Hoy
estaba viendo la TV
Últimamente
veo la TV más a menudo de lo que antes lo hacía…, cosas mías, cosas sin
importancia.
Y
viendo la TV una notica me hizo sentir sentimientos de rebeldía.
Entrevistaban
a personas que habían sido estafadas mediante créditos en los que hipotecaban
sus propiedades a cambio de un dinero que no recibían y que debían devolver en
altos intereses lo que les llevaba a perder sus propiedades.
¿Cómo
puede haber personas con tan poca alma?
¿Cómo
pueden haber personas que sabiendo lo que sus acciones producen no sientan la
más mínima duda de llevar adelantes sus intenciones?
Me
pareció estar viviendo en un mundo de locos, en un mundo donde para vivir
cuesta cada vez más encontrar motivos.
Pero
ahora, mirando las redes sociales he vuelto a recordar una noticia que hace
tiempo supe y que quería ayudar a divulgar a través de este medio.
Mi
reflexión es que muchas veces ante el aumento de la locura en la que parece
estar quedando impregnada nuestra humanidad siguen habiendo personas que hacen
lo justo en el momento justo y eso cambia y puede cambiar el desarrollo de los
acontecimientos
Cada
vez soy más consciente que el poder de un ser humano es más grande de lo que
nos imaginamos, basta con solo desear de que existan hombres (hombres y
mujeres) que tengan esa lucidez y ese querer desarrollar la deidad en nuestro
interior y querer ser uno de estos hombres o mujeres.
La
noticia que quería compartir es esta:
En septiembre de 2016 se cumplirán 33 años de la decisión de un hombre que
salvó al mundo y nadie conoce
Apuesto a que nunca has escuchado el nombre Stanislaw Petrof…
...4,000
millones de personas le debemos la vida, y nadie lo conoce.
Aquí su increible
historia:
A veces en la historia es más importante lo que casi pasó que lo que
realmente ocurrió. Y quizás lo más asombroso de estas increíbles historias de
héroes tan lejos del glamour de las historietas sean las sincronicidades que
las rodean.
Les voy a contar cómo hace 32 años, un hombre del que la mayor parte del
mundo jamás ha oído hablar se convertiría en el héroe más grande de todos los
tiempos, por haber salvado “literalmente” al mundo de un Apocalipsis atómico.
Corría el año 1983, plena guerra fría, pero tan caliente como no lo había
estado desde la crisis de los misiles en Cuba. El 23 de marzo, el Presidente
Reagan lanzó “Star Wars – Guerra de las Galaxias”, llamando literalmente a
Rusia “El Imperio del Mal”.
Y contaba con un importantísimo aliado igualmente decidido en terminar con
el comunismo, Juan Pablo II. Los planetas parecían alineados para acabar con la
Unión Soviética, y los soviéticos se lo tomaron muy en serio.
EEUU y la OTAN planeaban colocar misiles en Alemania Occidental y
organizaban un ejercicio militar en Europa, entre otras cosas…
Pero los líderes de URSS eran de la generación de la Segunda Guerra y
recordaban perfectamente cómo, con el pretexto de un ejercicio, Hitler había
engañado a Stalin y lanzado la Operación Barbarroja.
Permitir que se repitiera era inadmisible.
Asumieron que lo del ejercicio era una tapadera para una invasión real, y
tomaron su decisión. Disparar todo su arsenal al recibir la primera indicación
de un ataque nuclear.
La tensión era Máxima. A punto tal que el 1° de septiembre de 1983, un
avión de línea surcoreano entró por error en el espacio aéreo soviético y no
dudaron en derribarlo sin aviso matando a 269 personas, incluido un senador y
varios ciudadanos americanos.
Esta historia no pudo haber llegado en peor momento.
La noche del 25 de septiembre de 1983, un Coronel de 44 años de la sección
de inteligencia militar de los servicios secretos de la Unión Soviética llegaba
a su puesto de mando en el Centro de Alerta Temprana de la inteligencia
militar, desde donde coordinaba la defensa aeroespacial rusa.
Sin embargo, ésa debería haber sido su noche libre. Fue convocado a último
momento porque quien debía estar había dado parte de enfermo…
Su trabajo consistía en analizar y verificar todos los datos de los
satélites sobre un posible ataque nuclear americano. Contaba para ello con un
Protocolo sencillo y claro. Tan claro y tan sencillo que había redactado él
mismo…
Después de las verificaciones correspondientes, debía alertar a su
superior, quien de inmediato iniciaría el contraataque con armamento nuclear
masivo sobre los Estados Unidos y sus aliados.
Poco después de la media noche, exactamente a las 12:14 del 26 de
septiembre del ‘83, todos los sistemas de alerta saltaron; las sirenas sonaron
y las pantallas de las computadoras mostraban: “ATAQUE DE MISIL NUCLEAR
INMINENTE”.
Un misil había sido lanzado desde una de las bases de los Estados Unidos.
Pidió mantener la calma y que cada uno hiciera su trabajo. Y él hizo el
suyo.
