Aunque
llegamos tarde, Jared no nos amonestó. Pedimos perdón por el retraso, aunque él
ya sabía lo que había pasado.
Samantha
llamó a Salima y al resto de la familia. Los dirigió al coche y comenzó a sacar
bultos, víveres, comida y bebidas. La tarde anterior, nos habíamos dirigido al
mercado y habíamos comprado media tienda. Las provisiones podrían durarle en
algunos artículos meses.
Salima
se enfadó y se le comentó a Jared, pero el anciano sabio, con voz tierna y
cansina le dijo:
-
Se generosa con nuestros hermanos.
Permíteles expresar su amor.
-
Pero padre, han comprado
provisiones para meses y le dijimos que aceptaran nuestra comida sin
compensación alguna a cambio.
-
Pero si lo rechazas se
impondrá tu generosidad sobre la de ellos y eso también es una forma de
egoísmo.
Salima
bajo la cabeza y resignada se fue refunfuñando hacia la cocina.
-
Jared. Tenías razón. No sé lo
que ha pasado, pero sencillamente nos hemos enamorado y queremos casarnos,
primero por el rito Mandeo y luego por el occidental.
-
Son vuestros espíritus los
que se han reconocido. Mi hijo ya está confeccionando vuestras alianzas. Antes
de mi partida celebraremos vuestra unión y luego seréis bautizados.
Sé
que Ruha te ha visitado. Ella no quiere que reveles cuanto debo comunicarte.
Pero la Ley de la Suprema Inteligencia le obliga a ella, a mí y a vosotros.
Nuestro pueblo desaparecerá, de hecho, los Mandeos que se dicen adeptos a
nuestros ritos no comprenden lo que es “vivir” en la Ley del Uno. Para los
pocos que quedan dispersos por el mundo ser Mandeo es “Seguir” un rito o unas
normas, que no son malas y aunque no soportan a los cristianos y las distintas
confesiones religiosas, todas ellas sin excepción siguen normas, preceptos,
mantras, oraciones y ritos para ser mejores personas, pero no “viven” en la Ley
del uno. Siguen leyes, pero no se integran en la conciencia de la Ley del uno.
Un árbol un pez o una planta viven en la ley y no cumplen normas. Son las
normas, las religiones y los preceptos los que nos separan de esa Ley.
Ni
Samantha ni yo entendíamos bien lo que quería decirnos, pero él se adelantó.
-
Pronto lo comprenderéis.
Primero escuchad la historia de nuestro pueblo, no tanto para tener más
sabiduría, que efectivamente es bueno, sino para que la humanidad no repita los
mismos errores.
Llega una nueva
Era y todo cambiará. Lo que no es útil perecerá y nuevos retoños aparecerán de
las cenizas y del polvo de los que siguieron las leyes y el concepto de la
jerarquía.
¡Ten a mano la
biblia, querido Jean! Lo que os voy a contar requiere de lo que en dicho libro
se ha plasmado equivocadamente a lo largo de la historia.
-
Volvamos tres mil años hacia
atrás en Egipto. Horemheb tomo el poder y como nuevo faraón retornó a los
antiguos ritos. Los sacerdotes de Amón, retomaron el estatus de poder que habían
perdido con Akenatón. Y junto a esta casta sacerdotal manipuladora cientos de otros
tantos ritos, dioses y semidioses retornaron a esclavizar en la ignorancia a
sus adeptos.
Akenatón
había liberado a todos sus súbditos de las normas, los preceptos y los diezmos
y tal y como le había dicho Atóm, propició un culto de libre acceso del corazón
de los hombres a la Suprema Inteligencia, que vive en la Luz; es decir en el
Sol que alumbra cada mañana. El faraón hereje había enseñado que el Sol no solo
fecundaba las cosechas y la vida, sino que, para unos pocos, esa luz portaba
conocimiento, diálogo y emociones. Y los hijos del Sol, que formaban parte de
la Fraternidad Solar conocían la forma de interpretar ese lenguaje.
-
El culto a Atóm fue
perseguido. Amarna fue abandonada y las lápidas y representaciones de Akenatón
fueros destruidas. Pero todavía quedaban miles de personas simpatizantes del
culto.
Uno
de estos seguidores de la Ley del Uno traída por Atóm era Tut-Mosés, que había
sido criado en Tebas, pues era hijo de Amenhotep III, padre de Akenatón y de
una de las ciento de concubinas reales del harén del faraón. Y ese nacimiento
le otorgaba ciertos privilegios, aunque no la sucesión al trono.
Tut-Mosés
abrazó la fe del Disco Solar de Atóm y se hizo sacerdote de dicho culto.
Las
presiones iban en aumento y los seguidores de dicho culto se veían amenazados,
vejados, incluso asesinados. Poco a poco se fue formando un colectivo de miles
de personas parias y desahuciados. Otro colectivo bastante numeroso eran los
descendientes de segunda generación de los Hicsos. Pueblo que durante dos
siglos había invadido y gobernado el Bajo Egipto y que habían emparentado con
mujeres egipcias. A estos descendientes se les consideraba igualmente indignos
y se les conocía por el nombre de leprosos. No tanto por estar contagiados con
dicho mal, sino por llevar sangre de los invasores.
