Durante una etapa en mi vida
profesional me dediqué a la reparación y al mantenimiento preventivo y
correctivo de máquinas de ofimática.
De esa etapa recuerdo anécdotas que
podría contar.
No es de esas anécdotas que
quiero hablar, no es de esa etapa tampoco que quiero escribir ahora.
Pero fue en esa etapa cuando en
una ocasión, y al visitar por trabajo un despacho de abogados leí una frase impresa que estaba en un cartel colgado de una de las paredes y que me quedó grabada.
La frase decía:
“Un abogado es un profesional al
que contratas para que te defienda de sus compañeros de clase”
¡La pucha, qué cierta que era, qué
cierta que ha sido, qué cierta que seguirá siendo¡
Y ahora que no quiero hablar de
mis anécdotas de mi etapa laboral de técnico en ofimática, y ahora que no
quiero hablar de esa mi etapa laboral; porqué traigo a mi recuerdo y a este
foro que es mi blog este recuerdo.
Por el concepto que tan inteligentemente
estaba expresado en aquella leyenda.
La clave está en el lenguaje y en
cómo se usa.
En el caso de la abogacía -sin ser para nada mi especialidad- el lenguaje es solo un recurso en el que
se apoya la estrategia que se desarrolla.
Para ilustrar esto que quiero expresar recuerdo que en una ocasión escuché en una crónica hablar de la brillante estrategia de un abogado defensor que consiguió una sustancial menor condena para su defendido al argumentar que no se podía saber si la de droga que le fue incautada era para su consumo personal o para su comercialización.
Para ilustrar esto que quiero expresar recuerdo que en una ocasión escuché en una crónica hablar de la brillante estrategia de un abogado defensor que consiguió una sustancial menor condena para su defendido al argumentar que no se podía saber si la de droga que le fue incautada era para su consumo personal o para su comercialización.
Ese es el remarque que quiero
hacer, es decir la importancia del lenguaje como elemento para cambiar el
pensamiento.
Un mismo argumento se puede, con
habilidad y conocimiento, con dominio y experiencia, definir y defender desde dos
perspectivas diferentes.
A un nivel es lo que hacen los
políticos, defienden lo indefendible con argumentos.
Quizás por eso, ante la
posibilidad de que el lenguaje nos da esas dos posibilidades, la correcta vía es
la del medio, entendiendo la vía del medio por la de la voz que sale cuando se
conecta con el fondo del corazón y desde el fondo del corazón uno se expresa y se comunica.
El poder de los humildes, de lo sencillos.
O dicho en palabras de Rasputín
en una de sus profecías:
“En aquel tiempo el hombre será
rico en palabras pero pobre en espíritu”.
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