miércoles, 10 de noviembre de 2021

Un Mago Genial Capitulo III Tut Mosés

CAPITULO III

Tut-Mosés

Aunque llegamos tarde, Jared no nos amonestó. Pedimos perdón por el retraso, aunque él ya sabía lo que había pasado.
Samantha llamó a Salima y al resto de la familia. Los dirigió al coche y comenzó a sacar bultos, víveres, comida y bebidas. La tarde anterior, nos habíamos dirigido al mercado y habíamos comprado media tienda. Las provisiones podrían durarle en algunos artículos meses.
Salima se enfadó y se le comentó a Jared, pero el anciano sabio, con voz tierna y cansina le dijo:
 
-      Se generosa con nuestros hermanos. Permíteles expresar su amor.
-      Pero padre, han comprado provisiones para meses y le dijimos que aceptaran nuestra comida sin compensación alguna a cambio.
-      Pero si lo rechazas se impondrá tu generosidad sobre la de ellos y eso también es una forma de egoísmo.
 
Salima bajo la cabeza y resignada se fue refunfuñando hacia la cocina.
 
-      Jared. Tenías razón. No sé lo que ha pasado, pero sencillamente nos hemos enamorado y queremos casarnos, primero por el rito Mandeo y luego por el occidental.
-      Son vuestros espíritus los que se han reconocido. Mi hijo ya está confeccionando vuestras alianzas. Antes de mi partida celebraremos vuestra unión y luego seréis bautizados.
Sé que Ruha te ha visitado. Ella no quiere que reveles cuanto debo comunicarte. Pero la Ley de la Suprema Inteligencia le obliga a ella, a mí y a vosotros. Nuestro pueblo desaparecerá, de hecho, los Mandeos que se dicen adeptos a nuestros ritos no comprenden lo que es “vivir” en la Ley del Uno. Para los pocos que quedan dispersos por el mundo ser Mandeo es “Seguir” un rito o unas normas, que no son malas y aunque no soportan a los cristianos y las distintas confesiones religiosas, todas ellas sin excepción siguen normas, preceptos, mantras, oraciones y ritos para ser mejores personas, pero no “viven” en la Ley del uno. Siguen leyes, pero no se integran en la conciencia de la Ley del uno. Un árbol un pez o una planta viven en la ley y no cumplen normas. Son las normas, las religiones y los preceptos los que nos separan de esa Ley.
 
Ni Samantha ni yo entendíamos bien lo que quería decirnos, pero él se adelantó.
 
-      Pronto lo comprenderéis. Primero escuchad la historia de nuestro pueblo, no tanto para tener más sabiduría, que efectivamente es bueno, sino para que la humanidad no repita los mismos errores.
Llega una nueva Era y todo cambiará. Lo que no es útil perecerá y nuevos retoños aparecerán de las cenizas y del polvo de los que siguieron las leyes y el concepto de la jerarquía.

