CAPITULO II
El origen
Estaba sencillamente preciosa.
El camino a Gavmishabad fue más reposado. Hablamos como dos colegiales. Hablamos de nosotros, de nuestras vidas, de lo que sentíamos, de nuestras creencias. Enseguida comprendí que aquella mujer era una humanista. Un ser preocupado por la naturaleza, que amaba la vida y al ser humano. No practicaba creencia o religión alguna, sencillamente, porque estaba por encima de todas ellas.
Cuanto más hablaba más me gustaba; pues fui descubriendo en mi un sentimiento que nunca había experimentado por ninguna mujer, y he estado con muchas. Era admiración. Tengo cuarenta y dos años y he vivido sobre todo la atracción hacia el cuerpo, incluso el carácter de las mujeres que han formado parte de mi existencia. Pero nunca había admirado a ninguna. Nunca había valorado a la mujer como algo superior al hombre, y no es que sea machista, afortunadamente tengo una madre de la que aprendí sin esfuerzo la dignidad a la mujer. Mi padre fue un triunfador, un hombre respetado y amado por sus empleados, pero finalmente comprendí que, sin mi madre, jamás habría podido llegar a realizarse plenamente. La verdad es que quería a mi madre con un sentimiento de afecto profundo. Ella siempre estuvo conmigo. Pero la mujer que conducía despreocupada, jovial y parlanchina estaba provocando algo extraño en mis sentimientos y no era pura atracción física, sino algo más. Por un momento pensé que Jared me había sensibilizado y en ese estado podía amar hasta los lagartos que dormitaban al borde de la carretera.
Recuas de ganado interceptaban la carretera. Iban a abrevar a la pequeña laguna. No tenían prisa ¿Cómo estaría Jared? Me preocupaba la salud de aquel hombre venerable.
Finalmente llegamos a la casa de nuestro querido anciano. Golpes rítmicos de martillo enderezaban las láminas doradas. Los varones de la familia, estaban ganándose el sustento. No saludaron a través de la ventana con una cálida sonrisa.
Salima estaba ya en la puerta.
- Me alegro de veros. Tenéis que volver a montar en el coche. La casa de Fátima está a cuatro kilómetros.
Fátima abrazó a Salima y nos saludó con una pequeña reverencia.
Enseguida vino a mi mente la idea de que a lo mejor Samantha necesitaba más intimidad y aunque había dos camas, no dejaba de ser la misma estancia. Aunque Fátima se dirigía a mi esperando una respuesta, yo preferí delegar la decisión en Samantha.
Fátima solicitó nuestros pasaportes. Tomó una foto con su teléfono. Nos hizo firmar un papel y nos dijo el precio por noche de la habitación.
La cara del venerable anciano tenía un aire nuevo. Una apacible sonrisa emergía de su rostro.
- Si comprendo cuanto dices, además en vuestro libro sagrado lo dice expresamente: “Cuando Jesús os oprima, decid: somos tuyos. Pero no lo confeséis en vuestros corazones, ni neguéis la voz de vuestro Maestro el altísimo Rey de Luz, Yohanna o Juan el Bautista, porque lo oculto no se revela al Mesías que mintió”
Nuestros primeros padres, por tanto, asumieron la cultura y las tradiciones egipcias. Después de dos siglos de permanencia en dicha región nuestro pueblo creció en número y adoptó las deidades egipcias, porque de una u otra manera eran las mismas o semejantes a las sumerias. Eran dioses y semidioses venidos del cielo, creando al ser humano. Entregándoles la cultura y la religión.
Nuestros ritos funerarios, incluso hoy en día recogen gran parte de sus costumbres, con el tiempo, lógicamente modificadas.
Pero con el transcurso de los años nuestra religión se ha transformado en su manifestación externa en un galimatías entre judaísmo gnosticismo, cristianismo y creencias dualistas de origen iranio, además de influencias mahometanas.
Nuestra doctrina secreta, no obstante, siempre ha sido custodiada y preservada por unos pocos de nuestros sacerdotes. Yo soy el último guardián de esa doctrina secreta.
