CAPITULO II
13/04/1334, BC
Todos los iniciados sabían que Atum, con su inmenso poder celeste había inseminado en el feto materno, ciertos grupos neuronales y había modificado el tercer ojo, para que al poco naciera el actual farón Akenatón. Todos los Hijos del Sol, sabían que la extraña deformación del faraón, no se dio por la imperfección de sus padres, Amenhotep III y su esposa Tiy, más bien, era por que el divino faraón que se ahogaba en llanto ante su madre muerta, se asemejaba más a los dioses que a los hombres.
Tiy había dejado este mundo en la fecha precisa, donde los nueve dioses que gobernaban el Universo vendrían desde su plano invisible para los mortales, para acudir a la ceremonia que a la puesta del Sol se iba a producir en palacio. Era también de todos los Hijos de Sol conocido, que la reina Tiy había sido en otra vida anterior, 114 años antes la propia reina Hatshepsut, la mujer-faraón más poderosa que conociera ese reino. Los astrólogos reales habían designado la fecha del 13 de abril del año 1334 antes de Cristo, como la indicada por la Suprema Inteligencia para realizar el juramento sagrado de los setenta y dos iniciados que, vestidos de blanco acudían a la ceremonia.
A partir de esa fecha, los casi mil dioses que se adoraban en Egipto y los otros tantos que vendrían después, creados y adorados por cada pueblo serían declarados impostores. Pues como decía la Ley del Uno, traída por Atum desde el cielo y entregada a Akenatón solo habría un Dios, una Suprema Inteligencia que vive eternamente en la luz; es decir, en el Sol Manásico de Cosmos y en sus demiurgos- soles del todos los Universos.
Caseo, no tenía buenas sensaciones. La divina reina Nefertiti, estaba francamente mal. La pequeña infección que meses antes había comenzado con un pequeño glaucoma en el ojo izquierdo no cedía. La inflamación era evidente y a la reina le preocupa dar una imagen de enferma en la ceremonia que estaba a punto de comenzar.
- ¿Cómo lo ves Caseo? La verdad es que ahora mismo tengo un tremendo dolor de cabeza e incluso siento mareos.
- Majestad; tengo que aconsejaros buscar otros médicos. Yo no sé ya que hacer. He consultado a otros colegas y he empleado todos los remedios y el proceso no remite. Sus defensas están muy bajas y no consigue superar la infección.
- No, querido amigo, no necesito otro médico. Tu además de ser mi médico eres mi amigo y sé que me quieres, no solo como reina, sino como
hermano de la Fraternidad. Yo sé que darías la vida por mí. Estoy preparada para morir. Pero ahora mismo tenemos que realizar el juramento y con el mareo que tengo no puedo ir. Dame algo, lo que sea, que me mantenga despierta el tiempo necesario para no dejar solo a mi esposo y a los hermanos.
mantendría a la reina despierta y lúcida por varias horas. Pero acabado el efecto la resaca sería muy fuerte. Nefertiti la mujer más bella del reino, la esposa del faraón, llamó a sus doncellas que emplearon más de una hora en maquillarla. La inflamación del ojo y del parietal casi no se veían, estaba muy disimulada y de esa manera podría asistir sin dificultades al encuentro de “Los Hijos de Sol”. Caseo, el médico de la corte, salió corriendo a los baños de palacio. Se sumergió. El agua estaba casi fría, pero necesitaba despejarse. Luego frotó su cuerpo con esencia de tomillo y se puso la túnica blanca ceñida en la cintura. Caseo era un hijo del Sol, que, junto con los otros hermanos, realizaría la ceremonia del juramento sagrado. Mientras tanto en Tebas la indignación de la élite del clero de Amón era insuperable. Aquel maldito faraón había relegado a su dios y a sus servidores los sacerdotes a la condición de parias. Y aquel hijo del diablo había traído un dios impostor al que había llamado Atón, el que siempre se conoció como el dios creador Atum-Ra.
Los miles de sacerdotes de los otros cultos en Egipto perdieron, no solo su poder de influencia sobre el pueblo, sino que se habían visto mermadas sus rentas, sus ganados y las ofrendas de antaño, que le permitía vivir holgadamente ahora se habían convertido en precariedad.
