CAPITULO VII
El futuro
Durante dos días no pudimos ver a Jared. Su corazón no aguantaba el ritmo de la existencia. Su voz era un simple susurro y optamos por no molestarle. Aprovechamos para ultimar las gestiones de traslado de Sami y de su madre. En París Marco había ultimado las gestiones de la venta de la empresa. Solo faltaba mi presencia para formalizar el contrato final y para despedirnos de nuestros queridos trabajadores. Mi prioridad era Jared. Tenía que estar pendiente de él, el resto podía esperar.
Durante todo el mes de mi
estancia en Irán no habíamos visto la televisión. Estábamos viviendo en una
burbuja atemporal, gozando de nuestro amor y de la experiencia única y
maravillosa de Jared.
Marco me había puesto a
corriente de la detección en Europa de un virus que al parecer procedía de un
mercado en la provincia de Vuhan en China, que estaba produciendo un enorme
número de muertos. Parecía que la Organización Mundial de Salud iba a
sentenciar la calificación de pandemia mundial y la recomendación de
mascarilla. Esa mañana habíamos puesto la atención en la televisión del pequeño
hostal que anunciaba los primeros casos detectados en Irán. Tanto Sami como yo
pensábamos que era algo pasajero.
Estábamos tomando café
cuando llegó en bicicleta el nieto de Jared. Salmán, era un excelente orfebre y
le habíamos tomado mucho cariño. Era el más despierto de la familia. Tenía
previsto abandonar Irán una vez Jared hubiese partido a las estrellas. Salmán
tenía que tomar las riendas de toda la familia, además no quería que sus dos
pequeños hijos, bisnietos de Jared siguieran en aquel país. Durante los tres
últimos años había enviado varias piezas de alta joyería para varios clientes
canadienses y tenía una oferta de trabajo de unos empresarios de ese país. Su
propósito era llevarse a todos para comenzar una nueva andadura. De toda la
familia de Jared él representaba el paso más progresista entre las viejas
tradiciones mandeas y el futuro tecnológico que estaba llamando a la puerta.
Hablaba bien el inglés y durante estos tres últimos años su nivel de francés
era bueno. Mi intención era contar con él en el futuro en los proyectos
empresariales que Marco estaba preparando en Sudamérica. Pero no le quise
anticipar nada puesto que tan solo era un proyecto.
- Jean,
apuraros, tenéis que venir rápidamente, el abuelo quiere hablar con vosotros.
Parece que ha renacido. Salima, nuestra madre dice que es la mejoría que
precede a la despedida final y me ha enviado a buscaros.
Dejamos el desayuno en la
mesa, cogimos el coche y salimos como una exhalación para encontrarnos con
nuestro venerable sabio mandeo.
Estaba sentado. A pesar de sus
noventa años, era un hombre guapo. Sus arrugas le daban un aire beatífico y
aristocrático. Sus ojos brillaban extrañamente.
- Bienvenidos
hijos. He visto a mis hermanos de la luz. Me están esperando. Soy feliz. La
Suprema Inteligencia me ha permitido vivir intensamente durante estos años y
llevo mi maleta cargada de experiencias, emociones y sentimientos.
Nos sentamos a su alrededor.
Al poco rato llegó Salmán, pero no fue al taller. Salima, el alma de la familia
nos había reunido alrededor de su padre. Ella sabía que era el fin.
- Ayer,
nuestros hermanos celestiales me mostraron algo terrible. He visto vuestro
futuro.
Tomó la mano de Salman entre
las suyas y le acercó hacia su pecho.
- Tu
Salmán serás ahora el que cargue con la responsabilidad de nuestra familia. Tus
hijos vivirán en un futuro que nada tiene que ver con lo que ahora estáis
viviendo. Debéis partir pronto al otro lado del mar.
Luego me miró a mí.
- Jean,
querido hijo. Tu familia no solo es la de sangre. Pongo bajo tu cuidado a mi
propia familia. Seréis los primeros de una nueva raza. Tienes que enterrar
definitivamente nuestra cultura mandea, pus ha perdido su esencia. Tienes que
enterrar a los dioses de las religiones que tanta sangre han hecho derramar.
Debéis comenzar un tiempo donde cada ser humano, aun siendo incapaz o poco
dotado ocupe su sitio con la misma dignidad que el más brillante.
- Los
hermanos de la luz me han mostrado cómo un virus, creado para matar; diseñado
para la guerra y para el comercio farmacéutico se ha escapado del laboratorio.
Es un virus muy contagioso, que matará a millones de seres. Pero el virus no es
el problema, sino lo que los hombres de ciencia van a utilizar para atacarle.