¡Ten a mano la biblia, querido Jean! Lo que os voy a contar requiere de lo que en dicho libro se ha plasmado equivocadamente a lo largo de la historia.
-      Volvamos tres mil años hacia atrás en Egipto. Horemheb tomo el poder y como nuevo faraón retornó a los antiguos ritos. Los sacerdotes de Amón, retomaron el estatus de poder que habían perdido con Akenatón. Y junto a esta casta sacerdotal manipuladora cientos de otros tantos ritos, dioses y semidioses retornaron a esclavizar en la ignorancia a sus adeptos.
Akenatón había liberado a todos sus súbditos de las normas, los preceptos y los diezmos y tal y como le había dicho Atóm, propició un culto de libre acceso del corazón de los hombres a la Suprema Inteligencia, que vive en la Luz; es decir en el Sol que alumbra cada mañana. El faraón hereje había enseñado que el Sol no solo fecundaba las cosechas y la vida, sino que, para unos pocos, esa luz portaba conocimiento, diálogo y emociones. Y los hijos del Sol, que formaban parte de la Fraternidad Solar conocían la forma de interpretar ese lenguaje.
-      El culto a Atóm fue perseguido. Amarna fue abandonada y las lápidas y representaciones de Akenatón fueros destruidas. Pero todavía quedaban miles de personas simpatizantes del culto.
Uno de estos seguidores de la Ley del Uno traída por Atóm era Tut-Mosés, que había sido criado en Tebas, pues era hijo de Amenhotep III, padre de Akenatón y de una de las ciento de concubinas reales del harén del faraón. Y ese nacimiento le otorgaba ciertos privilegios, aunque no la sucesión al trono.
Tut-Mosés abrazó la fe del Disco Solar de Atóm y se hizo sacerdote de dicho culto.
Las presiones iban en aumento y los seguidores de dicho culto se veían amenazados, vejados, incluso asesinados. Poco a poco se fue formando un colectivo de miles de personas parias y desahuciados. Otro colectivo bastante numeroso eran los descendientes de segunda generación de los Hicsos. Pueblo que durante dos siglos había invadido y gobernado el Bajo Egipto y que habían emparentado con mujeres egipcias. A estos descendientes se les consideraba igualmente indignos y se les conocía por el nombre de leprosos. No tanto por estar contagiados con dicho mal, sino por llevar sangre de los invasores.
Tut-Mosés era de sangre real, aunque fuese por parte de padre y eso le hacía acreedor a ser considerado el líder espiritual de aquellos miles de desahuciados.
Pronto comprendió Tut-Mosés que la única salida para no ser eliminados era marcharse de Egipto. En aquel lugar ya no había sitio para ellos.
Se puso en camino por tanto hacia Palestina, donde se habían alojado los Hicos expulsados de Egipto cien años antes y donde fundaran en su momento Jerusalén.
Los Hicsos le acogieron con simpatía, pues conocían el trato protector que aquel príncipe y sacerdote propiciaba a sus descendientes mestizos.
Los Hicsos de Palestina accedieron a acoger a los seguidores del culto a Atóm y a la amalgama de otros tantos descontentos y parias del imperio que se disponían a abandonar la tierra de Egipto. Pero le pidieron a Tut-Mosés una suma inmensa en oro, plata y piedras preciosas si quería acceder a esas tierras.
Tut-Mosés, regresó a Egipto y preparó la marcha de miles de personas. Pero no sabía cómo conseguir reunir el tesoro reclamado por los palestinos.
Fue entonces cuanto los Mandeos, artesanos del oro y de los metales nobles repartidos por todo el imperio entraron en acción. Solo ellos tenían acceso al metal amarillo. Solo ellos gozaban de la confianza del actual faraón y de la corte, así como de los hombres poderosos de Egipto.
El jefe de aquellos Mandeos era Aarón. Tut-Mosés solicitó de este orfebre hacerse con todo el oro y piedras preciosas de los palacios del Imperio. Los artesanos por tanto coordinaron un plan perfecto y en pocos días todo el oro del que disponían en depósito para elaborar las joyas de encargo, fue sustraído y llevado a Tut-Mosés para pagar el alojamiento a los hicsos de los miles de parías que iban a escapar el imperio.
Y el día señalado miles de personas capitaneados por Tut-Mosés se encaminaron a la Tierra Prometida.
Tut-Mosés cambió su nombre desde aquel momento pasándose a llamar Moisés.
Cuando los egipcios vieron que les habían robado enviaron a los soldados para capturar a los ladrones, pero no los alcanzaron.
Lo importante, querido Jean es que comprendas que la raza judía nunca ha existido. Los judíos no son sino egipcios renegados, es por eso que no existe testimonio histórico alguno de los hebreros en Egipto, simplemente porque eran egipcios.
El viaje fue muy duro. Muchos murieron y las desavenencias comenzaron a surgir, sobre todo entre los mestizos hicsos y los Mandeos. Pues los primeros eran belicosos siendo su líder el joven Josué y los Mandeos eran absolutamente pacíficos.
Moisés comprendió entonces que aquella heterogénea masa humana jamás podía alcanzar un estado de conciencia compartida, por tanto, no se podía vivir en la Ley del Uno, las diferencias evolutivas eran enormes.
Los Mandeos conocían bien la historia de Akenatón, así como los dictados de Atóm por él canalizados a través de la voz que escuchaba en su cabeza. 
Aarón portaba siempre la figura de Atóm esculpida en oro, representado por un carnero sentado en un trono. Y todo nuestro pueblo veneraba dicha figura, pues Atóm era el portador del dios Ra, la conciencia del universo. Pero los hicsos y otras tantas castas que venían en el viaje, no aceptaban la veneración de Atóm. Los leprosos hicsos todavía conservaban en su recuerdo la brillante capital de Avaris en el delta del Nilo y a su dios creado con fundamentos cananeos y que finalmente derivó en Set, el antagonista de Osiris, un dios temible, guerrero y despiadado.
Moisés estaba desesperado y solicitó de Aarón y los Nasurais o sacerdotes de nuestro pueblo le facilitaran comunicarse a través de la piedra blanca la pócima mágica o maná y las letanías que solo nuestros iniciados conocían. 