El ejército y a su cabeza el general Horenheb también estaban desconcertados, pero esperaban agazapados en el silencio esperando su oportunidad.
Caseo no trataba al farón, no era su médico personal, pero tenía buena relación con el facultativo que atendía al rey. Por él sabía, que el faraón parecía vivir en otro mundo. Las voces que el rey escuchaba en su cabeza, no eran solo las de Atón, sino que, a esas alturas, una marcada esquizofrenia le hacían errar constantemente. El faraón deliraba y su fanatismo no le dejaba observar otras opciones que la total adoración y sumisión a su dios Atón. Mahu, el jefe de policía de Amarna había advertido a Nefertiti que, con absoluta seguridad, se estaba preparando un atentado contra el farón, por parte de los sacerdotes de Amón, que estaban forzando la colaboración del ejército para dar ese paso, o bien, que Horenheb, el general, hiciese la vista gorda mientras preparaban el atentado.
Nefertiti había hablado varias veces con su esposo para que elevara al dios Amón y a su clero a la altura de Atón. Se trataba de que fueran los dioses dioses iguales en jerarquía ante el pueblo, pero Akenatón se había negado, incluso se había enfurecido. Solo podía haber un dios y ese era y sería siempre Atón.
La bella esposa real, sabiendo que todo aquello acabaría mal, y que estaba en peligro la vida de todos ellos, incluso la de sus hijas, envío a Caseo, su médico personal, a hablar con el sumo sacerdote de Amón.
Nefertiti había propuesto a los sacerdotes principales de Amón en Tebas, que, si fallecía el farón, su esposo o bien se volvía loco e incapaz de gobernar. Sería ella la regente que representaría al hijo del faraón, Tutankamón; hijo que había tenido con su hermana Beneretmut y que al tiempo de parto había fallecido.
Los planes que tenía en mente Nefertiti eran precisos y la única manera de acabar esa locura era que el hijo de Akenatón, todavía niño, volviera poco a poco al culto tradicional de Amón, siendo ella, como esposa real, la regente.
Nefertiti amaba a su esposo y además creía firmemente en los valores de Los Hijos del Sol, por lo tanto, jamás autorizaría un asesinato, pero su visión más práctica y pragmática de madre y esposa le obligaba a tener un as en la manga. El problema fundamental es que ella estaba también enferma y suplicaba a su dios Atón, le preservara la vida ante el riesgo de que el faraón fuera asesinado o terminara loco del todo y por tanto fuera incapaz de reinar. El sumo sacerdote de Amón tenía claro que Akenatón era un hijo de diablo, deforme, visionario, paranoico y con delirios de grandeza absoluta. Si no hacía algo rápidamente, el país terminaría siendo invadido por los enemigos de las diversas fronteras del Imperio.
Pero, por otra parte, los sacerdotes de Amón no podían atentar abiertamente contra el farón puesto que el pueblo se revelaría. Sabiendo por tanto que Nefertiti veía con buenos ojos entronar a Tutankamón como el próximo farón en Tebas, instaurando de nuevo el culto a Amón, no tenía sentido seguir esperando. Por lo tanto, se puso en marcha una conspiración precisa. Dos sacerdotes de Amón, se introducirían en los servicios del palacio de Amarna y envenenarían a Akenatón.
Caseo sabía que todo saldría despedido por los aires, como si de una gran catástrofe se tratara. Pero él se debía a su juramento de servir los principios de la Fraternidad Solar y por supuesto de servir a la reina.
Atrás quedaban las jornadas de iluminación que los más allegados al faraón disfrutaran. El rey de Egipto parecía entrar en un extraño trance, su voz cambiaba y el conocimiento salía de su boca como un torrente cristalino. El escuchaba la voz de Atón. Durante estos diez años a través de él se había vertido el conocimiento superior de la Suprema Inteligencia, al que llamaron Ley del Uno; es decir, los principios éticos y aristocráticos que todos los seres conscientes del universo observan.
Todo cuanto él nos dijera se anotaba cuidadosamente y esos protocolos estaban custodiados por iniciados, que los habían depositado en palacio.