Verificó todos los datos y pidió confirmación de visión aérea, los únicos
que no pudieron confirmar dadas las condiciones climáticas.
A pesar de las confirmaciones, concluyó que tenía que haber ocurrido un
error. No era lógico que EEUU lanzara UN SOLO MISIL si estuviera atacando a la
Unión Soviética.
Y desestimó la advertencia como una falsa alarma.
Pero poco después, el sistema indicó UN SEGUNDO MISIL. Y después UN
TERCERO.
Preso de una fuerte descarga de adrenalina, desde el segundo piso del
bunker podía ver, en la sala de operaciones, el gran mapa electrónico de
Estados Unidos con la base militar en la costa Este, desde donde habían sido
lanzados los misiles nucleares, parpadeando.
En ese momento el sistema indicó otro ataque. UN CUARTO MISIL NUCLAR, e
inmediatamente UN QUINTO.
En menos de 5 minutos, 5 misiles nucleares habían sido lanzados desde bases
americanas contra URSS. El tiempo de vuelo de un misil intercontinental
balístico desde los EEUU era de 20 minutos.
La actividad era frenética. Mientras él analizaba…
Después de detectar el objetivo, el sistema de alerta temprana lo hacía
pasar por 29 niveles de seguridad que debían confirmar, lo hizo sospechar lo
contundentemente que pasaban las alertas los niveles de seguridad.
Sabía que el sistema podía tener algún mal funcionamiento. Pero, podría
todo el sistema haberse equivocado, 5 veces? ¿O estaba frente a Armagedón?
El principio básico de la estrategia de la Guerra Fría habría sido un
lanzamiento nuclear masivo, una fuerza abrumadora y simultánea de cientos de
misiles, no 5 misiles de a uno. Tenía que ser un error…
¿Pero si no lo era? ¿Si era una inteligente estrategia americana? El
holocausto tan temido estaría sucediendo y él no haría nada?
Tenía cinco misiles nucleares balísticos intercontinentales en dirección a
URSS y sólo 10 minutos para tomar la decisión “de qué informar” a la dirección
soviética… Siendo perfectamente consciente que si informaba lo que todos los
sistemas confirmaban, desencadenaría la Tercera Guerra Mundial.
Los 120 oficiales e ingenieros militares, con sus ojos fijos en él,
esperaban su decisión.
Nunca antes en la historia, ni después, la suerte del mundo había estado en
manos de un solo hombre como en esos 10 minutos. El futuro del mundo, o no,
pendía de su decisión, mientras él luchaba entre si debía o no hacer accionar
el “botón rojo’’.
Pensó: los americanos aún no tienen el sistema de defensa misilístico y
saben que un ataque nuclear contra URSS equivale a la aniquilación inmediata de
su propia población. Y aunque desconfiaba de ellos, sabía que no eran suicidas.
Se dijo: “Ese gran imbécil no ha nacido todavía ni siquiera en los EEUU.”
Sabiendo que si estaba equivocado una explosión 250 veces mayor a la de
Hiroshima ocurriría sobre ellos pocos minutos después sin que pudieran hacer
nada, fue capaz de mantener la cabeza fría, de tener el coraje de escuchar a su
instinto y de ajustarse a la conclusión lógica que le indicaba el SENTIDO
COMUN.
Y decidió reportar un mal funcionamiento del sistema.
Paralizados y sudando a mares, él y los 120 hombres a su cargo contaban los
minutos que faltaban para que los misiles alcanzaran Moscú…
Cuando DE GOLPE, segundos antes, las sirenas dejaron de sonar y las luces
de advertencia se apagaron.
Había tomado la decisión correcta. Y salvado al mundo de un cataclismo
nuclear.
Sus camaradas, empapados de sudor, se lanzaron sobre él abrazándolo y lo
proclamaron un héroe.
Él se desplomó en su sillón y bebió más de medio litro de vodka sin
respirar. Al terminar esa noche durmió 28 horas seguidas.
Cuando regresó al trabajo, sus camaradas le regalaron un televisor portátil
de fabricación rusa para agradecerle. Todos estaban vivos gracias a la decisión
que él había tomado.
Al enterarse de lo ocurrido, su superior le dijo que sería condecorado por
haber evitado la catástrofe y que propondría crear un día en su honor.
Pero no fue así.
Rusia no podía permitirse que EEUU y el pueblo ruso se enteraran de lo
sucedido.
Fue reprendido por no haber cumplido el protocolo. Se lo transfirió a un
puesto de menor jerarquía. Y poco después se le dio la jubilación anticipada.
Vivió el resto de su vida en un modestísimo 2 ambientes en los suburbios de
Moscú, sobreviviendo con una mísera pensión de 200 U$S por mes, en absoluta
soledad y anonimato.
Hasta que en 1998, su comandante en jefe, Yury Votintsev, presente aquella
noche, reveló lo ocurrido, el llamado “Incidente del Equinoccio de Otoño”
causado por una rarísima conjunción astronómica, en un libro de memorias, que
por casualidad llegó a Douglas Mattern, Presidente de la Organización
Internacional de Paz, “Asociación de Ciudadanos del Mundo”.