Nosotros creemos en una Suprema Inteligencia, o
creador del universo. Él creó cinco entidades de luz y otras iguales a ellas, pero opuestas o entidades de las tinieblas.
En realidad, son nueve principios universales. Y todas juntas vienen del Uno Supremo. Aunque nuestra cultura les dio diversos nombres. Estos dioses, no son sino La Enéada, o los nueve dioses de Heliópolis, supeditados al principio o Creador Universal.
Los dioses egipcios fueron conocidos como Ra-Atom, Shu, Tefnet, Geb, Nut, Osiris, Isis, Seth y Neftis.
- Pero has dicho que son diez y la Eneada eran nueve.
El portavoz de la “Eneada” fue Atún o Atóm, que se le representó como un carnero sentado en un trono.
- Jared, ¿Esta Vd., hablando de extraterrestres?
Los ciento cuarenta y cuatro mil son los espíritus traídos a este planeta por esos dioses creadores de la humanidad. Son la semilla sembrada en el planeta que después de millones de años ha fructificado en la humanidad actual.
- Lo que me está contando Jared es absolutamente inverosímil. Ahora entiendo porque me dijo que no podría elaborar el informe para la National, pues no lo creería nadie ¿Pero no termino de entender lo de los ciento cuarenta y cuatro mil?
Mi pueblo desaparece. Han pasado más de tres mil años y solo los brutos, los torpes y los dogmáticos creen hoy en día en ángeles, dioses, milagros y fantasías dogmáticas.
Queridos Samantha y Jean, vosotros veréis el comienzo del fin de las religiones en este planeta. Es absurdo o inapropiado que la sociedad actual fundamente sus normas y valores éticos en dioses fantasmales, dogmáticos o inexistentes de hace miles de años.
¡Yo lo he visto, queridos hijos…Yo lo he visto! Y cuanto he visto no puedo enseñárselo a los pocos que quedan de mi pueblo. Yo soy él último de los sacerdotes de mi tribu. Tu Jean serás el primero del nuevo culto liberador. Yo he visto a estos seres retornar en múltiples ocasiones y sembrar semillas en los seres humanos. Los he visto entrar en el vientre de las madres para sembrar y cuidar sus embriones.
Un maravilloso plan se está llevando a cabo entre la ignorancia humana. Todo se hace en silencio para que solo unos pocos lo sepan.
Jared se levantó y nos indicó que le siguiéramos. Salimos por la puerta trasera de la casa y no sentamos a la sombra de una parra repleta de uvas. Los olores y la luz de aquel rincón daban un extraño sosiego. Jared tomó la palabra.
Fue en el propio palacio real de Tebas. El joven faraón estaba observando el cielo nocturno ensimismado con sus pensamientos cuando una pequeña luz del fondo del cielo comenzó a moverse extrañamente, haciéndose cada vez más grande y brillante. La luz le compenetró cegando sus ojos.
Luego ante él aparecieron tres figuras luminosas, bellas y puras, que emanaban un sentimiento cálido y arrebatador.
El joven faraón sintió en su cabeza la voz del más próximo:
- Yo soy Atóm. Soy la voz de los nueve. Soy la conciencia del universo.
Hay luz y tinieblas. Seres de luz y seres de oscuridad, pero separados son imperfectos. Pero ambos son necesarios para expresar la conciencia de la Suprema Inteligencia, a la que servimos.
Solo hay una conciencia universal. El aire, el árbol, el animal, la serpiente o el hombre son parte de dicha conciencia. Solo integrándose en esa conciencia se puede vivir en armonía.
Todos vuestros dioses y vuestros sacerdotes os apartan de la luz del conocimiento. Solo viviendo en el amor incondicional a la vida y al universo se puede acceder a esa conciencia. Quien vive en la conciencia del uno no necesita templos, ni dioses, ni sacerdotes. Nosotros vivimos en la luz y por la luz fueron hechas todas las cosas.
Luego Atóm, tocó la frente del faraón diciendo: - Mi voz estará siempre en tu cabeza.