Pasado el tiempo, los protocolos y los papiros fueron sacados a las fronteras del Imperio en un lugar llamado Madián, a los pies del monte Sinaí. El encargado de guardar este tesoro documental y de memoria fue Jetró, quien en su día sería el padre de la esposa del hermanastro de Akenatón, Tut-Moses, quien tomara el nombre de Moisés. Pero en los dos últimos años la salud de Akenatón estaba mermada en extremo. Su pequeña deformación de nacimiento se había convertido en cojera severa y parecía que no podía soportar la propia cabeza. Además, la voz de Atón se mezclaba en su cabeza con otros tantos parásitos mentales. De tal manera, que todos los hermanos sufrían en extremo al comprobar el deterioro del rey.
Eran las veinte horas. El padre Ra, languidecía en el horizonte. Las luces mortecinas de la noche robaban poco a poco la luz del astro. Akenatón, iba delante. Caminaba desnudo de la cintura para arriba. No portaba ningún atributo real. Junto a él, la divina esposa, la bella Nefertiti. Con paso parsimonioso, tras de ellos setenta y dos seres, vestidos de blanco, caminaban de dos en dos con sus túnicas blancas cubriendo todo su cuerpo.
Una extraña música parecía oírse en el ambiente. Debía ser algo sobrenatural puesto que no había músico alguno en el salón del palacio. Sin embargo, todos percibían un sonido armonioso que llegaba al corazón de cada participante.
El Faraón tomó asiento en el centro del semicírculo que se formó. Junto a él su divina esposa. Alrededor el resto de los iniciados.
La luz opaca de las lamparillas de aceite dibujaba caprichosas formas fantasmales en las paredes del palacio. Luego uno de los iniciados puso una mesa en medio del grupo. Otro trajo una caja de madera de caoba, repujada en oro. A cada lado de la caja emergía un ser alado de oro puro. Y finalmente en el medio de la caja, o pequeño altar, se puso un cuarzo blanco de una pureza absoluta. Era un cuarzo tallado en forma de obelisco de casi cuarenta centímetros de altura.
El silencio era sepulcral. El farón, como en otras tantas ocasiones comenzó a recitar un salmo o mantra repetitivo, que se asemejaba a una plegaria como las que se recitan en un monasterio.
- ¡Apareces resplandeciente en el horizonte del cielo, ¡Oh Atón vivo, creador de la vida!
- Cuando amaneces en el horizonte oriental, llenas todas las regiones con tu perfección.
- Eres hermoso, grande y brillante.
- Te elevas por encima de todas las tierras.
- Tus rayos abarcan las regiones Hasta el límite de cuanto has creado. Siendo Ra alcanzas sus límites, y los dominas para este hijo bienamado por ti Ajenatón.
- Por lejos que te encuentres, tus rayos siempre están
- sobre la tierra…
El faraón tomaba aliento, pues su fuerza estaba mermada. Pero proseguía recitando, a la vez que los setenta y un iniciados restantes repetían la misma letanía en voz baja.
La Tierra se
ilumina
cuando te
elevas por el
horizonte,
Cuando brillas, como Atón, durante el día.
Cuando lanzas tus rayos,
Las Dos Tierras lo festejan, los hombres despiertan y se levantan sobre sus pies,
Porque tú los has despertado;
Los cuerpos se purifican, se visten,
Sus brazos adoran tu aparición,
El país entero se pone a trabajar,
Todos los animales pacen en sus pastos,
Los árboles y las plantas brotan,
Los pájaros vuelan más allá de sus nidos,
Mientras sus alas desplegadas saludan tu ka.
Todas las manadas brincan sobre sus patas,
Lo que vuela y todo lo que se posa,
Vive cuando te alzas por ellos.
Los barcos se ponen en camino tanto hacia el norte como hacia el sur,
Los senderos se abren cuando asciendes,
Los peces del río saltan hacia tu rostro,
Y tus rayos penetran hasta el centro del Gran Verde.
Cuando brillas, como Atón, durante el día.
Las Dos Tierras lo festejan, los hombres despiertan y se levantan sobre sus pies,
Los cuerpos se purifican, se visten,
El país entero se pone a trabajar,
Todos los animales pacen en sus pastos,
Los pájaros vuelan más allá de sus nidos,
Mientras sus alas desplegadas saludan tu ka.
Vive cuando te alzas por ellos.
