Conocí a la madre de
mis hijos 6 antes de que naciese la niña.
Hacía 10 que ya la conocía cuando nació
el niño.
Disculpadme chicos,
pero ya lo sabéis y lo sabréis, para un padre sus hijos son, aún siendo
adultos, siempre niños.
Hoy pensaba de nuevo
lo que he pensado algunas veces.
Dónde estarían antes
de que naciesen.
Qué hacían, qué veían, de dónde venían antes de estar en el
lugar en el que estaban cuando aquí aún no estaban y antes de conocerlos, antes de verlos,
antes de saber quiénes y cómo eran.
Muchas veces he oído
relatos de personas que han tenido la muerte en vida y han regresado. Todas
coinciden en decir lo mismo acerca de lo que ven, de lo que sienten, de lo que viven.
Nunca antes, hasta
hoy, he conocido una segunda historia qué cuenta que alguien había visto a su
futura familia antes de nacer.
En las dos historias
las dos personas, que no tienen historia en común, pero si esta historia común
a ellos, cuentan “algo que vieron”, “algo que escucharon” y que resulto ser cierto
cuando lo narraron siendo niños a sus familias.
Vieron al abuelo ya fallecido, vieron la
escena familiar, narran lo que escucharon que se dijo.
En ambos casos era cierto,
así fue, así sucedió y a corroborarlo la atónita familia que en ambos casos
dijeron algo en común:
“Pero, ¿cómo es posible si tu no estabas allí, si aún no habías nacido"?.
Está pues claro, seguimos siendo después
de fallecer, ya somos antes de nacer.
Esta vida es como un momento
de sueño para nosotros visto desde allí pero un momento de vida tan real mientras estamos aquí.
Y si esto genera las lógicas
dudas quiero narrar una historia que me han narrado también.
Un día en un hospital
muy conocido de una conocida ciudad española, un equipo médico trata de salvar
la vida de un joven accidentado grave en un accidente de motocicleta.
Un doctor interviene
decisivamente para salvarle la vida.
El accidentado estuvo en coma profundo más
de dos meses.
Despertó de improviso volviendo muy rápidamente a una vida
normal.
El jóven y su familia siempre estuvo muy agradecido al profesor.
Esta historia que no deja
de ser una más de las muchas que a diario se viven y se vivían en ese hospital, como en tantos hospitales tiene una salvedad que la
diferencia de otras historias tan comunes en los hospitales.
La salvedad es que 10 años después y en una noche tranquila en la que debía hacer guardia, el mismo
doctor se reencuentra con el mismo joven en una sala en la que se había retirado para descansar un poco, una sala justamente habilitada para el descanso.
A la mañana siguiente
les explica a sus compañeros:
"Esta noche ha venido
a verme un paciente que, creo recordar tuve hace tiempo. Vestido de traje con
una gran amabilidad me ha pedido un favor. Me ha pedido que vaya a ver a su
madre y que la tranquilice, que la diga que está bien, que se encuentra
tranquilo, sereno y feliz".
"Le he visto traspasar la puerta, me ha hablado y después se ha desvanecido"
"¿Qué hago?".
Les preguntaba a sus compañeros.
El doctor, alguien
con racionalidad académica y científica, sin ningún credo o creencia, estaba
sorprendido y aturdido, buscaba una explicación.
Decidió ir a la
dirección que constaba en el historial clínico del paciente y que hacía ya diez años que había
sido atendido.
Llegado al lugar,
efectivamente encontró a la madre que al médico reconoció.
Le explicó lo
sucedido y lo que supo el doctor es que, justo la noche anterior el joven de 35
años había fallecido repentina e inesperadamente de una parada
cardio-respiratoria.
El hijo fallecido de
la madre que al médico atendió, aun de cuerpo presente en el velatorio iba
exactamente vestido a como el médico lo vio en la pequeña sala del hospital
donde decidió descansar un rato.
Realmente fue a visitar al médico.
Realmente se produjo un encuentro real y no una imaginación, no un sueño.
Historias como estas
hay miles y miles.
Mi experiencia es que
cuando se genera la confianza necesaria en la interrelación normalmente las
personas se atreven a contarlas.
Son algunas
extraordinarias, otras son impensables.
Todas nos dicen que después de aquí,
allí también se vive.
Todas nos dicen que después de aquí, allí también continúa la conciencia de nuestra conciencia.
Como me gustaría que
alguien me explicase cómo es cuando se está allí ya mucho tiempo, cómo es que
se decide venir, cómo es que se decide marcharse, cómo…., cómo…,
…algún día yo, en
primera persona lo sabré.
De momento sé que algo hay y eso es reconfortante, al menos para mi.
Pero, como siempre
digo, esto es solo una My Mind mía más.
Quizás compartida y también quizás en común contigo.
Almamigo ... Desde mis CCPAHCC la historia anterior a nuestra presencia actual, puede ser desde el tarot precisada en las cartas anteriores que definen nuestros códigos actuales del Ego encarnado. Basta precisar los tres arcanos que definen la fecha de nacimiento y los 3 anteriores tienen el suspiro de lo que fue nuestra supuesta existencia anterior. Lo comprobé conmigo con alguien que supuestamente me hizo una regresior, y además por los aires y reminicencias que frecuentemente me acompañan.
ResponderEliminar"La.rueda continúa".
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