jueves, 3 de marzo de 2011

El otro día

El otro día paseaba por la playa y de repente me puse a reflexionar acerca de la arena.

Tomé un puñado de arena entre mi mano y me fijaba en los gránulos que la forman.
Diría que tienen el mismo tamaño pero no podría asegurar que fuesen iguales.
De entrada el color es diferente y había montón de tonalidades diferentes.

Luego alcé la vista y vi, todo lo que podía ver desde donde podía ver, todo lo largo que era la playa, todo lo largo y todo lo ancho.

Después me giré de espaldas y de nuevo lo mismo.
“¡Dios mío cuánta arena¡”, pensé.

Cuántos millones de millones de millones de millones de mill…. de granos de arena debía haber.
¿Se pueden contar?

Luego pensé en los millones de millones de mill… de piedras que existen.
Luego pensé en los millones de… de hormigas que existen...

...y caí en la cuenta de que en la creación, en la realidad    -que es virtual-   que “veo”  muchos millones de millones de millones de millones de mill…. de cosas. Si todas ellas se pudiesen contar serían millones de millones de millones de millones de mill…. 
En realidad incontable.

Y ahí, en ese mismo momento, en esa misma playa surgió una incógnita que aún tengo.

Todo tiene un origen y si hay tantos millones     -tranquilo que no lo voy a reescribir-    todo se ha ido originando poco a poco, pero, ¿porqué tantos mill….?

He oído decir que eso nos da una idea profunda de sentimiento de abundancia de la que está impregnada la vida y eso me decía en ese momento.
Yo me decía tambien que a lo mejor es para que siempre tengamos presente la noción de infinito en lo finito. Pero sigo sin haber encontrado una respuesta potente.

En todo caso, si eso es así es que así es justo que así sea.
En todo caso, si eso es así es que así debe ser.
En todo caso, si eso es así es que así es.
En todo caso, si eso es así y es así que así es, me gustará bien saber porqué es así.

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