Finalmente consiguieron que sus oraciones, sus pensamientos, como ondas cósmicas viajaran hasta los dioses, pero no al consejo de los Nueve sino a la facción setiana. Fue Jehová quien en el monte Sinaí se entrevistó con Moisés y le dio unas leyes fundamentales, conocidas por los diez mandamientos que el pueblo debía cumplir rígidamente para sobrevivir. Pero Jehová se proclamó dios de todos ellos y excluyó a todos los otros dioses y poderes, incluido al Dios Atóm, el portador de la Ley del Uno.
Jehová exigió obediencia ciega, y en tu biblia así consta; Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
Pero los Mandeos y la Ley del Uno debían amar con igual fuerza y modo, no solo a un dios, sino a cada partícula de la existencia. Amar a la Luz, no a un ser celoso, violento y excluyente.
Faltó poco para que nuestro pueblo no fuera exterminado, pero los nuevos seguidores de Jehová destruyeron la estatua de Atóm y marginaron a los Mandeos.
Fue Moisés quien convenció a la chusma de fanáticos de dejar en paz a los Mandeos y a Aarón, pues éramos y somos pacíficos y nunca nos hubiésemos enfrentado.
Moisés sabía además que solo nuestros Nasurais tenían la forma y la magia necesaria para comunicarse con los señores de la Luz y desgraciadamente con los señores oscuros del universo.
Nuestros primeros padres pasaron a ser testigos incómodos de una traición aberrante, pues Moisés, quizás condicionado por la chusma y por evitar un exterminio de nuestro pueblo, traicionó a su dios Atóm asumiendo un dios inferior que derramaría miles de litros de sangre, pues Josué y los suyos pasaron a cuchillo a los hombres mujeres y niños que encontraron en su camino hacia la Tierra Prometida. Cananeos, filisteos, amorreos y otros tantos pueblos fueron diezmados por los seguidores de Jehová. Los cristianos asumieron este dios como padre del Nazareno y de acuerdo a esa naturaleza cientos de miles de litros de sangre se han derramado desde entonces, mientras que los Mandeos nunca empuñamos una espada o una pistola para reivindicar nuestra doctrina.
Después de varios siglos el Rey Josías, hacia el siglo VII antes de Cristo, ordenó recoger estas leyendas y mitos, fortaleciendo la crueldad de Jehová, porque tenía la necesidad de presentar a un dios más poderoso que los dioses de sus vecinos y de Egipto y sus escribas elaboraron los cinco libros sagrados de los judíos o Pentateuco, que erróneamente atribuyeron a Moisés.
-      Querido Jean ¿Conocías esta historia?
-      Sí, pero no como Vd. la ha contado.
-      El ser humano siempre ha pretendido meter la palabra de Dios en libros, cuentos o leyendas y han matado o se han producido genocidios defendiendo textos y libros que están alterados y modificados muchas veces. Eso mismo pasa con nuestras escrituras. Están tan alterados que mi pueblo sigue a dioses de barro y mitos inventados y, sobre todo, normas y principios que fueron validos hace tres mil años, pero ahora ni tienen sentido ni son operativas. Vosotros queridos hijos representáis nuevos valores y nuevas ideas, que enterrarán el mito el dogma y la doctrina anacrónica del pasado. 

Soy antropólogo y he investigado al ser humano y su posicionamiento ante las respectivas doctrinas, pero aquel anciano había realizado un discernimiento imposible para una persona de su edad y su cultura. Jared nos decía que los dioses antiguos no eran sino seres más evolucionados del espacio que habían visitado nuestro planeta y que los seres humanos los habían deificado. Y ese pensamiento era incluso difícil de comprender para mí. 
 
-      Jared -dijo Samantha- Jean y yo nos preguntamos cómo ha adquirido tal conocimiento. Lo que Vd. nos cuenta supera la imaginación nuestra y de muchos jóvenes.
-      Cuando embalsamaron a Akenatón los servidores de la casa de Osiris encontraron una pepita de color dorado en el interior de su cabeza, en la masa encefálica. Aquello era algo incomprensible para los trabajadores de la casa de la muerte. Pensaron que el faraón asesinado estaba embrujado o que algún adepto a su doctrina había burlado la guardia y se la había introducido.
-      ¿Pero cómo puede Vd. saber eso? Si lo comento en la universidad, le aseguro que me apedrean, pensando que estoy drogado.
-      Yo lo he visto, queridos hijos.
-      ¿Pero dónde? -Comentó Samantha-
-      En una televisión que no es de este mundo y que en su momento conoceréis.
-      Imaginad, queridos hijos, que digo a mis Nasurais o sacerdotes de mi pueblo que a Akenatón tenía una radio en su cerebro. Os aseguro que me encierran por loco. Incluso mis propios hijos dudarían de mi juicio, pensando que son cosas de viejo. Pero los niños de este mundo nuevo entenderían que tal tecnología ahora mismo es posible. Basta con observar la nanotecnología de este tiempo para entenderlo. Pero mi pueblo, mis gentes jamás podían aceptar que Atóm no realizó nada mágico o milagro alguno. Simplemente puso un microchip en el cerebro de un hombre al que dictaron un conocimiento impensable para aquel tiempo. Es por esto queridos hijos que mi pueblo está llegando a su fin, ahogado por el peso del dogma y de la superstición.  Aquellos milagros de antaño los explica ahora la ciencia en forma sencilla. Si vuestro Jesucristo observara la televisión ahora mismo se postraría de rodillas pensando que era el poder de dios manifestándose en una caja.

Samantha me miró con los ojos desmesuradamente abiertos. Aquel anciano pertenecía al futuro y era más joven en conciencia que nosotros mismos. Tengo cuatro carreras universitarias, hablo media docena de idiomas además de dialectos antiguos. Me he educado entre máquinas, tecnología punta y ordenadores. Soy dueño de una empresa de tecnología puntera y aquel anciano me estaba dando una lección herética desde el punto de vista histórico, que me costaba asumir.

Una terrible incertidumbre comenzó a carcomerme por dentro. Tenía la necesidad de comprobar cuanto Jared decía ¿De dónde sacaba aquel anciano tales afirmaciones imposibles?


