domingo, 2 de agosto de 2020

De aleteo de mariposas, de huracanes y de cotidianeidades

Dice un enunciado de la física cuántica que el aleteo de una mariposa puede desencadenar un huracán en las antípodas del lugar en donde el aleteo se ha producido.

Puede ser que sí, no lo pongo en duda para nada.

Puede que sí, como puede que si y sin ningún tipo de duda, todo tiene efectos y que todos los efectos tienen causas que los originan.

Quiero contar una anécdota particular y la enlazaré con este enunciado tan académico.

Fui a una dependencia de un organismo oficial para realizar un sencillo trámite.

Amablemente la persona encargada de atenderme me dijo que faltaban aún unos minutos para abrir turno de atención al público.

Ningún problema.  

Salí fuera de la oficina y me puse a esperar tranquilamente.

A poco que se acercaba la hora de apertura una mujer me vio sin embargo entró en la oficina.

Tras entrar fue atendida por la persona que a mí me pidió esperar.

Dirán que es la Ley de Murphy, atenderla llevo un buen rato.

Yo llevaba un buen rato esperando, esperar aún más iba contra mis expectativas.

Evidentemente me molesté por la situación.

Cuando llegó mi turno le hice la observación a la persona que atendía del para qué y del por qué había dejado colarse a la mujer.

Me dijo que no me había visto afuera, que ese fue el motivo.

A partir de aquí se abren un montón de posibilidades.

La más probable.

Efectivamente no me vio y, como me dijo, pensó que me había ido a dar una vuelta.

Otras posibilidades, también posibles.

El hombre no se acordó de mí y atendió, sin más, directamente a la mujer.

La mujer me vio y no reparó en mi presencia.

La mujer me vio, pero no quiso reparar, en que, por mi actitud y mi ubicación, estaba en turno de espera y sencillamente me obvió.

Según el estado de ánimo que se tiene una situación como esta se pueden tomar de distintas formas.

Enfado por la propia situación.

Enfado entre el hombre y yo.

Enfado con la mujer.

Es decir, enfadarse por el hecho y generar las situaciones que el enfado produce, primero en uno mismo y después en los demás y tanto para ese momento como para el resto del día, ya que estas cosas, según la intensidad quedan gravitando en el sentir.

Salir enfadado y refunfuñando generando una energía desarmónica que a partir de ahí puede desencadenar miles de posibles situaciones.

Sentirse molesto, hacerlo saber y “dejar” la emoción al instante.

Aceptar la explicación y aceptar la situación.

Evidentemente siempre dependiendo de cómo se viven y se enfocan.

Siempre hay un equilibrio entre lo que sucede y lo que debería suceder.

A veces lo que sucede no es lo correcto o lo que creíamos que debería pasar, y especialmente cuando nos afecta directamente nos afecta más.

Tratar estas situaciones con elegancia, con equilibrio, con ética y justicia es una experiencia que ganamos con las experiencias.

Todo ello produce un efecto, de ahí que, pues sí y sin duda, un aleteo de una mariposa puede desencadenar un huracán porque este hecho, tan cotidiano, tan natural, tan impredecible puede desencadenar tormentas.

En fin, cosas de la vida.

Las mariposas aletean todos los días, huracanes, afortunadamente no hay cada día.

Pero es cierto que estás situaciones y sobre todo otras más importantes, más trascendentales si que son los que generan esos vientos huracanados.

También, dicho de otro modo:

Lo que sale de ti, vuelve a ti amplificado.





1 comentario:

  1. Super chévere tu reflexión. Dos notas. Primero: el juicio humano siempre está desprovisto de neutralidad, porque sólo es observado desde un "deber-ser" particular: no hay un deber-ser" aceptado universalmente. El juicio humano es normalmente muy parcial porque dispone de muy poca información para poder adoptar una posición al respecto de cualquier tema. El juicio que pudiera ser certero es aquel donde la conciencia está más ampliada para poder observar más información del pasado presente y futuro de la situación. Segundo: la experiencia arquetípica de la evolución de la conciencia y de conocernos, pasa por desagregarnos, dividirnos, experimentar afuera, ampliarnos, conocernos a través de otros para al final, como hijos pródigos, volver a nuestra casa interior para reconocer nuestra totalidad. Estamos condenados a abrirnos para saber cuál es el camino de cerrarnos. Tenemos qué hacer el proceso del 0 a 1, no quedarnos ahí sino hacer el camino del 2 hasta el 9 para encontrar al 10 la nueva versión de nosotros dentro de nosotros con el todo.

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