domingo, 30 de enero de 2022

Un Mago Genial Capítulo VII El futuro

                                     CAPITULO VII

                                          El futuro


Durante dos días no pudimos ver a Jared. Su corazón no aguantaba el ritmo de la existencia. Su voz era un simple susurro y optamos por no molestarle. Aprovechamos para ultimar las gestiones de traslado de Sami y de su madre. En París Marco había ultimado las gestiones de la venta de la empresa. Solo faltaba mi presencia para formalizar el contrato final y para despedirnos de nuestros queridos trabajadores. Mi prioridad era Jared. Tenía que estar pendiente de él, el resto podía esperar.

Durante todo el mes de mi estancia en Irán no habíamos visto la televisión. Estábamos viviendo en una burbuja atemporal, gozando de nuestro amor y de la experiencia única y maravillosa de Jared.

Marco me había puesto a corriente de la detección en Europa de un virus que al parecer procedía de un mercado en la provincia de Vuhan en China, que estaba produciendo un enorme número de muertos. Parecía que la Organización Mundial de Salud iba a sentenciar la calificación de pandemia mundial y la recomendación de mascarilla. Esa mañana habíamos puesto la atención en la televisión del pequeño hostal que anunciaba los primeros casos detectados en Irán. Tanto Sami como yo pensábamos que era algo pasajero.

Estábamos tomando café cuando llegó en bicicleta el nieto de Jared. Salmán, era un excelente orfebre y le habíamos tomado mucho cariño. Era el más despierto de la familia. Tenía previsto abandonar Irán una vez Jared hubiese partido a las estrellas. Salmán tenía que tomar las riendas de toda la familia, además no quería que sus dos pequeños hijos, bisnietos de Jared siguieran en aquel país. Durante los tres últimos años había enviado varias piezas de alta joyería para varios clientes canadienses y tenía una oferta de trabajo de unos empresarios de ese país. Su propósito era llevarse a todos para comenzar una nueva andadura. De toda la familia de Jared él representaba el paso más progresista entre las viejas tradiciones mandeas y el futuro tecnológico que estaba llamando a la puerta. Hablaba bien el inglés y durante estos tres últimos años su nivel de francés era bueno. Mi intención era contar con él en el futuro en los proyectos empresariales que Marco estaba preparando en Sudamérica. Pero no le quise anticipar nada puesto que tan solo era un proyecto.

-      Jean, apuraros, tenéis que venir rápidamente, el abuelo quiere hablar con vosotros. Parece que ha renacido. Salima, nuestra madre dice que es la mejoría que precede a la despedida final y me ha enviado a buscaros.

Dejamos el desayuno en la mesa, cogimos el coche y salimos como una exhalación para encontrarnos con nuestro venerable sabio mandeo.

Estaba sentado. A pesar de sus noventa años, era un hombre guapo. Sus arrugas le daban un aire beatífico y aristocrático. Sus ojos brillaban extrañamente.

-      Bienvenidos hijos. He visto a mis hermanos de la luz. Me están esperando. Soy feliz. La Suprema Inteligencia me ha permitido vivir intensamente durante estos años y llevo mi maleta cargada de experiencias, emociones y sentimientos.

Nos sentamos a su alrededor. Al poco rato llegó Salmán, pero no fue al taller. Salima, el alma de la familia nos había reunido alrededor de su padre. Ella sabía que era el fin.

-      Ayer, nuestros hermanos celestiales me mostraron algo terrible. He visto vuestro futuro.

Tomó la mano de Salman entre las suyas y le acercó hacia su pecho.

-      Tu Salmán serás ahora el que cargue con la responsabilidad de nuestra familia. Tus hijos vivirán en un futuro que nada tiene que ver con lo que ahora estáis viviendo. Debéis partir pronto al otro lado del mar.

Luego me miró a mí.

-      Jean, querido hijo. Tu familia no solo es la de sangre. Pongo bajo tu cuidado a mi propia familia. Seréis los primeros de una nueva raza. Tienes que enterrar definitivamente nuestra cultura mandea, pus ha perdido su esencia. Tienes que enterrar a los dioses de las religiones que tanta sangre han hecho derramar. Debéis comenzar un tiempo donde cada ser humano, aun siendo incapaz o poco dotado ocupe su sitio con la misma dignidad que el más brillante.

-      Los hermanos de la luz me han mostrado cómo un virus, creado para matar; diseñado para la guerra y para el comercio farmacéutico se ha escapado del laboratorio. Es un virus muy contagioso, que matará a millones de seres. Pero el virus no es el problema, sino lo que los hombres de ciencia van a utilizar para atacarle.