He
visto cómo se fabricaba una vacuna que por primera vez atenta contra la sagrada
Ley de “lo que dios ha unido no lo separa el hombre” Es un remedio diabólico
que producirá millones de muertos en las dos próximas generaciones. Entrará en
el cuerpo del ser humano ordenándole que fabrique una proteína que volverá a
los seres humanos autistas, enfermos y débiles. Y prácticamente toda la raza,
movida por el miedo al virus se inyectará dicha vacuna. Las autoridades
aprovechando ese miedo volverán a imponer, como en el tiempo nazi,
restricciones y apartarán como apestados a los no vacunados que sufrirán el
acoso y el rechazo de sus hermanos. Pero pasado el tiempo, no se podrá ocultar
las consecuencias diabólicas de dicho remedio y las personas morirán por
millones y los que no mueran arrastrarán enfermedades. Muchos se volverán
autistas. Solo los no vacunados saldrán adelante.
Los
señores de la luz me mostraron que el virus diseñado para matar se combate
simplemente con antiparasitario que tomas los perros. Pero los comerciantes
farmacéuticos en su afán de riqueza impondrán la vacuna y generarán dos
generaciones de dolor y de muerte.
Debéis
apuraros pues en poco tiempo todo se precipitará. Una locura colectiva atrapará
a toda la humanidad.
No
os vacunéis. Ya sabéis el remedio que tenéis que emplear. Tu Jean, habla con
Marco y procuraros salvoconductos falsos de vacunación o no podréis abandonar
vuestros propios países.
Salmán,
tienes dos semanas para salir de aquí. Tu nuevo país será Canadá. Tus hijos y
los hijos de Marco y Jean vivirán, tanto en el sur como en el norte de América.
- ¡Pero
padre! No podemos en tan poco tiempo reunir el dinero necesario para partir.
Enseguida reaccioné, aquella
era mi familia.
- No
Salmán, el dinero no es problema. Yo os daré el necesario para partir y lo que
necesitéis para emprender una nueva vida.
- Pero
Jean, nosotros somos pobres y no podremos devolvértelo.
- No
os lo presto. Os lo doy, por tanto, no tenéis que devolvérmelo. Además, ese
dinero yo no me lo he ganado es de mi propio padre que me lo dejó con ese fin.
Voy
a llamar a Marco. Programaremos el viaje a través de Paris. Allí buscaremos la
forma de conseguir el certificado de vacunación. No hay nada que no se pueda
comprar.
Una sonrisa de
agradecimiento fue el pago que Salmán me entregó como compensación. Jared
siguió hablando.
No hace muchos años, el Alemania se
produjo un fenómeno aberrante cuando un personaje paranoico creo el movimiento
Nazi. Todo el pueblo quedó seducido por su mensaje y ese fenómeno generó la
segunda guerra mundial con millones de muertos. El odio racista hacia los
judíos fue otra de las aberraciones de aquel movimiento. Todavía se está
estudiando el fenómeno hipnótico que creó la aceptación activa y pasiva de todo
un pueblo de un loco asesino.
Eso ocurrió y ocurrirá en el futuro
porque todos tenemos dentro el fenómeno de sumisión al líder. Lo que se ha
llamado el espíritu gregario de manada.
Al aceptar la sumisión al Cristo, al que
le entregamos todos los atributos y todos los poderes, aceptamos implícitamente
que somos pecadores, imperfecto y por tanto aceptamos que el principio de
autoridad como algo normal.
La Ley traída por Atóm fue clara. Dios,
la solución, el progreso y la evolución está en todos y cada uno de los seres
vivos. Esta en la asamblea, en la cooperación en la Ley del Uno.
Pero Moisés entregó esa conciencia, ese
poder a Yavhe y luego los cristianos al hijo de este Jesucristo.
Veréis en poco tiempo como los políticos
se someterán al poder económico y estos someterán al pueblo al igual que se
hizo con los nazis. No os obligarán a llevar una estrella amarilla en el
vestido, pero tendréis que vacunaros si queréis entrar en tal o cual
establecimiento, o conservar el puesto de trabajo o tener derechos sociales. Los
que no sigan las directrices equivocadas de las autoridades serán apestados y
marginados, incluso por su propia familia. Los tiranos utilizaran el miedo para
enfrentar a unos contra otros.
Mientras no entendáis que el poder no está
en uno más dotado, ni en un mito, sino en el grupo, en la conciencia colectiva,
seréis manipulados y seguiréis eligiendo al tirano, al inútil, al mentiroso y
al ignorante.
Cuando se deificó a Jesucristo o a
cualquier otro líder semejante, se creó una casta sacerdotal que a lo largo de
la historia ha causado millones de muertos, abusos, pederastia, herejías,
guerras santas y otras tantas atrocidades.
Pasarán varios siglos hasta que
entendáis la Ley del Uno. Vosotros, hijos míos estáis aquí designados como la
simiente de un nuevo tiempo, donde el amor, la inteligencia, la ciencia y el
humanismo se integrará en todo el grupo, no en un líder.
La verdadera autoridad es moral y el
verdadero líder jamás tomará una decisión sin contar con todo el pueblo, con la
flor, con el mosquito, con el aire.
