miércoles, 9 de marzo de 2011

Eso creo yo

El idioma castellano nos ha hecho un enorme regalo.

Podemos decir: “Por qué” y también podemos decir:”Para qué

Una de las dos expresiones nos habla de la/s causa/s mientras que la otra expresión nos habla del/los efecto/s.

Esta sutil diferencia de algún modo estructura nuestro pensamiento y nuestra forma de manifestarnos en el mundo a través de los programas neuronales que se forman en nuestro cerebro, programas neuronales que se expresan y nos los expresamos a nosotros mismos mediante el lenguaje hablado o el lenguaje interno.

Los italianos, por ejemplo, solo pueden decir “Perché”, los franceses “Pour quoi” y los ingleses “Why” solo por citar ejemplos que conozco, y seguramente eso ayuda a que ellos tengan otras formas diferentes de pensar.

Cuando en una interrelación de comunicación nos dirigimos a nuestro interlocutor y le decimos: “¿Por qué…?“, nos contestará, o debería contestarnos enunciando sus motivaciones y cuando en cambio le decimos: “¿Para qué….?“, nos dirá, o nos debería decir sus objetivos, su finalidad.

Y aprovechando este matiz me planteo y planteo
¿Por qué a “ese” acto le denominamos: “Hacer el amor”?
Y aprovechando de nuevo el mismo matiz me planteo y planteo
¿Para qué a “ese” mismo acto lo denominamos también como “Hacer el amor”?

Hacer el amor es una expresión muy profunda, hacer el amor es algo muy pero que muy profundo.
Ese maravilloso acto es potencialmente un acto creativo; es el acto creativo por excelencia, si bien el hombre, la mujer tienen la oportunidad a través de ese acto de explorar otras profundidades misteriosas, pero ese es otro tema.

Entonces, un acto creativo es “Hacer (el) amor”.

Simbólicamente y no simbólicamente en “ese” acto un ser “entra” en el interior de otro ser y eso es amor.
Entonces estar en el interior de un ser es ser amado y que en mi interior haya espacio para un ser es amar. Es pues “Hacer (el) amor”.

Además el hombre en cada acto de amor, potencial y manifiestamente se convierte en un Dios.
Cada uno de los espermatozoides podría por sí mismo fecundar un óvulo.
El hombre es por tanto un Dios creante en miniatura y en ese hecho queda patente.
El hombre en ese momento se vuelve como un Sol que emite millones de fotones creantes.
Es pues “Hacer (el) amor”.

La mujer en ese momento puede crear vida y si la empieza a crear reproduce en su interior la imagen exacta del Universo en su movimiento de expansión.
La tierra se convierte en ese momento en Naturaleza creante.
Es pues “Hacer (el) amor”.



Una vez oí decir a una mujer enamorada:
Me gustaría tener un hijo con mi compañero, porque así durante un tiempo tendría una parte de él dentro de mí”.

Por eso se llama “hacer el amor” y porqué le llamamos así, por que así lo es.
Por eso se llama “hacer el amor” y para qué le llamamos así, para que así lo comprendamos.

Y porque esto que he escrito es porque así me hace comprenderlo y para que asi lo entienda mejor.
O al menos, eso es lo que pienso

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