He visto cómo se fabricaba una vacuna que por primera vez atenta contra la sagrada Ley de “lo que dios ha unido no lo separa el hombre” Es un remedio diabólico que producirá millones de muertos en las dos próximas generaciones. Entrará en el cuerpo del ser humano ordenándole que fabrique una proteína que volverá a los seres humanos autistas, enfermos y débiles. Y prácticamente toda la raza, movida por el miedo al virus se inyectará dicha vacuna. Las autoridades aprovechando ese miedo volverán a imponer, como en el tiempo nazi, restricciones y apartarán como apestados a los no vacunados que sufrirán el acoso y el rechazo de sus hermanos. Pero pasado el tiempo, no se podrá ocultar las consecuencias diabólicas de dicho remedio y las personas morirán por millones y los que no mueran arrastrarán enfermedades. Muchos se volverán autistas. Solo los no vacunados saldrán adelante.

Los señores de la luz me mostraron que el virus diseñado para matar se combate simplemente con antiparasitario que tomas los perros. Pero los comerciantes farmacéuticos en su afán de riqueza impondrán la vacuna y generarán dos generaciones de dolor y de muerte.

Debéis apuraros pues en poco tiempo todo se precipitará. Una locura colectiva atrapará a toda la humanidad.

No os vacunéis. Ya sabéis el remedio que tenéis que emplear. Tu Jean, habla con Marco y procuraros salvoconductos falsos de vacunación o no podréis abandonar vuestros propios países.

Salmán, tienes dos semanas para salir de aquí. Tu nuevo país será Canadá. Tus hijos y los hijos de Marco y Jean vivirán, tanto en el sur como en el norte de América.

-      ¡Pero padre! No podemos en tan poco tiempo reunir el dinero necesario para partir.

Enseguida reaccioné, aquella era mi familia.

-      No Salmán, el dinero no es problema. Yo os daré el necesario para partir y lo que necesitéis para emprender una nueva vida.

-      Pero Jean, nosotros somos pobres y no podremos devolvértelo.

-      No os lo presto. Os lo doy, por tanto, no tenéis que devolvérmelo. Además, ese dinero yo no me lo he ganado es de mi propio padre que me lo dejó con ese fin.

Voy a llamar a Marco. Programaremos el viaje a través de Paris. Allí buscaremos la forma de conseguir el certificado de vacunación. No hay nada que no se pueda comprar.

Una sonrisa de agradecimiento fue el pago que Salmán me entregó como compensación. Jared siguió hablando.

-      A menudo me habéis preguntado por la insistencia en desenmascarar la figura de Jesús, o de cualquier otro elemento de adoración. Yo no tengo ninguna manía hacia esos personajes pues son seres humanos, ni más ni menos que cualquiera de nosotros. Pero quiero que entendáis el mecanismo que os he venido explicando en estos días, pues es decisivo para incorporarnos al futuro.

No hace muchos años, el Alemania se produjo un fenómeno aberrante cuando un personaje paranoico creo el movimiento Nazi. Todo el pueblo quedó seducido por su mensaje y ese fenómeno generó la segunda guerra mundial con millones de muertos. El odio racista hacia los judíos fue otra de las aberraciones de aquel movimiento. Todavía se está estudiando el fenómeno hipnótico que creó la aceptación activa y pasiva de todo un pueblo de un loco asesino.

Eso ocurrió y ocurrirá en el futuro porque todos tenemos dentro el fenómeno de sumisión al líder. Lo que se ha llamado el espíritu gregario de manada.

Al aceptar la sumisión al Cristo, al que le entregamos todos los atributos y todos los poderes, aceptamos implícitamente que somos pecadores, imperfecto y por tanto aceptamos que el principio de autoridad como algo normal.

La Ley traída por Atóm fue clara. Dios, la solución, el progreso y la evolución está en todos y cada uno de los seres vivos. Esta en la asamblea, en la cooperación en la Ley del Uno.

Pero Moisés entregó esa conciencia, ese poder a Yavhe y luego los cristianos al hijo de este Jesucristo.

Veréis en poco tiempo como los políticos se someterán al poder económico y estos someterán al pueblo al igual que se hizo con los nazis. No os obligarán a llevar una estrella amarilla en el vestido, pero tendréis que vacunaros si queréis entrar en tal o cual establecimiento, o conservar el puesto de trabajo o tener derechos sociales. Los que no sigan las directrices equivocadas de las autoridades serán apestados y marginados, incluso por su propia familia. Los tiranos utilizaran el miedo para enfrentar a unos contra otros.

Mientras no entendáis que el poder no está en uno más dotado, ni en un mito, sino en el grupo, en la conciencia colectiva, seréis manipulados y seguiréis eligiendo al tirano, al inútil, al mentiroso y al ignorante.

Cuando se deificó a Jesucristo o a cualquier otro líder semejante, se creó una casta sacerdotal que a lo largo de la historia ha causado millones de muertos, abusos, pederastia, herejías, guerras santas y otras tantas atrocidades.

Pasarán varios siglos hasta que entendáis la Ley del Uno. Vosotros, hijos míos estáis aquí designados como la simiente de un nuevo tiempo, donde el amor, la inteligencia, la ciencia y el humanismo se integrará en todo el grupo, no en un líder.

