sábado, 13 de julio de 2019

Pienso, luego... ¡Existo¡




Es curioso, no sé bien cómo definirlo.

A medida que he ido transitando por el recorrido de mi recorrido de vida, he ido aprendiendo cosas.

También he ido desaprendiendo cosas, así como he ido integrando cosas y, por supuesto, he ido desechando cosas.

A veces, me parecía “recordar” cosas.
A veces, me parecía “aprender” nuevas cosas.
El puzle del conocimiento se forma y se transforma.

Encuentro piezas que encajan y, esa parte ya construida, así se amplía.
Lo considero algo fascinante.

Es cierto que hay veces en las que pienso que todo lo que sé o he aprendido y, por consiguiente, forma la base de mi estructura se tambalea porque nuevos conceptos cambian mis cimientos.
Es un viaje donde el paisaje va cambiando.
Sin embargo, es también cierto que nuevas informaciones cambian radicalmente las antiguas, las completan y, paradoja de paradoja, todo cambia, pero sin embargo, en la esencia, es lo mismo.

He intentado explicarlo, no sé si lo he hecho bien.

Un ejemplo de esto.


Recordé, hace ya tiempo, que el ser humano es trino por naturaleza.
A saber. 
Somos cuerpo, alma y espíritu.

Luego supe que el ser humano, en la tercera dimensión somos una parte de materia, dos partes de alma y una parte de espíritu.
Supe también, justo en ese aprendizaje, que seres de otras dimensiones van sumando y restando partes de alma y de materia hasta llegar a un punto en el que se llega a ser solo espíritu.
Ahí se me hablaba de los Dioses.


Supe después, completando mi puzle, que una visión deformada de ver nuestra realidad, es creer que somos espíritus individuales.

Un ejemplo para explicarlo.


El mar no es más que millones de gotas de agua unidas, si separas una gota tienes una gota separada de agua que es, en si misma, el mar entero, pero su verdadera naturaleza es el mar entero llena de pequeñas gotas de agua que pierden su individualidad cuando están todas cohesionadas en el vasto océano.
Aprendí también que para nuestro espíritu es lo mismo.

Tú, yo, nosotros somos un único y gran espíritu que tal vez, de eso no estoy tan seguro, seamos grupos de grandes espíritus que a su vez se unen cuando esos grupos de espíritus cohesionados en uno, forma un solo uno de muchos unos.

Quizás será por eso que ahora entiendo un poco más uno de los puntos de comienzo de mi aprendizaje. En la tercera dimensión somos una parte de materia, dos de alma y una de espíritu.
Después tres partes de alma y dos de espíritu, luego espíritu solo.
El vocablo alma, viene del concepto anima, y anima es una fuerza psíquica, y que elabora el Sol, que es la que da anima…ción.

Pero el alma no es el espíritu.
El alma o anima es ese aspecto de la energía que da impulso y movimiento.
El espíritu es algo aún mucho más profundo.
Es una inteligencia que instruye e impulsa, coordina y extrae conciencia de toda esta realidad.

Una de las expresiones que a veces me han formado en el rostro un atisbo de sonrisa es cuando, por ejemplo, en un mundo tan materialista como el nuestro y en algo tan tribal como el deporte se hace mención con la expresión al “Espíritu de fulanito o zutanito”, para expresar la fuerza que anima a esos deportistas, máxime cuando el fulanito o el zutanito ya fallecieron hace tiempo.

Y comento todo esto a raíz de esto que voy a comentar.
Son dos pequeñas historias.

Una mujer, debido a un cambio de residencia, empieza a transitar por primera vez y, dado que es su nuevo domicilio, reiteradas veces por un nuevo camino.
Muchas veces esta mujer ve, pero solo lo ve ella, personas al borde del camino.

Extrañada de que solo los ve ella y nadie más, y, pensando con total coherencia, de que se trata de una alucinación personal, sigue una sugerencia y decide preguntar a una antigua vecina de la nueva población en la que habita ahora ella si algo pasó en esa parte de la carretera.

La mujer interpelada rompe a llorar y le dice:

Ah, tú también los ves. 
Te cuento. 
En esa curva fallecieron unos jóvenes en un trágico accidente.
Una de esas personas era una chica, intima amiga de mi hija.
La insistieron para que no fuese en moto con su chico, que fuese en coche. Ella fue una de las fallecidas”.


Luego, era cierto y así quedó comprobado que la nueva vecina del lugar no veía alucinaciones. Veía entidades.