Tut-Mosés
era de sangre real, aunque fuese por parte de padre y eso le hacía acreedor a
ser considerado el líder espiritual de aquellos miles de desahuciados.
Pronto
comprendió Tut-Mosés que la única salida para no ser eliminados era marcharse
de Egipto. En aquel lugar ya no había sitio para ellos.
Se
puso en camino por tanto hacia Palestina, donde se habían alojado los Hicos
expulsados de Egipto cien años antes y donde fundaran en su momento Jerusalén.
Los Hicsos le
acogieron con simpatía, pues conocían el trato protector que aquel príncipe y
sacerdote propiciaba a sus descendientes mestizos.
Los Hicsos de
Palestina accedieron a acoger a los seguidores del culto a Atóm y a la amalgama
de otros tantos descontentos y parias del imperio que se disponían a abandonar
la tierra de Egipto. Pero le pidieron a Tut-Mosés una suma inmensa en oro,
plata y piedras preciosas si quería acceder a esas tierras.
Tut-Mosés,
regresó a Egipto y preparó la marcha de miles de personas. Pero no sabía cómo
conseguir reunir el tesoro reclamado por los palestinos.
Fue
entonces cuanto los Mandeos, artesanos del oro y de los metales nobles
repartidos por todo el imperio entraron en acción. Solo ellos tenían acceso al
metal amarillo. Solo ellos gozaban de la confianza del actual faraón y de la
corte, así como de los hombres poderosos de Egipto.
El jefe de
aquellos Mandeos era Aarón. Tut-Mosés solicitó de este orfebre hacerse con todo
el oro y piedras preciosas de los palacios del Imperio. Los artesanos por tanto
coordinaron un plan perfecto y en pocos días todo el oro del que disponían en
depósito para elaborar las joyas de encargo, fue sustraído y llevado a
Tut-Mosés para pagar el alojamiento a los hicsos de los miles de parías que
iban a escapar el imperio.
Y el día
señalado miles de personas capitaneados por Tut-Mosés se encaminaron a la
Tierra Prometida.
Tut-Mosés
cambió su nombre desde aquel momento pasándose a llamar Moisés.
Cuando
los egipcios vieron que les habían robado enviaron a los soldados para capturar
a los ladrones, pero no los alcanzaron.
Lo importante,
querido Jean es que comprendas que la raza judía nunca ha existido. Los judíos
no son sino egipcios renegados, es por eso que no existe testimonio histórico
alguno de los hebreros en Egipto, simplemente porque eran egipcios.
El viaje fue
muy duro. Muchos murieron y las desavenencias comenzaron a surgir, sobre todo
entre los mestizos hicsos y los Mandeos. Pues los primeros eran belicosos
siendo su líder el joven Josué y los Mandeos eran absolutamente pacíficos.
Moisés
comprendió entonces que aquella heterogénea masa humana jamás podía alcanzar un
estado de conciencia compartida, por tanto, no se podía vivir en la Ley del
Uno, las diferencias evolutivas eran enormes.
Los Mandeos
conocían bien la historia de Akenatón, así como los dictados de Atóm por él
canalizados a través de la voz que escuchaba en su cabeza.
Aarón portaba
siempre la figura de Atóm esculpida en oro, representado por un carnero sentado
en un trono. Y todo nuestro pueblo veneraba dicha figura, pues Atóm era el
portador del dios Ra, la conciencia del universo. Pero los hicsos y otras
tantas castas que venían en el viaje, no aceptaban la veneración de Atóm. Los
leprosos hicsos todavía conservaban en su recuerdo la brillante capital de
Avaris en el delta del Nilo y a su dios creado con fundamentos cananeos y que
finalmente derivó en Set, el antagonista de Osiris, un dios temible, guerrero y
despiadado.
Moisés estaba
desesperado y solicitó de Aarón y los Nasurais o sacerdotes de nuestro pueblo
le facilitaran comunicarse a través de la piedra blanca la pócima mágica o maná
y las letanías que solo nuestros iniciados conocían.
Finalmente
consiguieron que sus oraciones, sus pensamientos, como ondas cósmicas viajaran
hasta los dioses, pero no al consejo de los Nueve sino a la facción setiana. Fue
Jehová quien en el monte Sinaí se entrevistó con Moisés y le dio unas leyes
fundamentales, conocidas por los diez mandamientos que el pueblo debía cumplir
rígidamente para sobrevivir. Pero Jehová se proclamó dios de todos ellos y
excluyó a todos los otros dioses y poderes, incluido al Dios Atóm, el portador
de la Ley del Uno.
Jehová
exigió obediencia ciega, y en tu biblia así consta; Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón con toda tu alma y con
todas tus fuerzas.
Pero
los Mandeos y la Ley del Uno debían amar con igual fuerza y modo, no solo a un
dios, sino a cada partícula de la existencia. Amar a la Luz, no a un ser
celoso, violento y excluyente.
Faltó
poco para que nuestro pueblo no fuera exterminado, pero los nuevos seguidores
de Jehová destruyeron la estatua de Atóm y marginaron a los Mandeos.
Fue
Moisés quien convenció a la chusma de fanáticos de dejar en paz a los Mandeos y
a Aarón, pues éramos y somos pacíficos y nunca nos hubiésemos enfrentado.