-      Las entidades a las que los hombres llamaron dioses eligieron profetas y enviados para elevar la conciencia humana, pero a lo largo del tiempo comprobaron que todos, absolutamente todos los nacidos en este planeta eran imperfectos y la enseñanza inspirada por ellos terminaba mezclada con la ignorancia, los preconceptos o la superstición humana.
Esos “dioses” son seres que simplemente tienen miles o millones de años de experiencia y progreso. Son los seres que nos crearon y nos depositaron en la tierra para crecer y aprender a través de las vivencias, buenas o malas que el ser humano ha producido a lo largo de la historia.
Nadie se asombra cuando vemos en la televisión poner un microchip a una especie animal para estudiarla. Esa tecnología está al alcance de cualquiera, lo vemos normal, incluso entendemos que es bueno para la preservación de las especies. Y no podemos concebir que una especie superior a nosotros nos ponga un microchip en nuestro cerebro para hacer un seguimiento de nuestra especie, que, en definitiva, ha sido creada por ellos.
Cualquier sacerdote atribuye a sus dioses poderes misteriosos y le dota de omnipotencia absoluta, cuando la realidad más despiadada es que Buda, Jesucristo o Mahoma son menos evolucionados que un simple niño nacido ahora mismo en nuestro planea. Es por esto, queridos hijos que debo partir, puesto que no puedo decir a mi pueblo que la vara de Aarón era una simple antena que proyectaba imágenes holográficas de cuatro dimensiones, ante los ojos asombrados del faraón.
-      ¿Lo que quiere decirnos, querido Jared es que todos los prodigios realizados por nuestros dioses históricos es pura y dura tecnología de una conciencia superior que ha empleado a sus enviados para elevar la sabiduría humana?
-      Si Samantha. Yo he vivido muchos años feliz. He criado a mis hijos siguiendo los preceptos Mandeos y me sentía privilegiado. Nunca me cuestioné nuestra doctrina. Fue a la edad de setenta y dos años cuando tuve acceso a otro conocimiento que me produjo una crisis existencial absoluta, al comprender que todas las doctrinas religiosas de este planeta son supersticiones, mentiras, exageraciones y anacronismos.
Y comencé a experimentar una soledad profunda, pues no podía contar cuanto iba descubriendo con mis hermanos espirituales. Desgraciadamente tuve que aceptar que las religiones y la fe, no son sino frenos a la razón, a la inteligencia y al progreso humano.
En los próximos siglos millones de seres humanos morirán y no volverán a encarnar en este planeta, pues el planeta entero, el agua, el aire, la planta o el animal serán llevados a una nueva conciencia en la que ningún dogmático o fanático religioso podría vivir.
-      ¿Y cómo ocurrirán estos acontecimientos?
-      Imagínate, Jean que el Sol comienza a emitir en una nueva longitud de onda y una nueva frecuencia, solo los que se adapten a esas nuevas frecuencias podrían vivir.
-      Por supuesto, pero el Sol no ha cambiado en millones de años.
-      Basta un simple cometa que venga del centro galáctico para que, como un electrón de valencia, cambie dicha frecuencia.
-      ¡Si! tiene lógica. Ahora entiendo que estés aislado, pues estas cuestiones no las puede digerir ningún ser atrapado en la superstición religiosa.
-      ¿Entendéis ahora, queridos hijos porque Akenatón instauró el culto al Sol? Fue Atóm que le instruyó sobre estos conocimientos. Fue Atóm, quien le informó que la Suprema Inteligencia, pensaba, vivía y producía los cambios universales a través de la luz, de los soles. Es por esto, queridos hijos que existen “Los hijos del Sol” Es por esto que estáis aquí.
-      El ser humano permanece rezando o invocando a los dioses con ritos, mantras y oraciones, sin darse cuenta que una simple bacteria o un virus puede matar en pocas jornadas a toda la humanidad.
Es por esto, queridos hijos que Los Hijos del Sol, viven en la conciencia de la Ley del Uno, donde cada partícula de lo creado es dios y ama, cuida y venera la vida, la inteligencia y el amor incondicional a todo lo que existe en el universo. Mientras que los hijos de las tinieblas apartan a los seres humanos de esa conciencia creando dioses humanos mitificándoles para llevarlos a comportamientos sectarios a través de castas sacerdotales.
¿Cómo puedo yo decir a un cristiano que el dios que sigue le aparta de la fuente? Que sus oraciones suplicando al mito creado, no llegan a ninguna parte.
-      ¿Quieres decirnos, que esos dioses de las diversas religiones sirven a Ruha, al maligno o al diablo?
-      Si, mis queridos hijos, las religiones de la tierra son servidores del maligno.
-      ¿Pero lo que nos dices es muy difícil de asumir?
-      ¿Comprendéis ahora por qué vivo en soledad?
Quiero que valoréis estos dos modelos y que os pronunciéis al respecto. El primer modelo es un templo en occidente repleto de figuras de santos, de imágenes de la Virgen o de dios; con unos sacerdotes dentro que asesoran y asisten a los fieles que vienen a rezar o el segundo modelo; Una pequeña parcela de cualquier bosque donde fluye el agua pura y los animales, las plantas, el aire y todo el conjunto no tiene ni una sola imagen de dioses, vírgenes o modelos humanos a imitar. ¿Dónde creéis que esta Dios?
-      Yo prefiero el segundo modelo -Dijo Samantha.
-      ¿Y tú Jean?
-      Pienso como Samantha. El primer modelo; el del templo, más bien parece una obra de teatro adorando a seres muertos o que vivieron en el pasado, mientras que en el segundo modelo todo está vivo.
-      Efectivamente, el primer modelo te aparta de la vida, del dios que alimenta tu cuerpo. Es por eso queridos hijos que se ha producido un cambio climático que diezmará a la humanidad. Y millones de personas morirán con sus biblias en la mano, con sus oraciones invocando a sus dioses, mientras se quedan sin aire, sin agua y sin comida. Toda esta locura colectiva ha sido dirigida por Ruha o por los señores de la oscuridad.
¿Entendéis ahora lo que pasó en el Sinaí? Moisés dejó el modelo que te invita a vivir en una conciencia, por el modelo que te hace cumplir una ley que solo sirve a un dios caprichoso y tirano.
La oración que enseñó Akenatón era un canto a la vida, a la luz y una invitación a integrarse en ese modelo limpio y sencillo en el que vive un recién nacido que no ha sido adoctrinado y engañado por la ignorancia inerte de sus pobres padres. Una invitación a encontrar en el amor y en el equilibrio de todo lo que vive y no a adorar a una estatua de barro encerrada entre cuatro paredes.

