Desde el principio de los tiempos emerge de cualquier grupo social un
“predicador” o ministro de Dios, o profeta, o como ahora se dice: “contactado”.
Todos los seres identificaron a Dios en elementos externos a sí mismo.
Cuando los fenómenos naturales les superaban hacían Dioses vengadores asignados a cada elemento: Neptuno el temible Dios de los fondos marinos;
Eolo el Dios del viento, que arrastraba las naos de los navegantes al fondo del abismo donde reinaba Hades, a su vez relacionada con la muerte.
Cuando los fenómenos naturales les superaban hacían Dioses vengadores asignados a cada elemento: Neptuno el temible Dios de los fondos marinos;
Eolo el Dios del viento, que arrastraba las naos de los navegantes al fondo del abismo donde reinaba Hades, a su vez relacionada con la muerte.
Cuando el ser humano constataba su fragilidad, creaba semidioses como
Hércules.
Al comprobar la maldad y la crueldad de sus congéneres, se creaban Dioses llenos de amor o bien deificaban a los seres humanos, como el caso de Jesús el Cristo, y a estos Dioses inalcanzables, se les atribuía generación tras generación, más prodigios, más milagros y más atributos.
Al comprobar la maldad y la crueldad de sus congéneres, se creaban Dioses llenos de amor o bien deificaban a los seres humanos, como el caso de Jesús el Cristo, y a estos Dioses inalcanzables, se les atribuía generación tras generación, más prodigios, más milagros y más atributos.
En cada generación escalaban un puesto más en lo sobrenatural y así
conseguían la omnipotencia, la sabiduría suprema y la vida eterna.
El creer y aspirar al beneplácito de Dios es consustancial a ser
humano.
Y seguramente está bien.
En todo caso, pensar que existe algo superior, siempre nos proyecta a metas de perfección y de progreso.
Incluso estos supuestos Dioses nos muestran el camino de la virtud.
Y seguramente está bien.
En todo caso, pensar que existe algo superior, siempre nos proyecta a metas de perfección y de progreso.
Incluso estos supuestos Dioses nos muestran el camino de la virtud.
Lo que resulta curioso, es que junto a estas creaciones, casi
simultáneamente surgen los “intermediarios” seres humanos que se asignan la
función de profetas, ministros de Dios, iluminados y contactados.
De la noche a la mañana se atribuyen la misión de ayudar a la
humanidad, desde su posición de sabiduría, privilegio o contacto con dicho
Poder Supremo.
Desde ese mismo instante dejan de ser humanos para convertirse en seres semidivinos o elegidos.
Desde ese momento dejan el plano de la humildad y se atribuyen el plano de la maestría.
Se distancian del plano familiar, comienzan a compadecerse de los pecadores, incapaces y mermados de su entorno y comienzan a dar consejos, echar arengas, escribir comunicados y dar conferencias para salvar a los perdidos y llevar a las ovejas negras ante su Dios.
Desde ese mismo instante dejan de ser humanos para convertirse en seres semidivinos o elegidos.
Desde ese momento dejan el plano de la humildad y se atribuyen el plano de la maestría.
Se distancian del plano familiar, comienzan a compadecerse de los pecadores, incapaces y mermados de su entorno y comienzan a dar consejos, echar arengas, escribir comunicados y dar conferencias para salvar a los perdidos y llevar a las ovejas negras ante su Dios.
El “síndrome del Predicador” no deja de ser una neurosis, que
retroalimentada permanentemente puede llevar al profeta de turno a:
Crear guerras santas, auto-mutilarse en nombre de Dios.
Pasar calamidades metiéndose en conventos o darse latigazos para imitar la faceta del dolor de su Dios.
A leyes normas y doctrinas que producen dolor, marginación y sectarismos en las diversas sectas o castas sociales.
A iluminados que utilizan la metralleta en nombre del Dios vengador de turno o a crear inquisiciones intolerantes que utilizan el crimen y la tortura contra quien no sigue las normas de estos “magníficos predicadores”.
Crear guerras santas, auto-mutilarse en nombre de Dios.
Pasar calamidades metiéndose en conventos o darse latigazos para imitar la faceta del dolor de su Dios.
