melodía de aquella composición que se hablaba de una joya suspendida en el cielo nocturno, una joya que nadie ya veía.
Rápido los hombres y mujeres se movilizaron para “encontrarla”.
Recordaban haber oído que los antiguos habían oído hablar más de una y más de cien veces de un Sol en la noche.
Hubo quienes subieron a las montañas más altas para buscarla.
Otros se turnaban por la noche escrutando el cielo sin pestañear ni una sola vez oteando el estrellado cielo nocturno. 
Nadie, absolutamente nadie la volvió a ver
Eso produjo una enorme tristeza.
La añoranza de haber perdido un bien precioso latía en cada corazón.
Alguien tuvo una idea, ir a ver al sabio que en profunda meditación pasaba largas horas en una de las colinas del poblado donde por primera vez “echaron” en falta a La Luna
Le preguntaron con inquietud:
“¡Oh gran sabio, La Luna ha desaparecido de nuestro horizonte, no sabemos el por qué y lo que es peor no sabemos si retornará. 
¿Puedes tú, oh gran sabio, tú que eres y te sientes ser una única cosa con toda la naturaleza viviente, darnos respuestas? 
Ayúdanos a mitigar este sufrimiento, que al menos encontremos sosiego a nuestro pesar, que sepamos qué se pasó¡”.
“¿No lo sé  -respondió el sabio-  sé de haberla visto en sueños, la he visto llorar y aunque intentaba secar sus lágrimas su rostro se desvanecía como se desvanece un reflejo en el agua cuando ésta se agita¡”.
Regresad en un tiempo. 
Buscaré las respuesta… si puedo”.
Pasó mucho tiempo, el tiempo marcado por un ciclo solar entero, y al final de ese ciclo el sabio dijo saber la respuesta; ansiosos todos esperaban beber de sus palabras
Con gran solemnidad y con una voz quieta les dijo:
¡Fue vuestra falta de cariño hacia ella la qué hizo que la Luna decidiese marchar. 
Sintió no ser ya importante para vosotros y se fue!
¿Volverá?” le preguntaron
¡No lo sé, no puedo saberlo¡
¡Quizás si lo deseáis desde lo más profundo de vuestro corazón tal vez Ella si decida volver, pero no puedo saberlo¡”.
Desde ese día se organizaron fiestas en honor a La Luna.
Los trovadores componían nuevas canciones.
Los poetas exaltaban su figura en sus versos, a los niños desde temprana edad, tanto en las escuelas como en los hogares se les hablaba de La Luna…
…la sorpresa fue mayúscula cuando una buena noche de un buen día poco a poco la silueta muy delgada de un cuerpo celeste se iba formando en el cielo.
Noche tras noche de cada día tras día, esta silueta se hacía más y más grande, y se fue haciendo cada vez más grande hasta llegar a su plenitud. 

La Luna lucía tal como estaba grabado en las memorias de aquellos que vivieron tiempos atrás y que habían podido contemplarla…
…pero la desazón de las gentes ocupó el lugar del gozo.
Cada noche de cada día veía de nuevo la silueta de la luna menguar paulatinamente hasta desaparecer…
…las gentes no entendían y decidieron visitar de nuevo al sabio de las colinas para preguntarle…
Y ante su presencia y aún antes de poder articular palabra alguna, el sabio les dijo:
¡Sé cuál es el motivo de que me hayáis venido a verme y ha sido la misma Luna la que me ha pedido que os de su respuesta¡
¡No os inquietéis, La Luna no ha desaparecido, ella volverá, así lo ha asegurado, pero vuestros ojos ya no volverán a verla brillar en la plenitud de su esplendor cada noche….¡
…sin palabras se quedaron los atentos oyentes
Prosiguió el sabio:
“¡…ella, y a fin de que no olvidéis el dolor que puede producir el olvido, ha decidido bailar la danza eterna de aparecer y esconderse para que así nunca, ninguna generación olvide que ya una vez ella desapareció. 
Ha sido vuestro amor por ella la que la hizo decidir regresar y mostrarse y es, con ese juego de mostrarse y ocultarse que ella os dará la alegría del reencuentro y el dolor de la desaparición momentánea. 
Y para que siempre recordéis que el olvido puede ser, a veces, dolor”.

Así concluyó el sabio su parlamento y una profunda aceptación brotó en el alma de aquellas almas...

Esto lo cuenta una antigua leyenda… 

No podemos saber si es verdad.
Solo sabemos que La Luna sigue siendo en las noches un reflejo del Sol.
Sabemos tambien que siempre desaparece pero que siempre vuelve a aparecer.

También sabemos que sigue siendo fuente de inspiración para trovadores y para poetas y que aún ahora muchas parejas de enamorados se hablan de su amor al reflejo de su luz y en las horas que brilla en cielo estrellado.
También sabemos que los niños aman verla y que los más intrépidos de entre ellos hasta saben cómo jugar con ella.
Y también sabemos, cuando acudimos a los sabios para preguntarles, esos sabios que siguen siendo una única cosa con todo lo creado y que son amigos de La Luna, que Ella, que está más cerca del Cielo, les cuenta cosas que solo los sabios deciden a quiénes decir…
…lo que también sabemos es que el olvido puede producir dolor y que La Luna nos da siempre sabios consejos
Ah, y una cosa también se sabe y es que….
…La Luna es para ti lo que tú quieres que ella sea.

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