Jared estaba llorando. Por un instante guardo silencio, cerró los ojos y comenzó a recitar con una extraña entonación de un arameo arcaico el himno a Atóm-Ra; el disco Solar que sale cada día por el horizonte

-      ¡Apareces resplandeciente en el horizonte del cielo,

-      ¡Oh Atón vivo, creador de la vida!

-      Cuando amaneces en el horizonte oriental,

-      Llenas todas las regiones con tu perfección.

-      Eres hermoso, grande y brillante.

-      Te elevas por encima de todas las tierras.

-      Tus rayos abarcan las regiones

-      Hasta el límite de cuanto has creado


Volvió a guardar silencio. Sus lágrimas caían como una dulce cascada por sus arrugadas
mejillas.

-      La Tierra se ilumina cuando te elevas por el horizonte,
-      Cuando brillas, como Atón, durante el día.
-      Cuando lanzas tus rayos,
-      Las Dos Tierras lo festejan,
-      Los hombres despiertan y se levantan sobre sus pies,
-      Porque tú los has despertado;
-      Los cuerpos se purifican, se visten,
-      Sus brazos adoran tu aparición,
-      El país entero se pone a trabajar,
-      Todos los animales pacen en sus pastos,
-      Los árboles y las plantas brotan,
-      Los pájaros vuelan más allá de sus nidos,
-      Mientras sus alas desplegadas saludan tu ka.
-      Todas las manadas brincan sobre sus patas,
-      Lo que vuela y todo lo que se posa,
-      Vive cuando te alzas por ellos.
-      Los barcos se ponen en camino tanto hacia el norte como hacia el sur,
-      Los senderos se abren cuando asciendes,
-      Los peces del río saltan hacia tu rostro,
-      Y tus rayos penetran hasta el centro del Gran Verde.

Jared seguía metido en sí mismo. 
Parecía que estaba en un extraño trance. 
Luego ocurrió algo extraordinario.
La boca del venerable anciano se abrió pronunciando unos extraños sonidos. 
No era arameo. Era una extraña letanía.

Algo imposible de verbalizar, pues parecían en algunos momentos palabras y en otros momentos, canto.
Se aproximaba a un canto parecido al de los indios americanos, pero en tonos más suaves.
Y el tiempo se paró de repente. Una atmósfera de beatitud nos invadió, parecía que entráramos en una burbuja, donde los sentidos se adormecían.
Y como por arte de magia, dejé de ver la cara de Jared.
Y la boca del estómago me produjo una extraña nausea para caer en un espacio de luz inmensa.
Esferas, planetas y Universos se precipitaron hacia mí. Todo era un inmenso fractal y todo cabía en mí y yo y el universo éramos uno, latiendo en una oleada de amor infinito. Todo estaba respondido en mí.
Todo era perfecto. Todo estaba equilibrado.
Todo era necesario y Todo estaba en el verbo de aquel mago genial.
Fueron segundos, quizás minutos.
No puedo expresarlo.
Pero daría mi vida por volver a sentir aquella sensación.
Cuando Jared terminó de recitar aquella letanía armoniosa, comprendí que había asistido al secreto mejor guardado por los Mandeos.
Pues todos los estudiosos citan que estos gnósticos poseían un alfabeto secreto que podía mover la energía del alma y del universo.
Un alfabeto que solo los Nasurais más puros conocían y que con el tiempo se había convertido en una leyenda, puesto que se creía que tal alfabeto sonoro se había perdido en el tiempo.
Mi cerebro iba ahora a toda velocidad encontrando respuestas.
Entendí de repente las palabras del evangelio de Juan.
El evangelio que se cree inspirado por una fuente gnóstica, que sin lugar a dudas era la Mandea.
Entendí en definitiva la frase “El verbo se hizo forma”
Pues esas formas las había visto unidas a las palabras mágicas de Jared.
Entendía ahora lo que aquel mago genial me dijera que él tenía una televisión que no era de este mundo.
Pues, si yo en unos segundos había visto y entendido todo el universo en un estado maravilloso o Nirvana, cuanto más habría visto, sentido y aprendido aquel venerable anciano.
Giré la cabeza para mirar a Samantha, pues por unos instantes yo no formaba parte de este espacio-tiempo y la vi con lágrimas en los ojos, con la mano de Jared entre las suyas. Sentí que algo mágico la había atrapado en aquel rapto sublime.
Luego Jared abrió los ojos regresando a este mundo.