A leyes normas y doctrinas que producen dolor, marginación y sectarismos en las diversas sectas o castas sociales.
A iluminados que utilizan la metralleta en nombre del Dios vengador de turno o a crear inquisiciones intolerantes que utilizan el crimen y la tortura contra quien no sigue las normas de estos “magníficos predicadores”.
En algunos casos estas neurosis pueden llegar a psicosis o doble personalidad.
En algunos casos, y recordando la fecha del 11-S estos iluminados, se inmolan en nombre de su Dios en aviones, pero desgraciadamente su locura se lleva por delante a miles de inocentes.
Las características fundamentales de estos predicadores son:
Su incapacidad de escuchar a los demás.
Su incapacidad de escuchar a los demás.
El reaccionar violentamente contra quien osa llevarles la contraria.
Ignorar en sus discursos la ciencia, la inteligencia y la lógica,
sustituyéndolas por la supuesta iluminación o el contacto divino que solo ellos
tienen.
En este tiempo moderno y gracias a internet, podemos ver este
“personaje” típico reflejado en millones de páginas que nos ofrecen discursos,
contactos desde el más allá, misiones secretas, conspiraciones extrañas, pactos
entre hombres y diablos y entre poderes secretos humanos con extraterrestres
feos y degenerados, paraísos y fines del mundo al por mayor, sectas y
pseudo-elegidos que en posesión de la verdad no dejan de enviar arengas,
mensajes y doctrinas que rellenan los vehículos de información de basura
mediática.
Lo curioso, es que estos “predicadores” se atribuyen la virtud y el
papel de ayudar a los pobres humanos.
Se asignan tareas virtuosas de esfuerzo y de dedicación enviando mensajes y doctrinas, que llenando los correos de internet de miles de ingenuos, tienen que aceptar la profecía de turno, la revelación del Extraterrestre o la llama violeta o rosa del maestro ascendido en el ascensor de la estupidez manifiesta.
Se asignan tareas virtuosas de esfuerzo y de dedicación enviando mensajes y doctrinas, que llenando los correos de internet de miles de ingenuos, tienen que aceptar la profecía de turno, la revelación del Extraterrestre o la llama violeta o rosa del maestro ascendido en el ascensor de la estupidez manifiesta.
El Síndrome del predicador se puede identificar por diversos signos y
por distintas manifestaciones o rasgos de la personalidad.
A saber:
El
predicador iluminado.
Este personaje no suele leer nada pues tiene miedo de que sus discursos se vean rebatidos por la ciencia, la lógica u otros autores. Este ser no pisa el suelo, suele ir en una nube de sabiduría absoluta. No le aguanta ni su pareja, ni sus hijos ni su vecino, puesto que su arrogancia sus discursos y ademanes que emite hacia su entorno son insufribles.
El predicador aprovechado.
Este personaje suele cobrar directa o indirectamente por todo o por casi todo. Da conferencias, otorga poderes y nombra elegidos entre sus adeptos y lógicamente estos contribuyen agradecidos a mantener a su líder.
El
predicador egocéntrico.
Normalmente suelen ser seres que no han terminado sus estudios o que no han conseguido realizarse en la vida profesional y laboral y mediante la designación de un ser divino salta al más alto nivel sin pasar por el esfuerzo de una carrera. Este ser vive de los halagos y de las sonrisas de los ignorantes que viven en su entorno.
El
predicador sectario.
Se trata de un predicador, que ha recibido del Dios o del extraterrestre de turno la facultad de dar algún nombre, designación o reconocimiento secreto a sus adeptos, que al verse “elegidos y supra-humanos”· pagan en forma generosa a su gurú.
El predicador sexual.
En este caso se trata de un listillo que aprovechándose de la confusión y debilidad de gente atribulada o perdida, les consuela en nombre de la amistad, de la fraternidad o de la divinidad.
El
predicador esponja.
Se trata de un ser que capta cientos o miles de noticias no comprobadas, conspiraciones de poderes negros y profecías y las divulga como experto; en libros, conferencias o internet, engordando la vía de la desinformación. Por supuesto, estos predicadores nunca o casi nunca han tenido una sola experiencia paranormal ni ningún contacto especial.
El predicador vidente.
