domingo, 12 de agosto de 2012

Escuela de pensamiento 2


LO QUE SOMOS ES EL RESULTADO DE LO QUE PENSAMOS;
ESTÁ FUNDADO EN NUESTROS PENSAMIENTOS
Y ESTÁ HECHO DE NUESTROS PENSAMIENTOS.

Buda

Ayer tuve la ocasión de conocer a un chamán.
Ayer tuve la ocasión, para ser más preciso, de conocer a una mujer chamán.
Ayer tuve la ocasión, para ser más preciso y más honesto de conocer a una mujer que creo que es chamán.

Normalmente las personas que son "ALGO", sino es por un fin que lo justifique no se alardean de lo que son ni lo van anunciado como tarjeta de presentación.

Y me pasó algo que considero importante comentar en esta "escuela de pensamiento 2" cuando empecé la interrelación con dicha persona tras haberla conocido.

Estábamos charlando amigablemente 4 personas, incluida esta mujer y ella dijo algo al principio de la conversación que no interpreté correctamente, dijo algo que lo interpreté erróneamente.

Afortunadamente fue ya al final y a solas con una de las personas que estaban presentes que al comentar mi interpretación que me explicó el sentido correcto de la aseveración y pude constatar mi mencionado error.

El hecho de tener un error de interpretación por mi parte representaba  tener un concepto diametralmente opuesto del que hubiera tenido y del que se tiene con la correcta interpretación. Estaba distorsionado en mí el reflejo de una realidad diferente.



La impresión de esa persona, en base a lo que había interpretado me turbó y los primeros instantes de la conversación y del encuentro, estuvieron teñidos por los pensamientos derivantes de aquella impresión.
Ello afectó a cómo me sentía, a cómo me expresaba y a cómo abordaba los temas que abordábamos.

Cuando soy consciente de tener, o de poder tener pensamientos que no considero de benevolencia recito mentalmente a modo de mantra la frase que aprendí del Ho'oponopono. Y eso es lo que hice.

Ello me ayudo a serenarme y nutrir pensamientos de otra índole y a mutar lo que estaba viviendo, a mutar también cómo lo estaba viviendo y cómo estaba sintiendo lo que estaba sintiendo.
Sin duda si hubiera sabido el verdadero significado de lo que había dicho, como supe después lo que supe, todo hubiera sido aún más diferente.

Un pensamiento es como una compuerta.
Un pensamiento es como una compuerta que te adentra a un determinado espacio.
Tras ese determinado espacio hay a su vez nuevas compuertas y nuevos espacios.
Cuando se abren es como iniciar un sendero que originan más pensamientos, más emociones.


Esta mañana, cuando esto que he contado era un recuerdo y un aprendizaje he reflexionado que se puede hacer un ejercicio, que se puede hacer un ejercicio mental de entrenamiento.

El ejercicio es recuperar del baúl de las experiencias, cualquiera de ellas al azar e ir con el pensamiento de un extremo a otro en la polaridad y ver cómo nos podemos conectar a ello, cómo podemos extraer experiencia y aprendizaje para otra ocasión en alguna situación parecida.

Un ejemplo es cuando alguien llega tarde y con retraso a una cita.
Cuando sabemos el motivo del retraso cómo ese conocimiento de la causa del retraso influye en los pensamientos que se nutren.
O como, cuando no sabemos qué ha pasado, cuáles son los pensamientos que nos atraviesan
Se puede ir desde el enfado y la molestia por lo que podemos entender una falta de respeto hacia nosotros a la comprensión de que hubo un motivo suficientemente válido para justificar ese retraso y por consiguiente ponernos en la piel de la otra persona y entenderlo.
Cómo eso lo vivenciamos en una futura ocasión de esperar porque alguien llega con retraso a una cita.

No pensar prácticamente no es posible.
El momento sublime del orgasmo o la risa profunda que nos infunde algo gracioso de lo que somos testigos son, pasados ambos instantes los momentos en los que caemos más fácilmente en cuenta que no hemos tenido pensamientos.
Tal vez porque es un momento que nos hace dioses.
Tal vez porque es el momento en el que manifestamos la alegría de la vida.
O tal vez porque es cuando estamos sencillamente en el presente.

Se aprende que Pensamiento significa: "el resultado de pensar".
Pensar a su vez deriva en latín de "pensare" y "pendere", o lo que es lo mismo "colgar" y "pesar".
De ahí que el pensar sea sacar conclusiones.
O lo que es lo mismo reflexionar y/o deducir.