Los barcos se ponen en camino tanto hacia el norte como hacia el sur,
Los senderos se abren cuando asciendes,
Y tus rayos penetran hasta el centro del Gran Verde.
La atmósfera del recinto estaba impregnada de beatitud. Las lágrimas asomaban en los rostros de todos.
Poco a poco como en cada ocasión, se volvía a producir el milagro. Una extraña luz emergía del cuarzo colocado sobre el pequeño altar de madera y oro. La luz se fue haciendo más intensa hasta que rellenó todos los rincones de la sala del palacio.
Ellos eran los que preservarían el conocimiento vida tras vida hasta el final de los tiempos. Luego Nefertiti desenrolló el pergamino sagrado y con voz armoniosa nos tomó el juramento que todo repetimos al unísono.
Palabras que se incrustaron en el espíritu de los iniciados, vida tras vida, hasta el final del mundo.
Los meses siguientes fueron una crónica anunciada.
Finalmente conseguí reducir la inflamación del ojo y el cráneo de Nefertiti, gracias a el
veneno del alacrán.
Pero, aunque
parecía
curado, la
infección
emergería
en el
cerebro en cuanto las defensas de la reina cayeran de nuevo.
Dos sacerdotes de Amón, trajeron a la cocina de palacio sendos corderos del rebaño de templo de Tebas.
Nadie sospechó nada. Sobornaron a uno de los cocineros reales entregándole varias piezas de oro y le entregaron a su vez el veneno a base de arsénico y mandrágora, que debía administrar al faraón en varias fases.
Yo fui solicitado por mi colega para examinar al faraón que yacía sin sentido en su lecho.
La lengua caía entre sus labios, amoratada.
Era un signo claro de envenenamiento.
Akenatón, el verbo de Atón estaba muerto.
Tal y como estaba previsto, los funerales del faraón se realizaron a continuación. Nefertiti se trasladó a Tebas con el pequeño heredero Tutankamón, que, a penas, contaba con diez años.
Pero la muerte de Akenatón y los acontecimientos traumáticos que amenazaban con el final de la utopía de Amarna, crearon en la divina esposa una tremenda tristeza.
Su sistema inmune cayó en picado y la infección ascendió al cráneo, produciéndole la muerte.
La Fraternidad Solar se disolvió. La última reunión la realizamos en los propios funerales del rey. Su hermano Tut-Moses presidió el encuentro. Pero faltaba la voz de Atón.
Fue una despedida traumática. Todos llorábamos.
Tut-Moses propuso la dispersión puesto que la policía, ahora afín a Amón y los sacerdotes del viejo rito tenían la intención de perseguir y condenar a los iniciados para silenciarlos.
Pero el sumo sacerdote de Amón temía que parte del pueblo se revelara si se perseguía a los antiguos amarnenses.
Necesitaban el visto bueno de Horenheb.
Pero este
general
no se
pronunciaba.
Simplemente esperaba tomar el trono más adelante, cuando fuese el momento oportuno.
Dos años después de la muerte de Akenatón, falleció Nefertiti, no puede hacer nada por ella.
Le di todas las drogas que pude, pero el dolor fue tremendo hasta que nos dejó.
Antes de morir tuve todavía que realizar una misión secreta por orden suya.
Nerferti quería asegurar la vida de sus
hijas y por supuesto, la de sus hermanos espirituales de la Fraternidad Solar, pero el sumo sacerdote de Amón estaba
dispuesto a perseguirles.
Los servicios secretos tenían una
lista precisa.
Me entrevisté con mi hermano espiritual Tut-Moses.
El sacerdote de Amón le proponía abandonar el país con los
seguidores del culto a Atón. Si se quedaban no garantizaba su seguridad. Tut-Moses, no tuvo muchas opciones.
Nos reunió a todos y nos propuso abandonar el país con el visto bueno del ejército y los sacerdotes de Amón. Tut-Moses había negociado con los antiguos Hicsos, expulsados cien años antes de Egipto y que ahora estaban en Jerusalén, comprarles tierra y ganado, si les dejaban emigrar allí.
El rey de Jerusalén pidió una enorme suma de dinero, y, además, que, junto a los seguidores e iniciados de Atón, liberara a los antiguos hijos y mestizos de los Hicsos que como clase inferior todavía estaban en Egipto.