Moisés
sabía además que solo nuestros Nasurais tenían la forma y la magia necesaria
para comunicarse con los señores de la Luz y desgraciadamente con los señores
oscuros del universo.
Nuestros
primeros padres pasaron a ser testigos incómodos de una traición aberrante,
pues Moisés, quizás condicionado por la chusma y por evitar un exterminio de
nuestro pueblo, traicionó a su dios Atóm asumiendo un dios inferior que
derramaría miles de litros de sangre, pues Josué y los suyos pasaron a cuchillo
a los hombres mujeres y niños que encontraron en su camino hacia la Tierra
Prometida. Cananeos, filisteos, amorreos y otros tantos pueblos fueron
diezmados por los seguidores de Jehová. Los cristianos asumieron este dios como
padre del Nazareno y de acuerdo a esa naturaleza cientos de miles de litros de
sangre se han derramado desde entonces, mientras que los Mandeos nunca
empuñamos una espada o una pistola para reivindicar nuestra doctrina.
Después
de varios siglos el Rey Josías, hacia el siglo VII antes de Cristo, ordenó
recoger estas leyendas y mitos, fortaleciendo la crueldad de Jehová, porque
tenía la necesidad de presentar a un dios más poderoso que los dioses de sus
vecinos y de Egipto y sus escribas elaboraron los cinco libros sagrados de los
judíos o Pentateuco, que erróneamente atribuyeron a Moisés.
-
Querido Jean ¿Conocías esta
historia?
-
Sí, pero no como Vd. la ha
contado.
-
El ser humano siempre ha
pretendido meter la palabra de Dios en libros, cuentos o leyendas y han matado
o se han producido genocidios defendiendo textos y libros que están alterados y
modificados muchas veces. Eso mismo pasa con nuestras escrituras. Están tan
alterados que mi pueblo sigue a dioses de barro y mitos inventados y, sobre
todo, normas y principios que fueron validos hace tres mil años, pero ahora ni
tienen sentido ni son operativas. Vosotros queridos hijos representáis nuevos
valores y nuevas ideas, que enterrarán el mito el dogma y la doctrina
anacrónica del pasado.
Soy
antropólogo y he investigado al ser humano y su posicionamiento ante las
respectivas doctrinas, pero aquel anciano había realizado un discernimiento
imposible para una persona de su edad y su cultura. Jared nos decía que los
dioses antiguos no eran sino seres más evolucionados del espacio que habían
visitado nuestro planeta y que los seres humanos los habían deificado. Y ese
pensamiento era incluso difícil de comprender para mí.
-
Jared -dijo Samantha- Jean y yo nos preguntamos cómo ha adquirido
tal conocimiento. Lo que Vd. nos cuenta supera la imaginación nuestra y de
muchos jóvenes.
-
Cuando embalsamaron a
Akenatón los servidores de la casa de Osiris encontraron una pepita de color
dorado en el interior de su cabeza, en la masa encefálica. Aquello era algo
incomprensible para los trabajadores de la casa de la muerte. Pensaron que el
faraón asesinado estaba embrujado o que algún adepto a su doctrina había
burlado la guardia y se la había introducido.
-
¿Pero cómo puede Vd. saber
eso? Si lo comento en la universidad, le aseguro que me apedrean, pensando que
estoy drogado.
-
Yo lo he visto, queridos
hijos.
-
¿Pero dónde? -Comentó
Samantha-
-
En una televisión que no es
de este mundo y que en su momento conoceréis.
-
Imaginad, queridos hijos, que
digo a mis Nasurais o sacerdotes de mi pueblo que a Akenatón tenía una radio en
su cerebro. Os aseguro que me encierran por loco. Incluso mis propios hijos
dudarían de mi juicio, pensando que son cosas de viejo. Pero los niños de este
mundo nuevo entenderían que tal tecnología ahora mismo es posible. Basta con observar
la nanotecnología de este tiempo para entenderlo. Pero mi pueblo, mis gentes
jamás podían aceptar que Atóm no realizó nada mágico o milagro alguno.
Simplemente puso un microchip en el cerebro de un hombre al que dictaron un
conocimiento impensable para aquel tiempo. Es por esto queridos hijos que mi
pueblo está llegando a su fin, ahogado por el peso del dogma y de la
superstición. Aquellos milagros de
antaño los explica ahora la ciencia en forma sencilla. Si vuestro Jesucristo
observara la televisión ahora mismo se postraría de rodillas pensando que era
el poder de dios manifestándose en una caja.
Samantha
me miró con los ojos desmesuradamente abiertos. Aquel anciano pertenecía al
futuro y era más joven en conciencia que nosotros mismos. Tengo cuatro carreras
universitarias, hablo media docena de idiomas además de dialectos antiguos. Me
he educado entre máquinas, tecnología punta y ordenadores. Soy dueño de una
empresa de tecnología puntera y aquel anciano me estaba dando una lección herética
desde el punto de vista histórico, que me costaba asumir.
Una
terrible incertidumbre comenzó a carcomerme por dentro. Tenía la necesidad de
comprobar cuanto Jared decía ¿De dónde sacaba aquel anciano tales afirmaciones
imposibles?