-      Toda la doctrina Mandea viene de Egipto. Toda la doctrina cristiana viene a la Mandea. Pero su filosofía y doctrina fue alterada por ciegos y sordos espirituales compenetrados por Ruha, la señora del mal.
Atóm dijo que la suprema inteligencia estaba en la luz. Que todo el universo estaba unido por la sola conciencia a la que llamó la Ley del Uno. Y que a esa conciencia se llegaba mediante el amor incondicional a la vida. Atóm, dijo que el Consejo de los Nueve no eran dioses, sino seres que habían logrado el punto de equilibrio de esa conciencia.
Akenatón entendió que el elemento más próximo y más universal a comprender era el propio Sol, pues nuestro astro es un receptor y emisor de la luz; es decir de la voluntad de Dios que se expresa o cabalga en la luz que irradia. Todo vive porque el Sol nos alumbra, sin su luz nuestra vida se apagaría.
Pero ya en el tiempo de Moisés, se pervirtió esta enseñanza. Entregando esa potencia creadora y esa divinidad a un viajero estelar que llamaron Jehová. Y la blasfemia fue aún mayor cuando el todo creador se delegó en un simple mortal al que se deificó. A un ser de carne y hueso. Al que había que adorar.
-      Estoy pensando Jared, que cuando Jesucristo dijo “Yo soy la luz del mundo” estaba hablando de una manera figurada de la doctrina de Akenatón. Y si no recuerdo mal, el salmo 104 es casi igual al himno de Atóm. Solo que se ha sustituido al Sol por Jehová.
-      Debes saber querido Jean que el nazareno fue instruido por el mejor de nuestros maestros, Johannes, que era un ser de luz, un Mandeo. En el evangelio de Juan se dice, que “el Verbo se hizo carne” y no forma, pues otorgaron esta facultad de la divina existencia en Jesucristo que según ellos había encarnado entre nosotros por obra del Espíritu Santo. Esto además de ser mentira es una blasfemia. El autor de dicho evangelio conocía que, empleando el verbo, es decir, la palabra que habéis escuchado, se podía acceder a otro estado de conciencia.
Esta secta tuvo la osadía de meter al Sol, a la luz, en un cuerpo humano, cuando atribuyeron al nazareno la frase “Yo soy la luz del mundo”
-      ¿Quieres decir que Jesucristo no dijo nunca esa frase?
-      Jamás. Ningún Mandeo diría esa blasfemia y Jesús era un Nasurai Mandeo.
-      Observo que no le tienes ninguna simpatía a Jesucristo.
-      En absoluto, querido Jean, Jesucristo fue un servidor, un humano como tú o como yo que fue compenetrado en su momento por una entidad superior, pero que en la misma medida fue hombre y cometió graves errores, movido por su ambición. Pero todo humano es imperfecto.
Pero te diré algo más Jean Baptiste; que ese es tu nombre, fue el propio Jesucristo quien dijo: “Ningún hombre nacido de madre es superior a Juan el Bautista” reconociendo así la jerarquía espiritual de quien era el maestro de todos nuestros antepasados Mandeos.
-      ¿Quieres decir que el Bautista era perfecto?
-      No. Era tan imperfecto como cualquier otro humano, pero él tuvo la humildad de no atribuirse la divinidad, ni asumir por vanidad la sentencia de ser el “hijo único de dios”. Nuestra doctrina es la más pura y la más antigua. Vivimos entre judíos, pero no somos judíos, nosotros no nos circuncidamos ni esperamos a un Mesías. Vivimos con los primeros cristianos, pero no deificamos a nuestros maestros. Nuestro pueblo es el “Guardián del Verbo”
-      ¿Te refieres al alfabeto sagrado? A los nombres que has pronunciado hace unos momentos.
-      Si, hijo. Esos nombres, su entonación, su orden y su pronunciación deberás aprenderlos tú. Yo te enseñaré. Serás también depositario del altar de invocación y del libro sagrado grabado en oro.
Cuando yo haya partido tu llevarás contigo estos secretos al otro lado del Atlántico. Allí criaréis a vuestro hijo, al que haréis depositario de este legado. Y el hijo de vuestro hijo lo destruirá antes de morir, pues ya no será necesario utilizar la llamada a los dioses, pues los dioses vivirán entonces entre los hombres.
Samantha y yo nos miramos atónitos y fue ella quien replicó.
 