Otra historia.

Hace poco, y por motivos profesionales, tuve que pasar cerca de un camping donde hace 40 años se produjo un terrible accidente.
Un camión cisterna explotó arrasando, como si de una bomba se tratase, los veraneantes que allí estaban.

Los que saben de lo que hablo, recuerdan que me refiero al incidente del camping de Los Alfaques, en la Costa Dorada, en España.

Siempre supe que, aún ahora, hay muchos testimonios de personas de todo tipo que aseguran que cuando por allí pasan ven entidades que vagan, como perdidos, en las inmediaciones del lugar del accidente.


Y es este recuerdo el que me inspiró hacer este escrito y uno estos dos aspectos del relato, escrito hasta ahora para comentar mi My Mind.

Cuando tu ves que un niño juega haciendo castillos de arena en la playa, el elemento que cohesiona la arena es el agua.
¿Qué pasa cuando el agua se evapora?
Sucede entonces que el castillo pierde su elemento cohesionador y la arena se disgrega y el castillo se deshace.


Pasa lo mismo a como cuando asimos arena en la mano y ésta está seca y se escapa por entre la mano cerrada con la que la hemos asido.


El agua es, tal vez, una imagen que nos acerca a comprender en esta dimensión lo que es la presencia del espíritu en el cuerpo, en nuestro cuerpo.

Nuestro cuerpo son elementos formados por átomos de materiales que están en nuestra dimensión.
Somos, entre muchos otros componentes, hierro, carbono, hidrógeno, agua que a su vez es combinación de elementos.

El alma o anima, es una energía psíquica elaborada por el Sol que instruye y da forma a esta forma siguiendo un patrón y un proceso instruido por una Inteligencia mucho más profunda que instruye, guía y coordina todo este proceso.

El espíritu es la fuerza que, como en el ejemplo del castillo de arena, cohesiona ese proceso.
La finalidad es la conciencia.

El cuerpo sabemos lo que es. Es materia tangible, visible, tocable.
El alma, dentro del cuerpo está, se podría decir, en la sangre.
La sangre que insufla y mantiene en vida, a todo el conglomerado que es el cuerpo.
La sangre visita cada recodo de nuestro organismo.
La energía psíquica del Sol la vemos, como reflejo, en el reflejo de luz que emite cada célula de nuestros cuerpos.
El espíritu sería, y las palabras empobrecen casi siempre la realidad y tengámoslo esto en cuenta, un pequeño punto de luz que está situado en el entrecejo.


La conciencia está omnipresente en todo el cuerpo y se manifiesta a través de la memoria celular.

Las entidades que ve la mujer de la primera historia, las entidades que ven los que han visto entidades en las inmediaciones del camping de Los Alfaques no son el espíritu.
Son un aspecto de alma de seres que tuvieron un cuerpo físico y que no llegaron, en un tiempo finito, a hacer una total conexión e interconexión entre los tres aspectos trinos del ser que somos.
La materia es una ilusión o un reflejo solamente.

Pongo siempre un ejemplo para explicarlo.


Un objeto proyecta una sombra en un plano.
La sombra no tiene capacidad para imaginar la verdadera forma que le da su forma. Inclusive ella, por su visión fraccionada no alcanza a ver, ni siquiera su verdadera forma de sombra proyectada.
Todo es conciencia y todo, tal como está pensado, instruido y programado, responde a un fin superior siempre, siempre benevolente y constructivo.

Dicho de otra manera, si es así, así está bien que así sea.
¿Puede ser mejor?
Seguramente.

Y, si puede ser mejor, la inteligencia que instruye y coordina 150 billones de universos extraerá la síntesis de su conciencia y la cual integra a través de la síntesis de la conciencia que Él experimenta con cada una de la experiencia de cada uno de nosotros que, separados como nos sentimos, es una ilusoria imagen de una realidad que no es la realidad, y, si puede ser mejor, lo hará mejor en el próximo universo que crea.


El todo es un todo fraccionado ilusoriamente.
Es el mar y sus innumerables gotas de agua.

Pero bueno, en mi tránsito de vida en el recorrido de vida todo esto, tal vez mañana, como al principio escribía, puedo pensarlo diferente, aunque en esencia siga siendo lo mismo, solo que nuevos conocimientos, nuevas ideas completen cada vez más este puzle.

My Minds mías.

Ah, los animales no son espíritu individual, son alma colectiva.

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