-
Las entidades a las que los
hombres llamaron dioses eligieron profetas y enviados para elevar la conciencia
humana, pero a lo largo del tiempo comprobaron que todos, absolutamente todos
los nacidos en este planeta eran imperfectos y la enseñanza inspirada por ellos
terminaba mezclada con la ignorancia, los preconceptos o la superstición humana.
Esos
“dioses” son seres que simplemente tienen miles o millones de años de
experiencia y progreso. Son los seres que nos crearon y nos depositaron en la
tierra para crecer y aprender a través de las vivencias, buenas o malas que el
ser humano ha producido a lo largo de la historia.
Nadie
se asombra cuando vemos en la televisión poner un microchip a una especie
animal para estudiarla. Esa tecnología está al alcance de cualquiera, lo vemos
normal, incluso entendemos que es bueno para la preservación de las especies. Y
no podemos concebir que una especie superior a nosotros nos ponga un microchip
en nuestro cerebro para hacer un seguimiento de nuestra especie, que, en
definitiva, ha sido creada por ellos.
Cualquier
sacerdote atribuye a sus dioses poderes misteriosos y le dota de omnipotencia
absoluta, cuando la realidad más despiadada es que Buda, Jesucristo o Mahoma
son menos evolucionados que un simple niño nacido ahora mismo en nuestro planea.
Es por esto, queridos hijos que debo partir, puesto que no puedo decir a mi
pueblo que la vara de Aarón era una simple antena que proyectaba imágenes
holográficas de cuatro dimensiones, ante los ojos asombrados del faraón.
-
¿Lo que quiere decirnos, querido
Jared es que todos los prodigios realizados por nuestros dioses históricos es
pura y dura tecnología de una conciencia superior que ha empleado a sus
enviados para elevar la sabiduría humana?
-
Si Samantha. Yo he vivido
muchos años feliz. He criado a mis hijos siguiendo los preceptos Mandeos y me
sentía privilegiado. Nunca me cuestioné nuestra doctrina. Fue a la edad de
setenta y dos años cuando tuve acceso a otro conocimiento que me produjo una
crisis existencial absoluta, al comprender que todas las doctrinas religiosas
de este planeta son supersticiones, mentiras, exageraciones y anacronismos.
Y
comencé a experimentar una soledad profunda, pues no podía contar cuanto iba
descubriendo con mis hermanos espirituales. Desgraciadamente tuve que aceptar que
las religiones y la fe, no son sino frenos a la razón, a la inteligencia y al
progreso humano.
En
los próximos siglos millones de seres humanos morirán y no volverán a encarnar
en este planeta, pues el planeta entero, el agua, el aire, la planta o el animal
serán llevados a una nueva conciencia en la que ningún dogmático o fanático
religioso podría vivir.
-
¿Y cómo ocurrirán estos
acontecimientos?
-
Imagínate, Jean que el Sol
comienza a emitir en una nueva longitud de onda y una nueva frecuencia, solo
los que se adapten a esas nuevas frecuencias podrían vivir.
-
Por supuesto, pero el Sol no
ha cambiado en millones de años.
-
Basta un simple cometa que
venga del centro galáctico para que, como un electrón de valencia, cambie dicha
frecuencia.
-
¡Si! tiene lógica. Ahora
entiendo que estés aislado, pues estas cuestiones no las puede digerir ningún
ser atrapado en la superstición religiosa.
-
¿Entendéis ahora, queridos
hijos porque Akenatón instauró el culto al Sol? Fue Atóm que le instruyó sobre
estos conocimientos. Fue Atóm, quien le informó que la Suprema Inteligencia,
pensaba, vivía y producía los cambios universales a través de la luz, de los
soles. Es por esto, queridos hijos que existen “Los hijos del Sol” Es por esto
que estáis aquí.
-
El ser humano permanece
rezando o invocando a los dioses con ritos, mantras y oraciones, sin darse
cuenta que una simple bacteria o un virus puede matar en pocas jornadas a toda
la humanidad.
Es
por esto, queridos hijos que Los Hijos del Sol, viven en la conciencia de la
Ley del Uno, donde cada partícula de lo creado es dios y ama, cuida y venera la
vida, la inteligencia y el amor incondicional a todo lo que existe en el
universo. Mientras que los hijos de las tinieblas apartan a los seres humanos
de esa conciencia creando dioses humanos mitificándoles para llevarlos a comportamientos
sectarios a través de castas sacerdotales.
¿Cómo
puedo yo decir a un cristiano que el dios que sigue le aparta de la fuente? Que
sus oraciones suplicando al mito creado, no llegan a ninguna parte.
-
¿Quieres decirnos, que esos
dioses de las diversas religiones sirven a Ruha, al maligno o al diablo?
-
Si, mis queridos hijos, las
religiones de la tierra son servidores del maligno.
-
¿Pero lo que nos dices es muy
difícil de asumir?
-
¿Comprendéis ahora por qué
vivo en soledad?
Quiero
que valoréis estos dos modelos y que os pronunciéis al respecto. El primer
modelo es un templo en occidente repleto de figuras de santos, de imágenes de
la Virgen o de dios; con unos sacerdotes dentro que asesoran y asisten a los
fieles que vienen a rezar o el segundo modelo; Una pequeña parcela de cualquier
bosque donde fluye el agua pura y los animales, las plantas, el aire y todo el
conjunto no tiene ni una sola imagen de dioses, vírgenes o modelos humanos a
imitar. ¿Dónde creéis que esta Dios?