Es el que confunde sus mentalismo, con supuestos mensajes divinos y que molesta a propios y extraños diciendo que el aura de tal o cual, está verde o que detrás del sorprendido está en forma invisible un santo, un extraterrestre o un espíritu que le protege.
El predicador profeta.
Es aquel que se instala en una fecha para vaticinar el fin del mundo o el comienzo de una nueva era. Estos seres llenan de miedo a propios y extraños y de falsas esperanzas a los pobres de espíritu.
El
predicador liberador.
Es el que se queda mirando a sus víctimas diciéndoles, que esa será su última reencarnación en la Tierra y que es un gran espíritu que ha venido a hacer una misión sobre nuestro planeta. Por supuesto esa misión nunca llega, pero si aumenta la desesperación y la resignación de los engañados.
El
predicador contactado.
Que viaja cada día, cada noche y en cada pensamiento a las naves de los Dioses, trabajando junto con ellos en el plan de la salvación de la raza. Estos seres suelen ser inadaptados, vagos y despegados de la realidad pues su espíritu no es de este mundo, sino del mundo de sus paranoias mentales.
Y por último está
El predicador Jonás.
Es el que curiosamente y legítimamente puede actuar de predicador, pero que no quiere hacerlo; bien por la presión social o por el miedo.
Habría que recordar al profeta Jonás que pasó tres días en una OSNI (Objeto
Submarino No Identificado) por no haber querido ir a predicar a los ninivitas.
En este caso fueron los Dioses los que se lo ordenaron y él no lo
hizo.
También podríamos hablar del predicador que si hizo su trabajo como el
caso de Noé, cuando construyó la barca que salvaría a sus semejantes ante el
diluvio.
O Moisés que estuvo cara a cara con Dios y recibió el mandato de sacar
a su pueblo por el desierto.
La cuestión es: ¿cuántos predicadores se autonombran enviados de Dios
o de los seres superiores y se ponen a divulgar lo que les viene en gana?
Al existir esta jauría de “iluminados” parece obligado que exista el
colectivo de los expertos informativos que han creado un negocio lucrativo como
expertos en desmentir la locura y señalar en forma jocosa a los que hacen el
ridículo rompiendo la reglas mínimas de la prudencia y de las formas.
Y como consecuencia de todo lo anterior, se da una mayoría de seres que no
creen en nada al comprobar tanto desengaño, tanta mentira y desinformación.
Tengo el convencimiento que si cada uno de nosotros nos ponemos a trabajar
en el día a día, haciendo felices la vida de nuestra familia, ocupándonos de
las pequeñas cosas, ayudando a los demás, cuidando la naturaleza, practicando
la virtud e integrándonos en la vida social y cuidando nuestro cuerpo y
nuestros hábitos, saldrán pocos predicadores.
Bastantes problemas tenemos con sobrevivir y cumplir con las normas
correctas como para adentrarnos en el mundo de lo divino y de lo supra-humano.
En psicología se estudia una figura llamada “disonancia cognoscitiva” que
se explica fácilmente con un ejemplo:
Se trata de una contactada o iluminada que habría recibido de Dios o de los extraterrestres una fecha en que las aguas iban a subir hasta las cumbres de las montañas más elevadas.
Llegada esa fecha, miles de personas acompañaron a la iluminada de
turno a la cumbre de una altísima montaña en una población de EE.UU.
Al día siguiente al no haber pasado nada y no haber subido las aguas
se le pidió explicaciones a la profetisa iluminada y esta dijo:
“No han subido las aguas, porque he estado rezando toda la noche y Dios
nos ha perdonado y ha parado el diluvio...”.
De esta manera, la profetisa se había convertido de iluminada a
generosa y compasiva, porque gracias a su amor por la humanidad, los pobres
mortales habían sido perdonados.
Sería
conveniente que fuera ese supuesto Dios el que nos liberara de tanto
predicador, mesías, contactado o iluminado.
Bastante tenemos ya con tanto político, banquero y funcionario.
Bastante tenemos ya con tanto político, banquero y funcionario.
Estos últimos no actúan
en nombre de Dios, sino de la patria, del estado del bienestar o de la nación
de turno, pero son tan pesados como los predicadores.
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