“…Caminante no hay camino,
Se hace camino al andar
Y al echar vista atrás
Se ve el camino que no se va a volver a pisar…”.
Hoy quiero escribir que este año 2016 tuve la oportunidad de
iniciarlo haciendo algo de un camino.
Un camino que es muy especial.
Se le conoce como el “Camino de Santiago”.
Dice la leyenda que el apóstol Santiago en su peregrinar de
evangelización hizo este camino -de ahí
su nombre- y llego hasta Santiago de
Compostela que es así cómo y porqué toma el nombre la ciudad.
Leyendas de todo tipo hay en muchos lugares y quién sabe si
como la leyenda del pirata de una isla a la que van los turistas es o no tan
cierta.
Lo que sí que parece que es cierto es que se producen dos cosas
especiales en ese camino.
Una. Que al pensar muchas personas que hay algo especial,
algo de especial hay en ese camino.
Dos. Hay una línea energética telúrica especial en ese
recorrido.
Eso da por resultado que quien lo hace “vive” algo.
Y vive
algo, creo yo, cuando se aborda el camino como un viaje hacia uno mismo.
Yo no sé si los que lo hacen con sentimiento deportista -tardar menos- o en plan festivo con amigos o turístico le pasará lo mismo.
Seguro que algo si les "pasa".
Yo no sé si los que lo hacen con sentimiento deportista -tardar menos- o en plan festivo con amigos o turístico le pasará lo mismo.
Seguro que algo si les "pasa".
Todas las personas con las que he hablado y que lo han hecho
desde un “entregarse” han vivido algo.
Yo también viví algo y eso que solo pude hacer una única
etapa de todo lo que es el recorrido
Me di cuenta que tenía una tendencia manifiesta a ver el paisaje
que dejaba detrás y era ahí donde centraba mi atención… entendí también que eso
era un reflejo de lo que hacía en la vida.
Cuando sales a caminar no se tiene ni idea de lo que va a
pasar, aun con todo y con eso se sale a caminar con confianza.
Pasarán cosas, algunas importantes otras menos, por ejemplo
encontrar a alguien, que llueva de improvisto, que tengas que estar atento a
los signos para no perderte, que tengas ampollas y ganas de dejarlo, que no
sepas dónde vas a dormir o dónde vas a llegar, y sin embargo todo eso se asume
con total naturalidad y confianza, es la esencia misma de la aventura.
Pensaba entonces que la vida debería ser lo mismo.
Esos
mismos aspectos se pueden traspolarizar a la vida diaria y así vivirla como el
camino con confianza, con entrega, con ilusión
El Camino de Santiago me hizo un regalo y eso que solo lo
transité como se debe un solo día pero como dice el dicho:
“Un viaje de cien mil pasos empieza siempre con un primer paso”.
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