Y después de verificar tan alucinante historia, salió en persona en busca
de ese héroe anónimo al que todos le debíamos estar AÚN en este mundo, para
hacerle entrega del “Premio Ciudadanos del Mundo”.
La única pista sobre dónde encontrarlo la recibió de un periodista ruso,
que le advirtió que tendría que ir sin hacer una cita porque su teléfono no
funcionaba, y su timbre tampoco.
Encontrar su rastro en una fila enorme de complejos conventillos grises a
50 kilómetros de Moscú no le resulto fácil.
Uno de los vecinos a quien le preguntó le dijo: “Usted debe estar loco. Si
un hombre que ignoró una advertencia de un ataque nuclear estadounidense
realmente hubiera existido, habría sido ejecutado. En esa época no había tal
cosa como una falsa alarma en la Unión Soviética. El sistema nunca se
equivocaba. Sólo el pueblo”.
Finalmente lo encontró en el segundo piso de uno de los edificios. Sin
afeitar y desalineado, asomó la cabeza. “Sí, soy yo, pase.”
“Sentí que me encontraba con Jesús cuando él abrió la puerta”, dijo Douglas
Mattern.
“Sin embargo, él estaba viviendo como una persona de la calle. Cojeando,
con sus pies hinchados, sin poder caminar mucho y constándole ponerse de pie,
me dijo que sólo salía para conseguir provisiones”.
Además de relatarle la historia más o menos como se las acabo de contar,
este hombre le diría: “No me considero un héroe; sólo un oficial que a
conciencia cumplió con su deber en un momento de gran peligro para la
humanidad’’. “Sólo fui la persona correcta, en el lugar y momento indicado”.
“En un mundo tan lleno de vanidosos que “pretenden” salvar algo cuando en
realidad lo único que hacen es daño a los demás y al planeta. En un mundo tan
lleno de miserias, mezquindades, egos, avaricia y ambiciones; la humildad de
este hombre y su indiferencia por la fama y la importancia, estremece
profundamente”, dijo Mattern.
Después de conocerse este hecho, expertos de EEUU y Rusia calcularon cuál
habría sido el alcance de la devastación según el arsenal con el que contaban y
habrían lanzado en ese momento.
Y llegaron a la friolera de que entre 3 y 4 MIL MILLONES de personas,
directa e indirectamente, fueron salvadas por la decisión que ese hombre tomó
esa noche.
“La faz de la tierra se hubiera desfigurado y el mundo como lo conocemos,
acabado”, dijo uno de los expertos.
Recibió:
• El Premio Ciudadano del Mundo el
21 de mayo 2004.
• El Senado australiano lo premió
el 23 de junio 2004.
• Fue honrado en las Naciones
Unidas el 19 de enero 2006. Dijo que fue su “día más feliz en muchos años.”
• En Alemania, en 2011, el dieron
el Premio Alemán de Medios, que reconoce a personas que han hecho
contribuciones significativas a la Paz Mundial, por haber evitado una potencial
guerra nuclear.
• Fue Premiado en Baden Baden el
24 de febrero del 2012.
• Galardonado con el Dresden Preis
en 2013.
• Y Kevin Coster realizó el
documental “El Botón Rojo” en su honor.
Hoy en día continúa viviendo en su pequeño departamento de las afueras de
Moscú, con su pequeña pensión de u$s200 al mes, en relativo anonimato. Les dio
la mayor parte del dinero de los premios a sus familiares y guardó un poco para
comprarse una aspiradora con la que había soñado, y resultó defectuosa.
Cuando me enteré de esta historia, lo primero que pensé fue si, cuando sus
vecinos o alguien lo destrata al mirarlos, alguna vez pensó que esa persona, su
familia, descendencia y amigos están ahí gracias a él…
Si cuando ve las noticias y todo lo que pasa en el mundo, alguna vez se
dijo que todo eso pasa por la decisión que él tomo en esos 10 minutos…
Si cuando mira el sol salir o ponerse, alguna vez piensa que tanta gente
también lo puede hacer gracias a él…
Y me pregunto cuánto Darma puede ganar un alma humana que salvó miles de
millones de seres humanos, plantas y animales; a un planeta…
Ese viejito que vive en un mísero 2 ambientes en los suburbios de Moscú con
unos míseros u$s200 mensuales SALVÓ AL MUNDO, Y NADIE LO SABE.
¿Cómo es posible que después de 32 años tan poca gente en el mundo sepa de
él?
Me resulta inconcebiblemente y muy injusto.
Por eso. En este nuevo aniversario de la decisión de sentido común que
salvó al mundo, sólo quería que conozcan al Hombre que la tomó.
El Teniente Coronel Stanislav Yevgráfovich Petrov (Станислав Евграфович Петров en ruso), nacido en 9 de
septiembre de 1939)
No hay comentarios:
Publicar un comentario