Tut-Moses necesitaba oro, por lo que solicitó a los orfebres mandeos robaran el oro de los ricos del reino y finalmente en número cercano a los tres mil abandonaron las tierras de Egipto, llevando la antigua religión de Atón a Palestina, pero después del tiempo los antiguos ritos se perdieron y solo los orfebres mandeos los conservaron puros hasta el nacimiento de su líder Juan el Bautista.
Jesucristo traicionó dichos ritos por ambicionar el poder y la antigua Ley del Uno se perdió en los anales del tiempo.
Yo Caseo, me quedé en Egipto y ejercí de médico hasta mi muerte
a los setenta y dos años. Todavía siento las lágrimas deslizar por mis mejillas al evocar estos recuerdos.
Su rostro cubierto de lágrimas no le dejaba ver el aposento donde yacía con su esposa en la casa de Jean.
Él todavía era Caseo el médico de la reina y seguía llorando amargamente, hasta que finalmente pudo regresar consciente a ese tiempo.
Se hizo un silencio total. ¿Qué clase de trama tan poderosa podía imponer en el
mundo entero una vacunación contraria a la Ley y contra la voluntad de las personas? Saray, estaba llorando. Ella amaba a su esposo, pero el
sentimiento de soledad y de incomprensión que estaban
viviendo, comenzaba
a aliviarse por la presencia de aquellos locos maravillosos que les habían acogido como si de una familia se tratara. Luego activó su teléfono móvil y abrió un artículo.
La declaración también amenazó a los médicos que se atreven a advertir al público sobre los efectos secundarios de la vacuna COVID-19 con sanciones disciplinarias.
El artículo concluía con una clara sentencia:
Una cantidad “aterradora” de eventos adversos
Sami no amenazaba en vano. La lucha había comenzado.
Poco a poco como en cada ocasión, se volvía a producir el milagro. Una extraña luz emergía del cuarzo colocado sobre el pequeño altar de madera y oro. La luz se fue haciendo más intensa hasta que rellenó todos los rincones de la sala del palacio.
- ¡Atón está con nosotros! -Dijo el faraón-
Ellos eran los que preservarían el conocimiento vida tras vida hasta el final de los tiempos. Luego Nefertiti desenrolló el pergamino sagrado y con voz armoniosa nos tomó el juramento que todo repetimos al unísono.
Palabras que se incrustaron en el espíritu de los iniciados, vida tras vida, hasta el final del mundo.
- JURO POR MI ESPIRITU INMORTAL, QUE DEDICARE
TODA MI EXISTENCIA, VIDA TRAS VIDA, HASTA EL FINAL DE LOS TIEMPOS. SERVIR AL CONOCIMIENTO.
- NO ADORARE, NI VENERARE A NINGUN SER NACIDO DE MUJER.
- TRABAJARE HASTA LA EXTENUACION PARA CREAR UNA FRATERNIDAD
UNIVERSAL
DE SERES
- CONSCIENTES, GUIADOS POR LA LUZ DEL ESPIRITU INMORTAL
DE LA SUPREMA INTELIGENCIA,
- EMPLEADO LA CIENCIA, LA INTELIGENCIA Y EL AMOR INCONDICIONAL A LA VIDA Y A TODO LO
CREADO.
- BUSCARE ENTENDER Y REALIZAR LA VOLUNTAD DE
ATON, NUESTRO PADRE CREADOR, PARA LLEVAR AL PLANETA Y MIS HERMANOS A FUNDIRSE EN UNA SOLA CONCIENCIA UNIVERSAL.
Los meses siguientes fueron una crónica anunciada.
Dos sacerdotes de Amón, trajeron a la cocina de palacio sendos corderos del rebaño de templo de Tebas.
Yo fui solicitado por mi colega para examinar al faraón que yacía sin sentido en su lecho.
Akenatón, el verbo de Atón estaba muerto.
Tal y como estaba previsto, los funerales del faraón se realizaron a continuación. Nefertiti se trasladó a Tebas con el pequeño heredero Tutankamón, que, a penas, contaba con diez años.
Su sistema inmune cayó en picado y la infección ascendió al cráneo, produciéndole la muerte.