-
Yo prefiero el segundo modelo
-Dijo Samantha.
-
¿Y tú Jean?
-
Pienso como Samantha. El
primer modelo; el del templo, más bien parece una obra de teatro adorando a
seres muertos o que vivieron en el pasado, mientras que en el segundo modelo
todo está vivo.
-
Efectivamente, el primer
modelo te aparta de la vida, del dios que alimenta tu cuerpo. Es por eso
queridos hijos que se ha producido un cambio climático que diezmará a la
humanidad. Y millones de personas morirán con sus biblias en la mano, con sus
oraciones invocando a sus dioses, mientras se quedan sin aire, sin agua y sin
comida. Toda esta locura colectiva ha sido dirigida por Ruha o por los señores
de la oscuridad.
¿Entendéis
ahora lo que pasó en el Sinaí? Moisés dejó el modelo que te invita a vivir en una
conciencia, por el modelo que te hace cumplir una ley que solo sirve a un dios
caprichoso y tirano.
La oración que
enseñó Akenatón era un canto a la vida, a la luz y una invitación a integrarse
en ese modelo limpio y sencillo en el que vive un recién nacido que no ha sido
adoctrinado y engañado por la ignorancia inerte de sus pobres padres. Una
invitación a encontrar en el amor y en el equilibrio de todo lo que vive y no a
adorar a una estatua de barro encerrada entre cuatro paredes.
Jared estaba llorando. Por un instante guardo
silencio, cerró los ojos y comenzó a recitar con una extraña entonación de un
arameo arcaico el himno a Atóm-Ra; el disco Solar que sale cada día por el
horizonte
-
¡Apareces resplandeciente en
el horizonte del cielo,
-
¡Oh Atón vivo, creador de la
vida!
-
Cuando amaneces en el
horizonte oriental,
-
Llenas todas las regiones con
tu perfección.
-
Eres hermoso, grande y
brillante.
-
Te elevas por encima de todas
las tierras.
-
Tus rayos abarcan las
regiones
- Hasta el límite de cuanto has creado
Volvió a guardar silencio. Sus lágrimas caían como una
dulce cascada por sus arrugadas
mejillas.
-
La Tierra se ilumina cuando
te elevas por el horizonte,
- Cuando
brillas, como Atón, durante el día.
- Cuando
lanzas tus rayos,
- Las
Dos Tierras lo festejan,
- Los
hombres despiertan y se levantan sobre sus pies,
- Porque
tú los has despertado;
- Los
cuerpos se purifican, se visten,
- Sus
brazos adoran tu aparición,
- El
país entero se pone a trabajar,
- Todos
los animales pacen en sus pastos,
-
Los árboles y las plantas
brotan,
-
Los pájaros vuelan más allá
de sus nidos,
- Mientras
sus alas desplegadas saludan tu ka.
- Todas
las manadas brincan sobre sus patas,
- Lo
que vuela y todo lo que se posa,
- Vive
cuando te alzas por ellos.
- Los
barcos se ponen en camino tanto hacia el norte como hacia el sur,
- Los
senderos se abren cuando asciendes,
-
Los peces del río saltan hacia tu rostro,
- Y tus rayos penetran hasta el
centro del Gran Verde.
Jared
seguía metido en sí mismo.
Parecía que estaba en un extraño trance.
Luego
ocurrió algo extraordinario.
La
boca del venerable anciano se abrió pronunciando unos extraños sonidos.
No era
arameo. Era una extraña letanía.
Algo imposible de verbalizar, pues parecían en algunos momentos palabras y en otros momentos, canto.
Se aproximaba a un canto parecido al de los indios americanos, pero en tonos más suaves.
Y el tiempo se paró de repente. Una atmósfera de beatitud nos invadió, parecía que entráramos en una burbuja, donde los sentidos se adormecían.
Y como por arte de magia, dejé de ver la cara de Jared.
Y la boca del estómago me produjo una extraña nausea para caer en un espacio de luz inmensa.
Esferas, planetas y Universos se precipitaron hacia mí. Todo era un inmenso fractal y todo cabía en mí y yo y el universo éramos uno, latiendo en una oleada de amor infinito. Todo estaba respondido en mí.
Todo era perfecto. Todo estaba equilibrado.
Todo era necesario y Todo estaba en el verbo de aquel mago genial.
Fueron segundos, quizás minutos.
No puedo expresarlo.
Pero daría mi vida por volver a sentir aquella sensación.
Cuando Jared terminó de recitar aquella letanía armoniosa, comprendí que había asistido al secreto mejor guardado por los Mandeos.
Pues todos los estudiosos citan que estos gnósticos poseían un alfabeto secreto que podía mover la energía del alma y del universo.
Un alfabeto que solo los Nasurais más puros conocían y que con el tiempo se había convertido en una leyenda, puesto que se creía que tal alfabeto sonoro se había perdido en el tiempo.
Mi cerebro iba ahora a toda velocidad encontrando respuestas.
Entendí de repente las palabras del evangelio de Juan.