Los sirvientes de palacio encontraron al farón tendido en el suelo, sin poder articular palabra alguna.
Y el faraón comenzó a escuchar en su cabeza una voz cálida que le instruía, le enseñaba y le guiaba.
Así lo cuentan las viejas crónicas, grabadas en los anales del tiempo. Cuyos archivos no pueden ser borrados ni modificados.
Aquel joven faraón comenzó una revolución absoluta que le enfrentó a todos los sacerdotes de Egipto, sobre todo a los servidores de Amón.
Estas castas sacerdotales gozaban de rentas, privilegios, propiedades y poder sobre el pueblo. Pero Akenaton instauró un culto sin sacerdotes. Solo él era el que escuchaba a Atóm y los sacerdotes de los otros cultos comenzaron a conspirar contra él al verse privado de sus prebendas y beneficios.
Cambió su nombre oficial de Amenofis IV por el de Akenatón y trasladó la capital del imperio a un punto preciso entre Memphis y Tebas. Ciudad ordenada por Atóm e instauró el culto al Sol cuya conciencia fue llamada Atóm-Ra.
La ciudad de Ajetatón en Amarna fue realizada en un tiempo récord, siguiendo las instrucciones que Atóm le diera al faraón.
Y sabios, filósofos, soldados y sacerdotes acudían al templo para escuchar la Ley del Uno; es decir, la conciencia unificada que integra toda la creación con un amor incondicional, que emergía de la cabeza y de los labios de Akenaton.
Nuestro pueblo trabajó en el palacio día y noche y nuestros primeros padres aprendieron dicho conocimiento, pues en nuestros corazones supimos que aquella enseñanza provenía de la Suprema Inteligencia y era buena.
Akenaton vivía solo para escuchar la voz de Atóm. Fue Nefertiti, su bella esposa, quien impulsó la institución más sagrada de la historia de la humanidad, inspirando la creación de la Fraternidad Solar, que acogería a los iniciados de dicho conocimiento o “Hijos del Sol”.
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice…. Al vencedor le daré del maná escondido y le daré una piedrecita blanca, y grabado en la piedrecita un nombre nuevo, el cual nadie conoce sino aquel que lo recibe”.
Akenaton recibió instrucciones precisas para que se hiciera un altar de oro puro de pequeñas dimensiones, sobre el cual se depositaba una piedra de cuarzo puro en forma piramidal. A cada lado había sendos querubines alados de oro y plata.
Y en la base del pequeño altar los 72 nombres sagrados que debían ser recitados en voz alta por los iniciados. Cada nombre abría una puerta con el universo. Cada puerta despertaba a un dios y ese dios o Entidad revelaba en imágenes a en el cerebro de los iniciados las mismas imágenes y los mismos conocimientos. A veces dentro del templo de los Hijos del Sol se mostraban imágenes, se producían sonidos y se derramaba las esencias divinas y los aromas mágicos del universo. Antes de la ceremonia, los hijos del Sol tomaban una pócima sagrada compuestas de hierbas sedativas que agudizaban la percepción.
Las ceremonias de los Hijos del Sol se realizaban siguiendo un patrón estelar. Los astrólogos reales establecían los días propicios para sintonizarse y escuchar a los dioses.
Esta fue la verdadera historia que los cristianos plasmaron en sus escrituras después de copiarlo de nuestras tradiciones. Pero ningún cristiano tuvo acceso a la piedra y a los nombres sagrados. Pues tanto Jesucristo como sus seguidores sirven a Ruha, la Entidad del mal. Esta información no la encontrarás en el Hawan Gawaita, donde se habla de nuestra historia.
- ¿Por qué dices que los cristianos y Jesucristo sirven al maligno? Es una acusación muy fuerte. No me extraña que os persiguieran.
En la religión cristiana Solo existe un Dios y su único hijo llamado el Cristo. Todo está en ellos y todo fue creado por ellos. De esa manera han ignorado la Ley del Uno puesto que una partícula del cosmos tiene la conciencia divina y no solo su dios el Cristo. Los cristianos han considerado este panteísmo como una herejía, e incluso llevaron a la hoguera a unos cuantos por defender esta doctrina.