También los pensamientos son también los diálogos internos, las conversaciones con nosotros mismos.
Son también una la brújula que debe apuntar a nuestro norte, al destino de nuestro intento sublime de nuestra existencia.
Los pensamientos es una parte de nosotros.
Los pensamientos son energía, energía cuantificada y cuantificable.
Lo que somos, lo que vivimos son un efecto de nuestros pensamientos


Lo que aprendí del Ho'oponopono es que la recitación repetida de esa mágica frase:

"LO SIENTO,
PERDÓNAME,
GRACIAS,
TE AMO".

lleva implícito varias cosas.
El reconocimiento de que lo que está ante nosotros está causado por algo que llevamos o hemos llevado y nutrido en nuestro interior. De ahí que se diga "Lo siento".
Pedimos "perdóname" por que en algo hemos errado para que eso esté así y porque vemos ante nosotros un desequilibrio, en parte causado por algo nuestro.
Damos las "gracias" por tener la posibilidad de tener esa visión y de la persona o hecho que nos lo muestra con la posibilidad de remediarlo.
Y que por ello "amamos".

Es la mejor manera que he encontrado hasta ahora de generar, conscientemente, pensamiento de benevolencia.
Porque en el fondo de esta expresión hay un fondo de benevolencia.

martes, 7 de agosto de 2012

Escuela de pensamiento 1


El libro: "Cómo Triunfar En El Amor Y En Los Negocios" fue el primer texto de "autoayuda" que leí en los lejanos 70.
Una frase que leí me impactó: "Para triunfar en los negocios escriba libros como yo"

Evidentemente me reí mucho con aquella aseveración, sin embargo y ya pasado el tiempo una de las cosas que he visto es que todas las personas   -o al menos todas de las que yo he conocido o he sabido-   se muestran a sí mismas como un ejemplo, en algún ejemplo concreto, de una experiencia bien lograda, de una experiencia superada con éxito. 

Sin duda eso estará bien que sea así puesto que justamente el valor de la experiencia es el que cuenta, de manera especial, cuando se habla o se quiere hablar de desarrollo personal o de coaching. 
A veces esa sensación de que los demás son siempre exitosos en su logros experimentativos me ha creado sentimientos contrariados. Sin duda será quizás por el hecho de que creo que no todos tienen, no tenemos solo experiencias "de logro".
Me sirve eso de colación para hablar de una experiencia personal que encuadro voluntariamente en lo que yo voy a denominar "Escuela de pensamiento" y de la que soy, también yo, un eterno aprendiz.

Por motivos de trabajo estaba realizando una labor un tanto pesada en una ciudad cercana de la población en la que vivo.
Realizando este trabajo, y justamente para hacer más llevadera una labor tediosa, estaba en mi ayuda un ser cercano a mi corazón, un ser cercano y joven.
En un momento determinado de la realización de la acción requerida y que implicaba un recorrido circular por la ciudad en cuestión, y a una hora un tanto intempestiva, mi joven acompañante me sugirió un momento de pausa, a modo de descanso. Una pausa a modo de descanso que no estaba prevista, ni para ese momento, ni para esa ubicación.
Detenernos, aceptando lo sugerido con la propuesta lanzada fue vital para lo que voy a explicar a continuación.

Un encuentro casual con una persona, que de manera casual decidió detenerse también en el mismo lugar y con solo unos leves minutos de desfase respecto de mí y de mi joven acompañante y ayudante me sirvió para saber que un error involuntario, cometido por una tercera persona, hacia improductible la mitad del esfuerzo que estaba realizando, esfuerzo que, ya había empezado a realizar el día anterior y que obligaba a detener una parte del trabajo en ejecución.
Conocer esa contingencia me llevaba a una doble acción. 
Por un lado no continuar con una buena parte de esa labor.
Por otra parte tener que rehacer todo lo hecho hasta ese instante.

En ese punto dos emociones, dos sensaciones me embargaron y tiñeron el colorido de mis pensamientos.
Sabía que eran dos y opuestas y que aunque convivían en mí, era mejor escoger una. 

Debía escoger entre: ¿me sentía afortunado por saber casualmente de un error que de no conocerlo en ese instante hubiese invalidado todo un trabajo que estaba a punto de realizar y que ya había en parte realizado?, o, ¿me sentía fastidiado por tener que rehacer la mitad de un trabajo pesado y ya ejecutado hasta ese momento?

Una parte de mí  -la física humana-  sentía en sus carnes la pesadez de tener que rehacer nuevamente un esfuerzo ya hecho, y me sentía por consiguiente y por ello fastidiado.
Otra parte de mi  -la espiritual y sabía-  me hacía valorar en su justa medida el oportunismo de un encuentro casual que me evitó un mal que podría haber sido mayor de no haberse producido. 


