Se me dijo una mañana de un día.
De un día que hoy ya es un ayer:
“Los
más cercanos a Dios son los que crean la realidad”.
Me quedé pensando, y aunque lo considero un axioma de verdad con una lógica
aplastante, la realidad de cada día de lo que veo a mi alrededor me hace
cuestionar hasta qué punto, eso siendo así, eso debiendo ser así, tal vez así
no es en nuestra realidad.
Me explicaré desde el principio.
Si partimos de la base que creamos la realidad mediante el pensamiento, es por
consiguiente que más se está cerca anímicamente de Dios -yo
prefiero la definición: ”La Gran Mente
Universal”- más esta realidad estará en concordancia y en
armonía con lo que la realidad que esta Gran Mente Universal piensa y así la nuestra sería mejor, ¿no?.
Doy por supuesto que ”La
Gran Mente Universal” piensa. Y lo doy porque doy por supuesto que somos a imagen
y semejanza suya, porque somos igual pero en miniatura al universo que nos
contiene.
Es justo desde ese punto de vista que quienes creen la realidad sean los “más cercanos” si no todo sería un caos.
Como lo que veo a mí alrededor en la vida, en la tierra, en las sociedades
que marcan las pautas de vida y todo suena más a caos que a orden, es esa
visión la que me hace cuestionarme que eso aquí no es así, al menos de momento.
Todos “venimos” aquí con un programa
de vida, sin embargo el olvido, el no desear recordarlo, la pereza, caer en la
sumisión de lo que nos tienta hace que nosotros ya no vivamos nuestra propia
realidad y lo que es peor, no participamos en la creación de la realidad que
debería ser la ideal para todos, para nosotros mismos y por consiguiente para
el Universo.
Para que esto, que no debería ser así, así sea hay una realidad que me ha
hecho pensar que hace que así sea.
A veces el habla, lo que decimos y lo que decimos es determinante en ese
proceso de creación de la realidad manifestada.
Me explico.
Un juez, un acusado, un fiscal y un abogado defensor.
A veces, depende única y exclusivamente de la habilidad semántica de uno o
de otro, me refiero a la del fiscal o a la del abogado defensor que el
veredicto del juez sea favorable o menos favorable para la realidad que como
vida vivirá el acusado.
Si, a veces eso es así, eso ha sido así y eso será así, pero no sé si
debería ser así.
Y eso pasa en otras esferas de la vida, en el amor de pareja, en las
interrelaciones de amigos, de conocidos, en el ámbito laboral y en el trabajo, en la política…
en la vida
Si estamos en conexión real con nuestro interior verdadero, si pensamos lo
que decimos y decimos lo que pensamos y eso va en consonancia con el sentir del
corazón y del alma, si lo que nos anima a decir lo que digamos es el bien por
encima de cualquier otra intención quizás eso cambiaria para mejor la realidad.
El hombre de la Torre de Babel no fue castigado a hablar en idiomas. El
penar fue entenderse mediante la palabra pues cuando hay sintonía de alma ya se
está cerca de la telepatía y el habla es casi superflua.
Si Dios estaba solo y se hablaba a sí mismo para decirse lo que iba a hacer
la enseñanza encerrada en esa metáfora, en esa fábula, es la de que el habla es
importantísimo, más de lo que pensamos. Su importancia radica en el hecho de
que el habla tiene la capacidad de cambiar el pensamiento y lo que pensamos, y
cambiando eso cambiamos la realidad que se crea a través del pensamiento,
porque repito, es el pensamiento el que crea la realidad.
La observancia simple y sencilla de unas normas nos puede ayudar:
- Di lo que piensas y piensa lo que vas a decir.
- ¿Lo que vas a decir es útil? ¿Es útil para ti, es útil para los demás? Si¡, entonces dilo.
- Respondes con lo que dices a alguna pregunta o eres tú que deseas imperativamente decir lo que quieres decir.
- Es cierto lo que vas a decir, o es solamente algo que crees que es así.
- Honra con tu acción lo que dices, honra tus palabras.
- Tenemos dos orejas y una boca y es, sin duda, porque hay que escuchar el doble de lo que hablas.
Estos principios, que no son míos sino que son de otros que los dijeron
antes que yo, son muy válidos.
Sin duda porque pensaron en ello mucho antes, ya
sea porque vivieron antes o sencillamente porque se ocuparon de ello antes de
lo que yo lo estoy haciendo.
Es por eso que hago mío lo que ellos dijeron.
Otro aspecto diferente, y con esto ya concluyo es el hecho de que, como
dice el dicho popular:
“Dios escribe
recto con renglones torcidos”
y
“todo
va hacia el bien y es cuestión de tiempo que se produzca”.
Por eso sigo confiando en la vida.
Y dos cosas reales, verdaderas e impactantes.
Primero es que los que sostienen el mundo, aunque sean menos en numero que la gran masa que no piensan bien y menor en número de quienes se obstinan en seguir pensando igual, son aquellos que lo que piensan está cerca, más cerca de lo que piensa ”La Gran Mente Universal”.
Segundo pero lo más impactante, al menos para mí porque es ahí donde radica la importancia
de lo que me expresó una voz que me dijo una mañana de un día; un día que hoy
ya es un ayer y que es una realidad y una verdad que no es de hoy ni de mañana
sino que es eterna:
“Yo,
al igual que tú, soy el sueño de un ser que sueña que sueña”.
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