Vivo en una zona donde es frecuente encontrarse
con gentes de África que trabajan los campos, que podan jardines y limpian
bosques.
A veces los veo por la calle cuando ya no
trabajan.
A veces he tenido la oportunidad de llevarlos en
autostop porque ya han perdido el bus o porque la rueda de su bicicleta se les
ha roto.
Reconozco que cuando los veo me inspiran algo que
no siento cuando veo a otras personas de otras etnias.
No sé definirlo y aunque sé que cada ser es un
mundo, una historia y una realidad y no se puede ni se debe generalizar, esa
sensación es casi todas las veces la misma en esos encuentros de los que hablo
y con esos seres a los que me refiero.
Recuerdo que uno de los primeros escritos de este
blog, cuando inicié mi aventura de publicitación, fueron referidos a encuentros
e interrelaciones con personas de estas etnias, aunque este dato carece de
importancia.
Pero he querido escribir este escrito porque
recientemente he sabido, en referencia al alma colectiva de este pueblo, o de
una parte de este pueblo, de tres historias que voy a difundir.
Quizás, es esta energía de la que también está
impregnada su alma ancestral que suscita esa emoción de la que hablo en este
escrito en las primeras líneas.
Quizás sea algo más, no lo sé, tampoco creo que
sea necesario saberlo.
De África dicen quienes han ido a ese maravilloso
continente que algo te enamora y te atrapa cuando lo visitas y que se queda
contigo para siempre.
Yo no he tenido ese regalo de la vida pero estos
conceptos me han atrapado en el alma.
Historia 1
Hay una
tribu africana que tiene una costumbre muy hermosa.
Cuando
alguien hace algo perjudicial o errado, ellos llevan a la persona al centro de
la aldea y toda la tribu viene y lo rodea.
Durante
dos días, ellos le dicen todas las cosas buenas que él ya ha hecho.
La tribu
cree que cada ser humano viene al mundo como un ser bueno.
Cada uno
de nosotros vive deseando seguridad, amor, paz y felicidad.
Pero a
veces, en la busqueda de esas cosas, las personas cometen errores.
La
comunidad ve aquellos errores como un grito de socorro.
Ellos se
unen entonces para erguirlo, para reconectarlo con quien es realmente, hasta
que él se acuerde totalmente de la verdad de la cual se había desconectado
temporalmente de su: “Yo soy bueno”.
"SAWABONA", es un saludo usado en África del Sur y quiere decir:
"Yo te respeto, yo te valorizo. Eres
importante para mí".
En
respuesta las personas contestan "SHIKOBA",
que es:
"Entonces, yo existo para tí".
Historia
2
Un
antropólogo propuso un juego a los niños de una tribu africana.
Puso una
canasta llena de frutas cerca de un árbol y le dijo a los niños que aquel que
llegara primero ganaría todas las frutas.
Cuando
dio la señal para que corrieran, todos los niños se tomaron de las manos y
corrieron juntos, después se sentaron juntos a disfrutar del premio.
Cuando él
les preguntó por qué habían corrido así, si uno solo podía ganar todas las
frutas, le respondieron:
"UBUNTU", ¿cómo uno de nosotros podría estar feliz si
todos los demás están tristes?
"UBUNTU", en la cultura Xhosa significa: "Yo soy porque nosotros somos".
"UBUNTU", en la cultura Xhosa significa: "Yo soy porque nosotros somos".
Historia
3
Malidoma Somé (1956), de origen
africano, nos cuenta que, en su cultura, se asume que los niños vienen del
mundo del espíritu.
El
espíritu, a través del recién nacido, ha escogido este tiempo, esta familia y
esta cultura para nacer en ellos por una razón: tiene un don que entregar al mundo.
No tengo
la menor duda.
Todos los
niños cuentan con un particular y único potencial interno a desarrollar.
Para que
ese potencial devenga acto, cual semilla que, cuando encuentra el entorno que
necesita -suficiente luz, agua y tierra-, echa raíces y despliega todo su
saber, el niño requiere del acompañamiento, el amor y el respeto de su entorno.
Empezando
por sus padres, y terminando por la comunidad que le acoge, todas y cada una de
las personas que, a lo largo del trayecto, se cruzan con él pueden honrarle
ofreciéndole el más grande de los presentes: presencia humana.
Al
recibirla, el niño, poco a poco, va aprendiendo a conectar con el espíritu que
le habita y, de alguna manera, desde dentro, le va llegando su propia voz.
El
encuentro con esa presencia -adulta, segura y madura- le permite, al niño,
contactar con sí mismo, y poder estar al lado de lo que él es en esencia.
Desde ese
lugar, raíz y alas, colmado de competencia, el niño nos muestra todo aquello
que necesitamos aprender para poder estar a su lado.
Ahora
bien, en ese maravilloso viaje que se inicia en la infancia no todo es un camino
de rosas.
En ese
proceso de crecimiento, que lleva al niño, en el mejor de los casos, a dar su
propio fruto, a menudo, encuentra baches, obstáculos, y alguna que otra herida
que sanar.
En los
momentos difíciles, también es bueno y necesario poder contar con el apoyo de
los padres y de toda la comunidad.
Cuando una mujer, en algunas tribus de África,
sabe que está embarazada, va al bosque con algunas amigas y juntas oran y
meditan hasta que pueden oír la canción del niño concebido.
Saben que cada alma tiene sus propias vibraciones
y éstas expresan el sabor y la finalidad del nuevo niño.
Cuando las mujeres sintonizan la melodía de la
canción la cantan y la cantan.
Después vuelven a la tribu y se la enseñan a
todos sus miembros.
Cuando el niño nace, la comunidad se reúne y le
cantan su canción.
Más tarde, cuando el niño comienza su educación,
el pueblo se reúne y canta la canción del niño. Cuando pasa los ritos de
iniciación a la vida adulta y cuando contrae matrimonio la persona oye su
canción.
Finalmente cuando el alma va a dejar este mundo,
la familia y el pueblo se reúnen por última vez alrededor de su cama y le
cantan su canción.
En esta tribu africana hay otra ocasión en la que
todos cantan al niño.
Si a lo largo de su vida esta persona comete un
crimen o un acto antisocial, el individuo es llamado al centro del pueblo y
todos formando un gran círculo le cantan su canción.
La tribu reconoce que la corrección por la
conducta antisocial no tiene que ser un castigo sino un acto de amor y el recordatorio
de su identidad.
Cuando uno reconoce su propia canción, no tiene
deseo ni necesidad de hacer nada que perjudique a los otros.
Lo dicho, siento algo especial y es que tienen
cosas que son especiales
SAWABONA, SHIKOBA, UBUNTU…
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