La Fraternidad Solar se disolvió. La última reunión la realizamos en los propios funerales del rey. Su hermano Tut-Moses presidió el encuentro. Pero faltaba la voz de Atón.
Tut-Moses propuso la dispersión puesto que la policía, ahora afín a Amón y los sacerdotes del viejo rito tenían la intención de perseguir y condenar a los iniciados para silenciarlos.
Pero el sumo sacerdote de Amón temía que parte del pueblo se revelara si se perseguía a los antiguos amarnenses.
Dos años después de la muerte de Akenatón, falleció Nefertiti, no puede hacer nada por ella.
Antes de morir tuve todavía que realizar una misión secreta por orden suya.
Me entrevisté con mi hermano espiritual Tut-Moses.
Nos reunió a todos y nos propuso abandonar el país con el visto bueno del ejército y los sacerdotes de Amón. Tut-Moses había negociado con los antiguos Hicsos, expulsados cien años antes de Egipto y que ahora estaban en Jerusalén, comprarles tierra y ganado, si les dejaban emigrar allí.
Tut-Moses necesitaba oro, por lo que solicitó a los orfebres mandeos robaran el oro de los ricos del reino y finalmente en número cercano a los tres mil abandonaron las tierras de Egipto, llevando la antigua religión de Atón a Palestina, pero después del tiempo los antiguos ritos se perdieron y solo los orfebres mandeos los conservaron puros hasta el nacimiento de su líder Juan el Bautista.
Jesucristo traicionó dichos ritos por ambicionar el poder y la antigua Ley del Uno se perdió en los anales del tiempo.
- ¡Alex…Alex! – Que te pasa- ¿Por qué lloras?
- Yo no me llamo Alex, sino Caseo. Soy el médico de la gran señora de Egipto Nefertiti.
- ¿Pero qué dices?
- Has tenido
una pesadilla,
Alex. Has
estado convulsionando y llorando todo el tiempo.
- Saray. ¿Qué hora es? Las 3,33 de la madrugada.
- Mañana debo hablar con Jean y el grupo. Tengo que
aceptar que soy un Hijo del Sol.
- ¿Qué me dices?
- Mañana, Saray, mañana, déjame dormir a ver si
retorno a palacio.
- Soy un Hijo del Sol, Jean,
- Ya yo se Alex ¿A qué viene eso ahora?
- Pues es que lo he visto.
- He estado allí. Estabais
- vosotros con otros rostros, pero erais vosotros. Yo era médico, al igual que ahora. Era el propio médico de la reina Nefertiti.
- ¡Y te llamabas Caseo!
- ¡Demonios, Jean ¿Cómo lo sabes?
- De una u otra manera todos los Hijos
del
Sol
tenemos las
mismas o parecidas experiencias.
- He vivió una tremenda pesadilla viendo la traición y la muerte del faraón. He visto el sufrimiento de Nefertiti para salvar a sus hijas. Lo que más me ha costado, ha sido ver la degeneración intelectual del faraón ¡Qué lástima!
- Mira Alex, una cuestión es la conciencia superior de los Seres Superiores y otra la capacidad de entender
- y asumir dicha conciencia por parte de los seres humanos. Todos, absolutamente todos los designados, profetas, contactados o mesías, no han podido evitar mezclar su densa personalidad con la sabiduría que viene de lo alto.
- ¿Quieres decir que nadie ha conseguido mantenerse puro a la misión que le ha sido encomendada?
- La naturaleza humana es muy densa y aquí hasta los ángeles caerían.
- Pero hay seres como Jesucristo que lo hizo bien. Fue una referencia para todos de bondad y sacrificio.
- Precisamente Jesucristo, no es el mejor ejemplo.
- ¿Qué quieres decir?
- Pues que Jesucristo, cegado por su ambición de ser
el
rey traicionó la enseñanza Mandea, de su maestro Johannes. Y debido a su traición, su figura ha vertido millones de litros de sangre, dolor y enfrentamiento.
- ¿Entonces Akenatón también falló?
- Por supuesto. Pero después de él también lo hizo Tut-Moses que traicionó la Ley del Uno para someter
la
adoración del pueblo a un ser, al que llamaron Yahvé, no a un principio. Nos faltan miles de años
- para entender.