El evangelio que se cree inspirado por una fuente gnóstica, que sin lugar a dudas era la Mandea.
Entendí en definitiva la frase “El verbo se hizo forma”
Pues esas formas las había visto unidas a las palabras mágicas de Jared.
Entendía ahora lo que aquel mago genial me dijera que él tenía una televisión que no era de este mundo.
Pues, si yo en unos segundos había visto y entendido todo el universo en un estado maravilloso o Nirvana, cuanto más habría visto, sentido y aprendido aquel venerable anciano.
Giré la cabeza para mirar a Samantha, pues por unos instantes yo no formaba parte de este espacio-tiempo y la vi con lágrimas en los ojos, con la mano de Jared entre las suyas. Sentí que algo mágico la había atrapado en aquel rapto sublime.
Luego Jared abrió los ojos regresando a este mundo.
-
Toda la doctrina Mandea viene
de Egipto. Toda la doctrina cristiana viene a la Mandea. Pero su filosofía y
doctrina fue alterada por ciegos y sordos espirituales compenetrados por Ruha,
la señora del mal.
Atóm
dijo que la suprema inteligencia estaba en la luz. Que todo el universo estaba
unido por la sola conciencia a la que llamó la Ley del Uno. Y que a esa
conciencia se llegaba mediante el amor incondicional a la vida. Atóm, dijo que
el Consejo de los Nueve no eran dioses, sino seres que habían logrado el punto
de equilibrio de esa conciencia.
Akenatón
entendió que el elemento más próximo y más universal a comprender era el propio
Sol, pues nuestro astro es un receptor y emisor de la luz; es decir de la
voluntad de Dios que se expresa o cabalga en la luz que irradia. Todo vive
porque el Sol nos alumbra, sin su luz nuestra vida se apagaría.
Pero
ya en el tiempo de Moisés, se pervirtió esta enseñanza. Entregando esa potencia
creadora y esa divinidad a un viajero estelar que llamaron Jehová. Y la
blasfemia fue aún mayor cuando el todo creador se delegó en un simple mortal al
que se deificó. A un ser de carne y hueso. Al que había que adorar.
-
Estoy pensando Jared, que
cuando Jesucristo dijo “Yo soy la luz
del mundo” estaba hablando de una manera figurada de la doctrina de Akenatón.
Y si no recuerdo mal, el salmo 104 es casi igual al himno de Atóm. Solo que se
ha sustituido al Sol por Jehová.
-
Debes saber querido Jean que
el nazareno fue instruido por el mejor de nuestros maestros, Johannes, que era
un ser de luz, un Mandeo. En el evangelio de Juan se dice, que “el Verbo se hizo carne” y no forma,
pues otorgaron esta facultad de la divina existencia en Jesucristo que según
ellos había encarnado entre nosotros por obra del Espíritu Santo. Esto además
de ser mentira es una blasfemia. El autor de dicho evangelio conocía que,
empleando el verbo, es decir, la palabra que habéis escuchado, se podía acceder
a otro estado de conciencia.
Esta
secta tuvo la osadía de meter al Sol, a la luz, en un cuerpo humano, cuando
atribuyeron al nazareno la frase “Yo
soy la luz del mundo”
-
¿Quieres decir que Jesucristo
no dijo nunca esa frase?
-
Jamás. Ningún Mandeo diría
esa blasfemia y Jesús era un Nasurai Mandeo.
-
Observo que no le tienes
ninguna simpatía a Jesucristo.
-
En absoluto, querido Jean,
Jesucristo fue un servidor, un humano como tú o como yo que fue compenetrado en
su momento por una entidad superior, pero que en la misma medida fue hombre y
cometió graves errores, movido por su ambición. Pero todo humano es imperfecto.
Pero
te diré algo más Jean Baptiste; que ese es tu nombre, fue el propio Jesucristo
quien dijo: “Ningún hombre nacido de
madre es superior a Juan el Bautista” reconociendo así la jerarquía
espiritual de quien era el maestro de todos nuestros antepasados Mandeos.
-
¿Quieres decir que el
Bautista era perfecto?
-
No. Era tan imperfecto como
cualquier otro humano, pero él tuvo la humildad de no atribuirse la divinidad,
ni asumir por vanidad la sentencia de ser el “hijo único de dios”. Nuestra doctrina es la más pura y la más
antigua. Vivimos entre judíos, pero no somos judíos, nosotros no nos
circuncidamos ni esperamos a un Mesías. Vivimos con los primeros cristianos,
pero no deificamos a nuestros maestros. Nuestro pueblo es el “Guardián del Verbo”
-
¿Te refieres al alfabeto
sagrado? A los nombres que has pronunciado hace unos momentos.
-
Si, hijo. Esos nombres, su
entonación, su orden y su pronunciación deberás aprenderlos tú. Yo te enseñaré.
Serás también depositario del altar de invocación y del libro sagrado grabado
en oro.
Cuando yo haya
partido tu llevarás contigo estos secretos al otro lado del Atlántico. Allí
criaréis a vuestro hijo, al que haréis depositario de este legado. Y el hijo de
vuestro hijo lo destruirá antes de morir, pues ya no será necesario utilizar la
llamada a los dioses, pues los dioses vivirán entonces entre los hombres.