Akenatón suprimió todas las autoridades,
todos los intermediarios y centró el poder de invocación en el signo más
universal; es decir en el Sol, en consecuencia, en la luz. Vosotros sois hijos
del Sol y como iniciados entenderéis el lenguaje de la luz, pues la Suprema
Inteligencia dicta sus mandatos a través de la misma.
Si no suprimís el sentido de obediencia
gregario, si seguís poniendo todo el poder que reside en vosotros mismos, en un
dios, en un líder o en una institución, los alfas, los tiranos y los opresores
os manipularán como corderos y os harán tomar veneno, os privarán de la
libertar argumentando que es por vuestra propia seguridad. Os llevarán a
guerras sangrientas para preservar el interés de unos pocos.
El camino no será fácil, pues este
espíritu gregario de manada forma parte de vuestra propia genética.
A lo largo de dos mil años os han dicho
que la oración y la súplica os salvará. Pero las oraciones no llegan a ningún
sitio, pues el poder que invocáis nunca estuvo fuera de vosotros, sino en
vosotros mismos.
Pasarán siglos hasta que vuestro ego se
diluya para formar parte de una conciencia colectiva. Y será esa conciencia la
que os hará vivir en libertad, en felicidad y en progreso. Será entonces cuando
no veréis a dios en una estatua o en un templo, sino en vosotros mismos, en el
árbol o en el león. El mejor templo será vuestro propio cuerpo sano y longevo y
por extensión en el templo de la vida y de la naturaleza que es vuestro propio
planeta.
La cultura que educa a vuestros hijos es
selectiva, violenta, excluyente e insolidaria. Vuestros hijos juegan con
superhéroes violentos, que esgrimen la muerte como arma. No el amor, la razón o
la ciencia. Y cada niño es un supermán o una máquina violenta de destrucción y
muerte. Estáis fabricando seres competitivos, insolidarios, autistas que pasan
todo el tiempo enganchados a luchas y entretenimientos hostiles.
Creaís arquetipos de triunfo y modelos a
imitar de seres superricos, mamotretos llenos de músculos. Híbridos de carne y
metal que tienen como fin la muerte y la destrucción. Y cada uno de vuestros
hijos es un líder insolidario, violento y agresivo, que no entiende el modelo
solidario y participativo.
Es por eso, hijos míos que debemos
sepultar a superman, a Jesucristo o a modelos mitificados que os han robado
todo vuestro poder, y el poder del alma colectiva de la raza. O enterráis a los
dioses o los dioses os enterrarán a vosotros.
Jared estaba transformado.
Una extraña voz y una mirada profunda estaban mostrando a otro ser que latía en
sus trémulas carnes.
Lo que luego sucedió todavía
late en mi corazón como un recuerdo imborrable.
Nuestro padre espiritual
tomó la mano de Salima con una de sus manos y la mía con la otra. Sus ojos se
cerraron poco a poco. Sus labios se entreabrieron en una ligera sonrisa. Su
corazón se había parado.
Una extraña corriente entró
por mi mano y se alojó en mi corazón. Sami lo detectó enseguida puesto que
tenía mi otra mano entre las suyas. Algo golpeó mi pecho y sentí una emoción
indescriptible, beatífica, plena de dicha.
Algo había entrado en mí y
aún hoy después de un año, puedo sentirlo y evocarlo en el recuerdo.
Todos lloraban. Un olor a
nardos o rosas invadió la estancia y una luz violeta nos envolvió a todos
durante unos minutos. Nadie hablaba, todos sentíamos.
Jared, el hombre más sabio
de la tierra, él último mandeo, había tomado el camino de las estrellas.
Pero todavía no acaba aquí
el milagro. Solo yo pude ver unas siluetas luminosas que rodeaban al venerable
anciano.
De Jared salió su doble
resplandeciente. Se unió a dichas siluetas, mi miraron por unos segundos y se
desvanecieron, camino de las estrellas.
Yo jamás vi nada
sobrenatural, pero tal y como me había dicho Jared, con su marcha se despertó
en mi un nuevo sentido, otra forma de mirar y de oír. Fue a partir de entonces
que obtuve respuesta en la invocación de los setenta y dos antes el altar mandeo
que heredé.
Desde entonces vi, oí y
sentí muchas cosas que ahora no debo contar.
Jared había ordenado que no
se realizara el ritual mandeo de la muerte. Simplemente solicitó que se le
enterrara en la montaña y que jamás le imploráramos ni le invocáramos, pues el
estaría siempre en nosotros.
Habían transcurrido treinta
y tres días desde mi llegada a Irán y como me anunciará Jared, no realicé
reportaje alguno. Simplemente me casé, me hice nasurai y comencé a liderar una
utopía.
No esperamos al funeral. Su
familia de sangre necesitaba llorarle en silencio.
Selena nos estaba esperando.
Pasamos un día más en Irán. Pero con el mínimo equipaje cogimos un vuelo sin
retorno a Paris.
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