Los cristianos afirman que solo invocando aceptando al Cristo se puede acceder a Dios y además han creado una casta sacerdotal que legisla, impone y persigue a quien no acata tal dogma de fe. Incluso han tenido la osadía de considerar que todo ser humano por el hecho de nacer tiene un pecado original y que solo puede liberarse de ese pecado con sus ritos y aceptando a su Dios.
Comimos con apetito. Jared apenas tomó una cucharada de arroz y un par de dátiles. Aquel anciano se alimentaba tan solo de aire o de energía divina. Y su delgadez y figura reflejaban una aristocracia casi sagrada.
Salima nos pidió que dejáramos descansar a su padre y que retornáramos a su casa en un par de horas. Tomamos el coche y nos perdimos por los paisajes rurales, donde la aridez y el calor no dan tregua.
Encontramos en el camino, a pocos kilómetros una laguna con frondosos árboles en sus orillas. Al parecer era el lugar donde abrevaban los animales, pero a esa hora todo el mundo estaba durmiendo la siesta. Caminábamos por la orilla en silencio.
- Lo que no termino de entender, Jean, es porque Jared nos ha elegido para ser depositarios de un conocimiento o de un secreto del que no entiendo nada. Incluso a ti te considera un sacerdote y además nos quiere casar en cada encuentro.
Fue quizás para aliviar el aparente enfado de mi osadía infantil al decirle lo del matrimonio, que Samantha me tomó de la mano caminando hasta retornar al coche. No me miró, simplemente fue un gesto de amistad, pero fue en todo caso, reconfortante.
Jared estaba bajo la parra esperándonos con una sonrisa cariñosa.
Fue el propio Atóm, la máxima expresión de la inteligencia universal, que prohibió que tanto él como los otros mensajeros venidos de las estrellas fueran adorados como dioses, pues por encima de ellos existe la Suprema Inteligencia y Dios es el todo y están en todo. Dios no tiene un solo hijo, sino que todos somos hijos de Dios, hijos del Cosmos. Todos somos más o menos consciente, más viejos o más jóvenes, más o menos dotados, pero todos tenemos dignidad y somos imprescindibles.
Atóm y sus hermanos nos enseñaron en aquellas jornadas de iniciación donde la piedra hablaba en nuestro cerebro y nos mostraba imágenes en nuestros ojos que existe una autoridad moral de quien ha aprendido y ha experimentado, pero no una jerarquía excluyente ni dominante, que exija de los más torpes o de los menos experimentados, sumisión, obediencia o veneración. Nos hizo ver que el poder no estaba en nuestro farón, sino en el grupo, en la asamblea y en el amor de aquellos setenta y dos seres que se juramentaron, reencarnación tras reencarnación con estos principios y no solo en aquellos primeros Hijos del Sol, sino en todos los que viven en la Ley del Uno, los que viven en una misma conciencia por siglos y siglos. Aquellos que son saludados y reconocidos como los “Hijos del Sol”.
Y Samantha volvió a tomar mi mano en forma extraña, hasta que me di cuenta que surcaban mis mejillas sendas lágrimas, que cayeron sobre mi ropa.
No sé lo que había pasado. No era consciente de mi llanto. Quizás fue por empatía con Jared que me puse a llorar sin darme cuenta. Pero curiosamente en la medida que él hablaba yo estaba viendo en mi mente el palacio y las imágenes y sentía las sensaciones de aquellas escenas.
La Fraternidad Solar se disolvió pues fueron amenazados y en los años sucesivos todos sus miembros fueron abandonando Egipto por miedo a ser ejecutados. Nefertiti no tardó mucho en seguir a su esposo y un herpes invadió su cerebro dejándonos huérfanos.
Como seguramente conocerás y es de dominio público, querido Jean. Tutankamón, reino poco y tuvo que restaurar el culto a Amón y dejar Amarna, para finalmente ser envenenado como su padre.