Samantha
y yo nos miramos atónitos y fue ella quien replicó.
-
Mira Jared, eres un brujo,
primero nos casas y ahora me preñas….
Jared
se echó a reír.
-
Te aseguro que yo no he sido.
Más bien ha sido Jean ¡Creo yo!
-
Bueno si en algún momento
decidimos tener un hijo nos acordaremos de ti con amor.
-
Mira Samantha, la semilla ya está
dentro de ti. Ya estás preñada…
Samantha
se quedó helada. No era posible según el ciclo hormonal de su calendario.
-
Estate atenta a tus sueños,
querida hija. El, un ser de luz, se asomará a ti una de estas noches y no será
un sueño sino el anuncio de su llegada.
Samantha
comenzó a llorar. Luego dio tal abrazo al anciano que casi lo derriba. Después
sin poder contener el llanto me abrazo a mí, Lloraba, reía y movía los brazos
poseída de una enorme excitación. En tres días se había enamorado, se había
prometido en matrimonio y además había concebido un hijo.
Y
su maravillosa histeria contagió a todos los moradores de la casa. Salima, su
nuera y los orfebres dejaron de golpear el metal y se precipitaron al salón.
Aquello
era una fiesta improvisada por el anuncio de un profeta que anunciaba el
nacimiento de un hijo nacido del amor. Pero a esas alturas, lo que Jared anunciaba
era sencillamente una sentencia absoluta. Si él decía que Samantha estaba
embarazada, todos asumíamos que no podía ser de otra manera. Por otra parte,
tanto ella como yo, hicimos muchos méritos para conseguirlo, aunque no era
nuestra intención tener un hijo. Nos vimos arrebatados por una fuerza
irracional. Desde que conocimos a aquel venerable anciano, nuestras vidas,
nuestro destino y nuestra voluntad estaban en manos de los dioses.
Según
Jared, quedaba menos de un mes para su partida y yo me sentía privilegiado y,
por otra parte, poco digno de asumir la responsabilidad de ser depositario de
aquel secreto.
Jared
me dijo que en menos de un mes tendría que memorizar todo lo que a él le había
costado aprender varios años. Me sugirió que grabara su voz para conseguir la
entonación, la frecuencia y la intensidad. También me entregaría la fórmula del
líquido sagrado y por último tendría que transportar el altar de las
invocaciones, que Jared lo tenía fraccionado en piezas separadas y escondidas
para que nadie pudiese montarlo.
Si
Samantha se había vuelto loca, yo no podía digerir todavía lo que estaba
pasando. Y además de meterme a Nasurai iba a ser padre. Eran demasiadas
emociones para digerirlas en un momento. Necesitaría más tiempo para entenderlo
todo. El ser padre por otra parte, me daba pavor. Jamás me había preparado para
aquella responsabilidad. Era algo demasiado transcendente para entenderlo.
Además,
había olvidado el encargo de la Nacional Geographic que jamás lo concluiría. Ya
no era su reportero. De ninguna manera podría hablar de los secretos, de los
que sentía, como mi pueblo.
Después
de comer y de celebrar aquel “posible” acontecimiento, decidimos dejar
descansar a Jared. En los días sucesivos el trabajo iba a ser intenso y no
podíamos agotar al venerable anciano.
Decidimos
pasar la tarde en Dezful. Teníamos que cambiar de aires. Eras demasiadas
emociones. Al parecer Samantha tenía un capricho; quien sabe, si por el posible
embarazo, pero deseaba tomar un helado y un café, que se servía en una
cafetería especial en dicha ciudad.
-
¡Oye Jean! Tienes que hablar.
No pares de hablar. Necesito escuchar por tus labios lo que está pasando. Estoy
absolutamente traumatizada.
-
Pues a buen sitio has ido a
parar. Soy yo el que no puedo digerir tanta emoción. Es imposible que mi vida
cambie a tanta velocidad. Pero te diré algo, ¡amor mío! Yo siento que todo esto
está bendecido por algo sagrado. Lo de ser padre me ha pillado por sorpresa,
pero desde que dejamos a Jared esta mañana he comenzado a sentir una paz
interior que jamás me hubiese imaginado tal reacción ante tal
acontecimiento. Y cuando pienso en esa
posibilidad algo por dentro me da paz, me sosiega. Pero tengo miedo, mucho
miedo, a no saber ser tu esposo y además saber ser padre. En la universidad no
se enseñan estas cosas.
-
Tengo que esperar dos semanas
para hacerme la prueba del embarazo, pero estoy segura que lo que ha dicho
Jared se cumplirá. Él ha dicho que llevo tu semilla dentro y yo siento que es
así. Pero por si acaso, querido, te voy a hacer el amor, tantas veces al día
durante este mes, que si no lo estaba antes te aseguro que quedaré preñada. O
sea que esfuérzate.
Nos
reímos a lo loco mientras pasábamos por el puente del río Dez. La bulliciosa Dezful
iba a recibir a mi princesa y eso era todo un acontecimiento,
Samantha
quería ir al mercado viejo. Tenía la necesidad de vestir de mujer. Tan solo
había metido en su maleta ropa de campaña y estaba cansada de ir en pantalón.