- En definitiva, Querido Jean, ¡Somos unos impresentables! ¡Incapaces de seguir un programa o de ser fieles a una idea!
- Así es. No podemos mantener por mucho tiempo un propósito o un programa, incluso aunque ese programa sea impreso en lo más profundo de nuestro ADN.
- ¿Entonces a que viene tener que juntar a un número de personas para realizar una utopía, si todo está condenado al fracaso?
- No, Alex, no todo ha de salir mal. Se trata de un programa que llevará varios siglos, y a nosotros nos corresponde construir una fase, luego vendrán otros
y seguirán mejorando hasta que se realice el milagro.
- Bueno, si estos seres son tan poderosos, lo tienen muy
fácil,
exterminan
a casi todos, dejan
una
minoría y así se ahorran retrasos y problemas.
- Está claro que de esa manera habrían construido unos robots, pero no seres humanos conscientes y experimentados. Todo tiene un ritmo y todo evoluciona en conjunto.
- No termino de entender cuál es el plan.
- Mira Alex, tú eres alemán y tu forma de entender la evolución es muy pragmática, incluso maniqueísta.
- Si este vale, se acepta sino
no
vale se elimina, pero la evolución de las especies se hace en conjunto. Es decir: Si evolucionas tú, pero la vaca que te da la leche o el mosquito que ronda tu casa por la noche o la mascota que corre por el jardín no evolucionan al unísono con una sola conciencia no se avanza, sino que se retrocede. Además, hay periodos que se vive en forma paradójica interpretando el mal o un retroceso, para avanzar después en otro tiempo.
- Alex, retorció la mirada, él era un médico y Jean más bien parecía un filósofo. No entendía lo que Jean quería decirle.
- Mira Alex, Jared nos avisó de que en el año 2020 se produciría un retroceso terrible para la humanidad. Se produciría un genocidio en nombre de la ciencia. La Humanidad iba a ser diezmada y utilizada por entidades
negativas que nublarían
la razón, los
valores y los principios universales. Nos anunció el comienzo de una era de sufrimiento de suicidios colectivos, de esquizofrenia, de autismo y de muerte del espíritu. Todo esto es lo que estas viviendo ahora y todavía tendremos que ver en los próximos años más sufrimiento.
- Yo le pregunte a Jared si los seres creadores no podían parar tal locura y él dijo que no. Por un tiempo, la Tierra y sus seres vivos estarían gobernados por el mal que emana de Saturno, Plutón y Júpiter, pues siempre que estos planetas se juntan se producen, peste, locura colectiva, pandemias y guerras
fratricidas. Por un
tiempo estos
dioses malignos gobernarán el mundo y diezmarán con dolor a la humanidad. Pero es necesario que así ocurra, pues esa información se queda en nuestro inconsciente colectivo para afrontar en el futuro con más conocimiento y mejor dotados lo que ahora estas jerarquías nos imponen. En la edad media, en estas mismas condiciones se liberó la peste en el
mundo y murió más de la mitad de la humanidad. La iglesia rezaba y sacaba a sus santos implorando el
favor de Dios, luego se aceptó que la peste había venido por el pecado humano y la locura de los necios, invocando a su dios, causó más estragos, más muertos y más torturas que la propia peste en sí. Finalmente se dieron cuenta que el problema era simplemente
la higiene. Es decir, que
eran las ratas las que a través de sus pulgas transmitían la peste, porque los seres humanos eran unos guarros que no limpiaban ni se aseaban. Ahora, después de millones de muertos, tu como médico sabes que la falta de higiene transmite enfermedades. Recordarás también como los médicos de la Edad Media practicaban la sangría para quitar enfermedades y mataban a la gente en nombre de la ciencia causando anemias terribles.
- Ahora, querido Alex, el ser humano siguiendo la misma pauta necia e ignorante ha creado una vacuna experimental que está produciendo miles de muertos debido a su código ARN introducido incorrectamente. Pero no se sabe lo que puede ocurrir en el futuro con ese veneno dentro. Pueden ser millones de muertos. Y como en la Edad Media, la culpa es de los pecadores de hoy
en día;
es decir, de los que no se vacunan. Pero si tu estas vacunado una, dos o cinco veces ¿Por qué temes que te contagie un sano? ¿No será que la vacuna que te han asegurado que inmuniza, en realidad mata?
