Me encanta el cine.
Estos días pasados he disfrutado
yendo a salas de cine de la ciudad donde vivo donde no son los grandes estrenos
cinematográficos los que ocupan la cartelera.
Son cines donde hacen cine de
menos pretensiones, especialmente europeo, con historias típicamente de cine y
con historias de cine algunas de ellas cercanas a la realidad.
Y es viendo ambos tipos películas
que me he dado cuenta de algo que deseo comentar.
Es evidente que el cine, y no es
una verdad absoluta, proyecta en pantalla estereotipos, situaciones e historias
idealizadas. Y quizás esa es precisamente parte de su magia.
En una sala de proyección todo
está a oscuras. Eso hace que sean los sentidos de la vista y del oído los que
queden mayormente potenciados. Es como si estuviese preparado para que los
impactos visuales y auditivos tengan mayor alcance. La música en el momento
adecuado con una melodía especifica. Las imágenes que solo muestran un aspecto
o que resaltan los aspectos que se desean realzar.
En ese estado casi como de
preparación al trance hipnótico lo que se ve y lo que se oye tiene una mayor
repercusión.
Y muchas veces lo que se ve en la
pantalla, o en la mayoría de las películas que se ven en la pantalla contiene
aspectos casi idílicos. Él es guapo, ella es guapa, los niños son casi siempre
obedientes, la casa casi siempre está ordenada
y limpia, la casa es luminosa grande y espaciosa, el protagonista
siempre encuentra aparcamiento aunque sea en el centro de la ciudad, la mesa
del bar o del restaurante siempre da a la ventana donde hay la mejor vista, el
lavabo siempre está limpio y no hay que hacer cola, etc.
Eso es lo que yo denomino el
engaño del cine.
Un dulce engaño porque también a mí
me gusta el cine y mucho.
Tengo un hermano director de
fotografía y cámara y a través de él he conocido parte del cine desde detrás de
la cámara y sé también a través de él de los entresijos del lenguaje visual y
de lo que se busca en cada plano, en cada situación y sé, y no solo a través de él cómo el cine es a veces
una gran mentira que busca ser creíble y como justamente su arte es arte cuando
lo consigue.
Si me gusta el cine me gusta
mucho el cine aunque sea muchas veces un engaño, un adorable engaño.
Es un arte, el séptimo arte.
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