Después de un breve espacio de tiempo el general Horemheb subió al poder y con él terminó la aventura de Los Hijos del Sol y la Ley del Uno.
- ¡Qué pena! – dijo Samantha-
Lo que luego sucedió nos llenó de estupor. Aquella familia pretendía casarnos a toda costa, pues no tenía sentido que nos hiciesen probar unos aros de metal que introdujimos en el dedo anular seleccionado los que se acomodaban a nuestras medidas.
- ¡Oye Jean! ¿A qué viene esto de los anillos?
Entramos en la habitación con cierto recelo por mi parte, puesto que tenía que compartirla, aunque con camas separadas, con Samantha. Pero fue fácil, aquella mujer era inteligente y con sus ademanes dejó claro que íbamos a dormir y no a otra cosa.
Samantha se fue directamente al baño. Oí el ruido de la ducha y luego el inconfundible sonido de un cepillo de dientes. A la media hora salió con un pijama blanco estampado de florecitas y se acostó sobre la cama.
Realmente era guapa y en pijama aún más.
Después de ducharme salí del baño con un pijama pantalón corto, pero desnudo en el resto del cuerpo. No soporto la ropa para dormir; de hecho, no salí desnudo del todo por respeto a mi compañera de dormitorio.
El cansancio y el sueño nos sometió y ambos sucumbimos a Morfeo.
Una mujer bella se acercó a mi cama. Estaba desnuda. Era perfecta y seductora. Se iba a entregar a mí. Se puso con las piernas abiertas sobre mi cuerpo acercando su rosto al mío. Pero de repente sus ojos se convirtieron en ojos sanguinolentos. Su cara se volvió oscura, repleta de gusanos y su cuerpo apergaminado mostraba surcos de sangre y de podredumbre.
Puso sus pezuñas sobre mi cuello y comencé a ahogarme. - Soy Ruha y he venido a matarte -dijo la figura- mientras apretaba mi cuello. Su olor fétido y nauseabundo me aterraba. Grite con todas las fuerzas, a pesar de que no entraba aire en mis pulmones. - ¡auxilio…auxilio! -grite con las pocas fuerzas que me quedaban. Iba a morir a manos de la diosa del mal. Pues Jared me había dicho que era la Entidad maligna que perseguía a los mandeos y que según él había poseído al propio Cristo.
Sabía que me quedaban segundos de vida y volví a gritar con fuerza - ¡auxilio…auxilio! -
Pero en el último instante la figura se disolvió, abrí los ojos viendo sobre mí la bella cara de Samantha. Me di cuenta que estaba temblando aterrorizado.
Luego Samantha beso con ternura mis ojos que comenzaban a cerrarse. Y antes de dormir sentí sus labios sobre los míos. En pocos segundos había estado con el diablo y luego con un ángel que me acariciaba y me abrazaba.
Comenzaba a amanecer. Tenía calor. Abrí los ojos para encontrarme a pocos centímetros con la cara de Samantha. Estaba dormida. Aquella mujer había pasado toda la noche abrazada a mi protegiéndome de Ruha.
Era bellísima, pero lo que sentí aquella noche era algo más que admiración. Fue entonces cuando desee con todas mis fuerzas cumplir la profecía de Jared. Aquella mujer sería mi esposa. No era tanto una afirmación, sino un sentimiento que jamás había sentido por ninguna mujer. Nunca supe lo que era el amor verdadero. Me guie siempre por un sentimiento de atracción y por empatía intelectual, pero nunca había recibido desde mi alma ese sentimiento que me estaba ahogando de pasión y de ternura a la vez. Estaba abrazada a mi mientras dormía con un sueño plácido. Era la mujer más guapa del mundo, o a mí me lo parecía y me quedé mirándola durante diez minutos sin mover ni un solo de mis músculos. Aquel momento mágico no podía acabarse.
La bese con suavidad en los labios. Ella sintió la caricia y abrió los ojos correspondiéndome con otro beso.
Cuando llegamos a su casa, el anciano sabio nos miró con picardía diciendo: