Poco antes de morir, cada vez que
durante los días de su última semana de vida iba a visitar a mi madre al
hospital donde estaba ingresada, mi madre solo me decía una cosa:
“Ay Marquitos, si pudiese cuántas
cosas cambiaría¡”
Me lo repetía una vez, y más de
diez veces una vez.
Su carácter había cambiado, no hablaba igual, no se
comportaba igual, y como ausente, en la pequeña salita donde nos encontrábamos y
mirando a través de la ventana, me repetía:
“Ay Marquitos, si pudiese cuántas
cosas cambiaría¡”
Mi madre se marchó a una realidad
que es paralela a la nuestra y que, sin ser la nuestra física creo que es una
realidad más real de lo que nos imaginamos.
Alguna vez he reflexionado sobre
el hecho de que mi madre, viviendo una vida que me es cercana porque es la
historia de mi familia, conocía nuestra realidad física que mucho no ha
cambiado desde que ella estaba aquí.
Ella sabía de las dificultades de
llegar a final de mes.
Ella sabía de los dolores que inflige un desamor, o la
tristeza de no conseguir una meta o un objetivo.
Ahora ella ya no está aquí en físico
y me he preguntado si guarda memoria de las dificultades que entraña vivir en
esta realidad material.
Pienso que si, pero también pienso que si no ha podido
echar una mano es porque sencillamente no puede hacerlo y eso que a veces
pensando en ella la he pedido con el alma si podía ayudar a mi hermano o a mi
hermana en alguna dificultad, en algún desamor, en algún objetivo no realizado, si me podía ayudar a mí.
Sencillamente las cosas son como
han de ser.
Cada noche, cuando nos vamos a
dormir, de alguna manera reproducimos el hecho de morir.
Cada día, al despertar, de alguna
manera reproducimos el hecho de renacer.
Durante ese tiempo de sueño vamos
a la realidad en donde vive nuestro Yo esencial.
Es como si fuesen dos mundos que
están entrelazados por un fino pasillo a modo de toroide que interconecta dos
realidades totalmente diferentes.
Y es posible que una parte no
conozca nada de la otra y que la finalidad sea que las vivencias transformadas
en emociones sean el vehículo porque el que se edifica el devenir.
Me resulta difícil explicar lo que
deseo explicar de como yo me explico lo que tiene difícil explicación.
Mi madre, se fue de aquí y no
nos puede ayudar la ayuda como quisiera y eso debe tener una explicación de que
sea así.
Y si es así así debe ser…
Sólo sé que poco tiempo después de
irse, mi compañera de alma y de vida quien poco tiempo tuvo de interrelacionar
con mi madre tuvo un sueño en el que ella, mi madre le decía:
“Me he encontrado con alguien que
me lo ha explicado todo y ahora estoy serena, ahora estoy en paz”
Gracias mamá
Un beso a tí.
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