-      Mira Jared, eres un brujo, primero nos casas y ahora me preñas….
 
Jared se echó a reír.
 
-      Te aseguro que yo no he sido. Más bien ha sido Jean ¡Creo yo!
-      Bueno si en algún momento decidimos tener un hijo nos acordaremos de ti con amor.
-      Mira Samantha, la semilla ya está dentro de ti. Ya estás preñada…
 
Samantha se quedó helada. No era posible según el ciclo hormonal de su calendario.
 
-      Estate atenta a tus sueños, querida hija. El, un ser de luz, se asomará a ti una de estas noches y no será un sueño sino el anuncio de su llegada.
 
Samantha comenzó a llorar. Luego dio tal abrazo al anciano que casi lo derriba. Después sin poder contener el llanto me abrazo a mí, Lloraba, reía y movía los brazos poseída de una enorme excitación. En tres días se había enamorado, se había prometido en matrimonio y además había concebido un hijo.
Y su maravillosa histeria contagió a todos los moradores de la casa. Salima, su nuera y los orfebres dejaron de golpear el metal y se precipitaron al salón.
Aquello era una fiesta improvisada por el anuncio de un profeta que anunciaba el nacimiento de un hijo nacido del amor. Pero a esas alturas, lo que Jared anunciaba era sencillamente una sentencia absoluta. Si él decía que Samantha estaba embarazada, todos asumíamos que no podía ser de otra manera. Por otra parte, tanto ella como yo, hicimos muchos méritos para conseguirlo, aunque no era nuestra intención tener un hijo. Nos vimos arrebatados por una fuerza irracional. Desde que conocimos a aquel venerable anciano, nuestras vidas, nuestro destino y nuestra voluntad estaban en manos de los dioses.
Según Jared, quedaba menos de un mes para su partida y yo me sentía privilegiado y, por otra parte, poco digno de asumir la responsabilidad de ser depositario de aquel secreto.
Jared me dijo que en menos de un mes tendría que memorizar todo lo que a él le había costado aprender varios años. Me sugirió que grabara su voz para conseguir la entonación, la frecuencia y la intensidad. También me entregaría la fórmula del líquido sagrado y por último tendría que transportar el altar de las invocaciones, que Jared lo tenía fraccionado en piezas separadas y escondidas para que nadie pudiese montarlo.
Si Samantha se había vuelto loca, yo no podía digerir todavía lo que estaba pasando. Y además de meterme a Nasurai iba a ser padre. Eran demasiadas emociones para digerirlas en un momento. Necesitaría más tiempo para entenderlo todo. El ser padre por otra parte, me daba pavor. Jamás me había preparado para aquella responsabilidad. Era algo demasiado transcendente para entenderlo.
Además, había olvidado el encargo de la Nacional Geographic que jamás lo concluiría. Ya no era su reportero. De ninguna manera podría hablar de los secretos, de los que sentía, como mi pueblo.
Después de comer y de celebrar aquel “posible” acontecimiento, decidimos dejar descansar a Jared. En los días sucesivos el trabajo iba a ser intenso y no podíamos agotar al venerable anciano.
Decidimos pasar la tarde en Dezful. Teníamos que cambiar de aires. Eras demasiadas emociones. Al parecer Samantha tenía un capricho; quien sabe, si por el posible embarazo, pero deseaba tomar un helado y un café, que se servía en una cafetería especial en dicha ciudad.
 
-      ¡Oye Jean! Tienes que hablar. No pares de hablar. Necesito escuchar por tus labios lo que está pasando. Estoy absolutamente traumatizada.
-      Pues a buen sitio has ido a parar. Soy yo el que no puedo digerir tanta emoción. Es imposible que mi vida cambie a tanta velocidad. Pero te diré algo, ¡amor mío! Yo siento que todo esto está bendecido por algo sagrado. Lo de ser padre me ha pillado por sorpresa, pero desde que dejamos a Jared esta mañana he comenzado a sentir una paz interior que jamás me hubiese imaginado tal reacción ante tal acontecimiento.  Y cuando pienso en esa posibilidad algo por dentro me da paz, me sosiega. Pero tengo miedo, mucho miedo, a no saber ser tu esposo y además saber ser padre. En la universidad no se enseñan estas cosas.
-      Tengo que esperar dos semanas para hacerme la prueba del embarazo, pero estoy segura que lo que ha dicho Jared se cumplirá. Él ha dicho que llevo tu semilla dentro y yo siento que es así. Pero por si acaso, querido, te voy a hacer el amor, tantas veces al día durante este mes, que si no lo estaba antes te aseguro que quedaré preñada. O sea que esfuérzate.
 
Nos reímos a lo loco mientras pasábamos por el puente del río Dez. La bulliciosa Dezful iba a recibir a mi princesa y eso era todo un acontecimiento,
Samantha quería ir al mercado viejo. Tenía la necesidad de vestir de mujer. Tan solo había metido en su maleta ropa de campaña y estaba cansada de ir en pantalón.
 