-
¡Quiero seducirte, amor mío!
Quiero que me veas como la mujer más guapa del mundo.
-
Te aseguro que como más me
gustas es desnuda.
-
¡Qué bruto eres!
-
Eres guapa con o sin vestido.
Pero me gustaría presumir de esposa ante mis amigos.
Samantha
se compró tres o cuatro vestidos. No me dejó verlos. Era una sorpresa. Después
encontramos la cafetería y pedimos sendas copas de helados y dos cafés.
La
pequeña mesa del establecimiento por un momento se convirtió en un despacho
improvisado y los móviles comenzaron a calentarse por las llamadas que
realizamos.
Llamamos
a nuestras respectivas madres. A la mía casi le da un infarto cuando le dije
que tenía que hacer de madrina de mi boda y que en menos de una semana tendría
que venir a la ceremonia.
La
madre de Samantha, no solo se puso contenta, sino que le dijo a modo de
reproche que ya era hora de que se casara, pues no le daría tiempo a ser
abuela, a lo que Samantha le dijo que sería mucho antes de lo que pensaba.
-
Marco, ¿Qué tal va todo por
ahí?
-
Ya es hora de que me llames.
Creía que te habían raptado.
-
Siéntate y escucha. Saca un
billete para Dezful cuanto antes.
-
¿Dónde demonios esta eso?
-
En Irán. Tienes que venir a
mi boda y conocer a mi futura esposa.
-
Serás puñetero. No puedo
creerte ¿Me estás tomando el pelo?
- Si, Marco, estoy enamorado
hasta la médula. Y si conocieras a Samantha lo entenderías. Vente con toda la
familia. Trae a los pequeños. Deja todo y ven por favor, te necesito.
-
Me has dejado de piedra. Al
final el don Juan ha sido cazado.
-
¡Por cierto Marco! ¿Tenemos
alguna filial o empresa en Sudamérica?
-
¿Por qué me lo preguntas?
Tenemos una delegación en Chile y varias empresas asociadas con las que tenemos
compromisos.
-
¿Y en Argentina?
-
No, es un país que no da
seguridad jurídica y financiera.
-
Pues vete pensando en montar
allí algo. No solo de nuestro objeto social. Tenemos que poner en marcha un
negocio sostenible ganadero y agrícola, además de los objetivos de negocio que
tengas en previsión.
-
¡Joder, Jean! ¿Te has vuelto
loco? ¿Quieres montar una granja?
-
Ven y te cuento todo ¿Tenemos
en la empresa alguien que pueda asesorarnos?
-
¡Estás loco! ¿De verdad lo
dices en serio?
-
Si, totalmente en serio, pero
no puedo hablarte por teléfono. Y que conste que esto no solo me afecta a mí.
Estoy asegurándote tu jubilación y el futuro de nuestros hijos.
-
¿Cómo de nuestros hijos? Si tú
no los tienes. Te refieres a tus ahijados, mis hijos.
-
No. Espero resultados, pero
disponte a ser padrino. Ahora te toca a ti.
-
Sé que eres un hombre sensato
y racional. No sé qué bichos te ha picado ¡Joder Jean…dime algo más!
-
Te juro por lo más sagrado
que nunca he estado más cuerdo que ahora mismo. Estoy viviendo una aventura que
no puedo contártela por teléfono. Tenéis que venir.
-
Ok. La próxima semana estamos
todos ahí. ¡Por cierto! Mándame una foto de tu futura esposa.
-
Espera que te la envío por WhatsApp.
-
¡Demonio Jean! ¿Dónde has
encontrado a esa diosa? Es preciosa.
-
Pues en la distancia corta es
todavía más bella.
-
Aunque solo sea por conocer a
esa mujer me tienes allí en un suspiro ¿Quieres algo más?
-
Ven con mi madre. No quiero
que viaje sola.
-
Ahora mismo gestiono el
billete y me pongo en contacto. Cuando se lo anuncie a la empresa, tendremos
que dar un día de fiesta.
-
Por cierto, compra una
botella de buen vino para todos los trabajadores y ponlo a mi cuenta. Y no
dejes de mirar lo de Argentina.
-
Estás loco, pero te quiero….
-
Samantha. Tenemos que ir a la
embajada francesa. Tenemos que pedir cita para que nos case el embajador.
Estaba
anocheciendo cuando llegamos al pequeño hostal.
Samantha
desapareció en el baño. Escuche el sonido de la ducha y luego, después de unos
minutos eternos, una figura deslumbrante emergió en la habitación. Samantha
estaba radiante, transformada -Que manía tenían las mujeres de vestirse de
hombres, si los vestidos las hace sencillamente diosas- Era una túnica blanca
ceñida suavemente a la cintura. Desde el cuello caían unas pequeñas solapas
bordadas en oro. Su cabello ondulado llegaba hasta el comienzo de sus senos.
Iba descalza. Sencillamente estaba enamorado de la diosa de la belleza.
No
me dio tiempo a ducharme. Me abrazó con ternura y me beso con suavidad.
-
Tendrás que esforzarte al
máximo, no sea que Jared se haya equivocado. Tendrás que embarazarme a la
fuerza.
Lo
que luego ocurrió y como lo dije anteriormente no es de vuestra incumbencia.
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