La verdadera autoridad es moral y el verdadero líder jamás tomará una decisión sin contar con todo el pueblo, con la flor, con el mosquito, con el aire.

Akenatón suprimió todas las autoridades, todos los intermediarios y centró el poder de invocación en el signo más universal; es decir en el Sol, en consecuencia, en la luz. Vosotros sois hijos del Sol y como iniciados entenderéis el lenguaje de la luz, pues la Suprema Inteligencia dicta sus mandatos a través de la misma.

Si no suprimís el sentido de obediencia gregario, si seguís poniendo todo el poder que reside en vosotros mismos, en un dios, en un líder o en una institución, los alfas, los tiranos y los opresores os manipularán como corderos y os harán tomar veneno, os privarán de la libertar argumentando que es por vuestra propia seguridad. Os llevarán a guerras sangrientas para preservar el interés de unos pocos.

El camino no será fácil, pues este espíritu gregario de manada forma parte de vuestra propia genética.

A lo largo de dos mil años os han dicho que la oración y la súplica os salvará. Pero las oraciones no llegan a ningún sitio, pues el poder que invocáis nunca estuvo fuera de vosotros, sino en vosotros mismos.

Pasarán siglos hasta que vuestro ego se diluya para formar parte de una conciencia colectiva. Y será esa conciencia la que os hará vivir en libertad, en felicidad y en progreso. Será entonces cuando no veréis a dios en una estatua o en un templo, sino en vosotros mismos, en el árbol o en el león. El mejor templo será vuestro propio cuerpo sano y longevo y por extensión en el templo de la vida y de la naturaleza que es vuestro propio planeta.

La cultura que educa a vuestros hijos es selectiva, violenta, excluyente e insolidaria. Vuestros hijos juegan con superhéroes violentos, que esgrimen la muerte como arma. No el amor, la razón o la ciencia. Y cada niño es un supermán o una máquina violenta de destrucción y muerte. Estáis fabricando seres competitivos, insolidarios, autistas que pasan todo el tiempo enganchados a luchas y entretenimientos hostiles.

Creaís arquetipos de triunfo y modelos a imitar de seres superricos, mamotretos llenos de músculos. Híbridos de carne y metal que tienen como fin la muerte y la destrucción. Y cada uno de vuestros hijos es un líder insolidario, violento y agresivo, que no entiende el modelo solidario y participativo.

Es por eso, hijos míos que debemos sepultar a superman, a Jesucristo o a modelos mitificados que os han robado todo vuestro poder, y el poder del alma colectiva de la raza. O enterráis a los dioses o los dioses os enterrarán a vosotros.

 

Jared estaba transformado. Una extraña voz y una mirada profunda estaban mostrando a otro ser que latía en sus trémulas carnes.

Lo que luego sucedió todavía late en mi corazón como un recuerdo imborrable.

Nuestro padre espiritual tomó la mano de Salima con una de sus manos y la mía con la otra. Sus ojos se cerraron poco a poco. Sus labios se entreabrieron en una ligera sonrisa. Su corazón se había parado.

Una extraña corriente entró por mi mano y se alojó en mi corazón. Sami lo detectó enseguida puesto que tenía mi otra mano entre las suyas. Algo golpeó mi pecho y sentí una emoción indescriptible, beatífica, plena de dicha.

Algo había entrado en mí y aún hoy después de un año, puedo sentirlo y evocarlo en el recuerdo.

Todos lloraban. Un olor a nardos o rosas invadió la estancia y una luz violeta nos envolvió a todos durante unos minutos. Nadie hablaba, todos sentíamos.

Jared, el hombre más sabio de la tierra, él último mandeo, había tomado el camino de las estrellas.

Pero todavía no acaba aquí el milagro. Solo yo pude ver unas siluetas luminosas que rodeaban al venerable anciano.

De Jared salió su doble resplandeciente. Se unió a dichas siluetas, mi miraron por unos segundos y se desvanecieron, camino de las estrellas.

Yo jamás vi nada sobrenatural, pero tal y como me había dicho Jared, con su marcha se despertó en mi un nuevo sentido, otra forma de mirar y de oír. Fue a partir de entonces que obtuve respuesta en la invocación de los setenta y dos antes el altar mandeo que heredé.

Desde entonces vi, oí y sentí muchas cosas que ahora no debo contar.

Jared había ordenado que no se realizara el ritual mandeo de la muerte. Simplemente solicitó que se le enterrara en la montaña y que jamás le imploráramos ni le invocáramos, pues el estaría siempre en nosotros.

Habían transcurrido treinta y tres días desde mi llegada a Irán y como me anunciará Jared, no realicé reportaje alguno. Simplemente me casé, me hice nasurai y comencé a liderar una utopía.  

No esperamos al funeral. Su familia de sangre necesitaba llorarle en silencio.

Selena nos estaba esperando. Pasamos un día más en Irán. Pero con el mínimo equipaje cogimos un vuelo sin retorno a Paris.

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