- Ciertamente la vacuna es el problema no el virus.
- Pero todo esto ocurre porque la causa fundamental está en Saturno, Plutón y Júpiter, que imponen su energía y propician la enfermedad.
- Mira Jean, soy médico, no astrólogo. Lo que me dices no tiene sentido para mí.
- Sin embargo, si te muestro por estadística las pandemias, pestilencias y enfermedades del pasado,
- que se dan con las mismas posiciones planetarias,
- ¿Tendrías, por lo menos que valorar una posibilidad estadística?
- Por supuesto. Si se da con esa lógica, finalmente tendré que entender que hay algo más que la pura casualidad.
- Nosotros, Alex, somos Hijos del Sol. Seres que conocemos e interpretamos la Ley de la Suprema Inteligencia. No somos estúpidos realizando rituales y oraciones supersticiosos. Nosotros supimos con antelación que se produciría como en la edad Media la misma pandemia y distribuimos entre nuestros hermanos la “Ivermectina” un simple antiparasitario que anula el virus en cuarenta y ocho horas. Y de esa manera nuestros hijos, y nuestra gente no se vacunó y no
alteró su genética, preservando la raza para el futuro. No imploramos, no rezamos, no echamos la
culpa a la humanidad. Supimos que ese virus militar se estaba fabricando en China, supimos quién y cómo se diseñó y, en consecuencia, en forma práctica y rotunda nos pusimos a la tarea de preservar nuestra raza.
- Finalmente, al igual que antaño, el ser humano se dará cuenta que se ha equivocado y no hará más
sangrías, ni más experimentos fratricidas para el futuro. Se dará cuenta, como siempre, tarde y a través de millones de muertos.
- Nuestra misión queridos amigos, no es preservar a una especie. Eso sería como “Un arca de Noé” para elegidos. Y esa no es nuestra misión. Pero, querido Alex, no es el momento ahora de explicarte cuanto en realidad tienes que sentir por ti mismo en su momento. Nosotros, los Hijos del Sol somos la vida misma del planeta, la continuidad, pero no como especie, sino algo más. Algo que todavía tu espíritu no te ha revelado. Solo cuando estemos todos, entenderás.
- ¿Los setenta y dos?
- No Alex, serán muchos más. Es cierto que son 72 espíritus, pero muchos servidores del plan.
- Mira Jean, ahora mismo la situación que estamos viviendo en nuestro país es tremenda. Tengo pendiente de sentencia la supresión del título de medicina por ser negacionista. Estoy también colegiado en Austria, pero la situación allí no es mejor.
- La cuestión, querido Jean es que cuanto decís sobre los efectos secundarios de la vacuna, se queda corto.
- Tanto yo
como algunos de
mis colegas
hemos comenzado a constatar un verdadero genocidio, pero a estas alturas tememos incluso por nuestra vida.
- Ponlo en la pantalla, así lo vemos mejor -Dijo Sami-
En
unos segundos apareció el artículo:
La declaración también amenazó a los médicos que se atreven a advertir al público sobre los efectos secundarios de la vacuna COVID-19 con sanciones disciplinarias.
El artículo concluía con una clara sentencia:
Una cantidad “aterradora” de eventos adversos
- Como podéis ver, estos son nuestros compañeros, médicos honrados que se ven amenazados a diario como Alex y que están desesperados.
- Tranquila Saray, somos una familia y no os dejaremos solos -dijo Jean- Quizás todo esto os esté indicando que vuestro futuro no está en Alemania. Tu para nosotros, querido Alex eres Caseo, el médico personal de Nefertiti y por tanto sois ambos Hijos del Sol. De momento, tenéis que quedaros unos días más. Hablaremos del tema y veremos como establecer una estrategia. Tenemos que contar con nuestro equipo financiero y necesitamos a Marco y su grupo para establecer un plan.
- No os queremos molestar. Bastante hacéis por nosotros escuchándonos.
- No Saray, esto no es una cuestión de solidaridad sino de
justicia.
Jean es blandito,
pero
nosotras las mujeres no cedemos tan fácilmente. Lucharemos hasta el final.
No hay comentarios:
Publicar un comentario