-      ¡Quiero seducirte, amor mío! Quiero que me veas como la mujer más guapa del mundo.
-      Te aseguro que como más me gustas es desnuda.
-      ¡Qué bruto eres!
-      Eres guapa con o sin vestido. Pero me gustaría presumir de esposa ante mis amigos.
 
Samantha se compró tres o cuatro vestidos. No me dejó verlos. Era una sorpresa. Después encontramos la cafetería y pedimos sendas copas de helados y dos cafés.
La pequeña mesa del establecimiento por un momento se convirtió en un despacho improvisado y los móviles comenzaron a calentarse por las llamadas que realizamos.
Llamamos a nuestras respectivas madres. A la mía casi le da un infarto cuando le dije que tenía que hacer de madrina de mi boda y que en menos de una semana tendría que venir a la ceremonia.
La madre de Samantha, no solo se puso contenta, sino que le dijo a modo de reproche que ya era hora de que se casara, pues no le daría tiempo a ser abuela, a lo que Samantha le dijo que sería mucho antes de lo que pensaba.
 
-      Marco, ¿Qué tal va todo por ahí?
-      Ya es hora de que me llames. Creía que te habían raptado.
-      Siéntate y escucha. Saca un billete para Dezful cuanto antes.
-      ¿Dónde demonios esta eso?
-      En Irán. Tienes que venir a mi boda y conocer a mi futura esposa.
-      Serás puñetero. No puedo creerte ¿Me estás tomando el pelo?
-   Si, Marco, estoy enamorado hasta la médula. Y si conocieras a Samantha lo entenderías. Vente con toda la familia. Trae a los pequeños. Deja todo y ven por favor, te necesito.
-      Me has dejado de piedra. Al final el don Juan ha sido cazado.
-      ¡Por cierto Marco! ¿Tenemos alguna filial o empresa en Sudamérica?
-      ¿Por qué me lo preguntas? Tenemos una delegación en Chile y varias empresas asociadas con las que tenemos compromisos.
-      ¿Y en Argentina?
-      No, es un país que no da seguridad jurídica y financiera.
-      Pues vete pensando en montar allí algo. No solo de nuestro objeto social. Tenemos que poner en marcha un negocio sostenible ganadero y agrícola, además de los objetivos de negocio que tengas en previsión.
-      ¡Joder, Jean! ¿Te has vuelto loco? ¿Quieres montar una granja?
-      Ven y te cuento todo ¿Tenemos en la empresa alguien que pueda asesorarnos?
-      ¡Estás loco! ¿De verdad lo dices en serio?
-      Si, totalmente en serio, pero no puedo hablarte por teléfono. Y que conste que esto no solo me afecta a mí. Estoy asegurándote tu jubilación y el futuro de nuestros hijos.
-      ¿Cómo de nuestros hijos? Si tú no los tienes. Te refieres a tus ahijados, mis hijos.
-      No. Espero resultados, pero disponte a ser padrino. Ahora te toca a ti.
-      Sé que eres un hombre sensato y racional. No sé qué bichos te ha picado ¡Joder Jean…dime algo más!
-      Te juro por lo más sagrado que nunca he estado más cuerdo que ahora mismo. Estoy viviendo una aventura que no puedo contártela por teléfono. Tenéis que venir.
-      Ok. La próxima semana estamos todos ahí. ¡Por cierto! Mándame una foto de tu futura esposa.
-      Espera que te la envío por WhatsApp.
-      ¡Demonio Jean! ¿Dónde has encontrado a esa diosa? Es preciosa.
-      Pues en la distancia corta es todavía más bella.
-      Aunque solo sea por conocer a esa mujer me tienes allí en un suspiro ¿Quieres algo más?
-      Ven con mi madre. No quiero que viaje sola.
-      Ahora mismo gestiono el billete y me pongo en contacto. Cuando se lo anuncie a la empresa, tendremos que dar un día de fiesta.
-      Por cierto, compra una botella de buen vino para todos los trabajadores y ponlo a mi cuenta. Y no dejes de mirar lo de Argentina.
-      Estás loco, pero te quiero….
-      Samantha. Tenemos que ir a la embajada francesa. Tenemos que pedir cita para que nos case el embajador.
 
Estaba anocheciendo cuando llegamos al pequeño hostal.
Samantha desapareció en el baño. Escuche el sonido de la ducha y luego, después de unos minutos eternos, una figura deslumbrante emergió en la habitación. Samantha estaba radiante, transformada -Que manía tenían las mujeres de vestirse de hombres, si los vestidos las hace sencillamente diosas- Era una túnica blanca ceñida suavemente a la cintura. Desde el cuello caían unas pequeñas solapas bordadas en oro. Su cabello ondulado llegaba hasta el comienzo de sus senos. Iba descalza. Sencillamente estaba enamorado de la diosa de la belleza.
No me dio tiempo a ducharme. Me abrazó con ternura y me beso con suavidad.
 
-      Tendrás que esforzarte al máximo, no sea que Jared se haya equivocado. Tendrás que embarazarme a la fuerza.
 
Lo que luego ocurrió y como lo dije anteriormente no es de vuestra incumbencia.

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