(Voluntariamente he usado en mi redacción la palabra casual, 
lo correcto era haber usado la expresión causal.)

Ambas emociones, ambas sensaciones me acompañaron el resto de la jornada y durante los días siguientes a ese encuentro, sin embargo los primeros días predominó la sensación que teñía mis pensamientos de desencanto. 
Fue solo después, cuando empecé a rehacer y ya corregido el trabajo errado en su comienzo que predominó la sensación de alivio porque era consciente de que podía haber sido peor de no haberse producido aquel causal encuentro ya mencionado.


En ese encuentro, que se dio por un cúmulo de coincidencias, a crearlo fueron de un lado, el pensamiento teñido de benevolencia de la persona que me encontró y que me avisó de un error involuntario. Era de noche y esperaban al día siguiente para advertirme. Por otro lado una parte de mí que ayudó a crear, en suma de benevolencia con la benevolencia de mi entorno, esa situación de encuentro inusual pero causal, que resultó ser determinante.

Desde la escuela de pensamiento sé que nosotros creamos el futuro con el pensamiento.
Si la calidad de éstos está teñida con la benevolencia el futuro solo puede ser bueno aunque en cuanto a logro no se “vea” de manera inmediata.
A veces la positividad de algo no se ve de una manera inmediata.
Ese es un concepto a tener en cuenta en futuras experiencias, aunque sean de índole diversa, para "sentirlas" de modo diferente. Para "sentirlas" o para "valoraras" desde la positividad latente que encierran en el presente y que manifestarán en el futuro proyectado.


¿Son los pensamientos los que disparan las emociones, o son las emociones los que disparan los pensamientos?
Yo pienso y creo que ambas cosas, según el momento y según la circunstancia.
Los pensamientos que sentimos a modo de dialogo interno no nacen en el cerebro. 
El cerebro o la frente, que es donde resuenan los pensamientos a modo de diálogo interno, no es más que la caja de resonancia que se hace eco de lo que pensamos. 
El cerebro es como un piano. 
Un piano no es capaz por sí mismo de emitir sonidos. 
Un piano sin un pianista no emite sonido alguno.
Es la calidad del pianista la que da el color y el calor a la melodía.
Los pensamientos son la melodía que una parte muy profunda de nosotros emite.
Somos a la vez piano y pianista.

Tener la capacidad de poder estar a la escucha de nuestros pensamientos nos da la medida de que somos algo más que nuestros propios pensamientos. 
Tener como tenemos esa capacidad de disociación es un regalo que nos hemos dado y que nos permite ser observador de una película que nosotros mismos estamos protagonizando y así hacer las correcciones oportunas para, en una escena diferente o semejante, actuar según los dictámenes del director que, paradójicamente somos nosotros mismos.
Somos como un músico que puede hacer sonar diferentes partituras, con diferentes estado de ánimo y cada vez de mejor manera y con mejor calidad.

Reconozco haber sido presa, durante unos días, de una calidad de pensamientos y ello en base a la fatiga y al cansancio, también a lo dificultoso de tener que aceptar que había re-empezar.
Quizás eso pueda, sino justificarlo ni explicarlo, si tal vez mutarlo en algo, espero positivo exponiéndolo.
Ese hecho real da origen a otras reflexiones y a otras deducciones. 
Son unas líneas más del libro de la vida de mi vida que estoy escribiendo y es al mismo tiempo un motivo más de escribir en este blog y de dar forma paulatina a lo que he denominado escuela de pensamiento.

Como ya he expresado siempre pensé que no todos, cuando hablan/amos en términos de coaching o de desarrollo personal son/somos exitosos y siempre me pareció bien el expresarlo.
Es por eso que justo eso es lo que he querido hacer en lo que he pensado en definir como: Escuela de pensamiento 1.

jueves, 2 de agosto de 2012

De película


No recuerdo que edad tenía.
Lo que si recuerdo es que de ello hace mucho tiempo. 
Lo que recuerdo, cuando no recuerdo que edad tenía es haber visto por televisión una película de ciencia ficción que me sobrecogió.
La película se titulaba: 
"EL INCREÍBLE HOMBRE MENGUANTE".




La he visto dos veces y de ello hace tiempo pero de ninguna ocasión recuerdo la edad que tenía cuando las vi y ambas por televisión aunque dónde y cuándo eso no importa.
De la primera vez que la vi me recuerdo especialmente la impresión de la historia que narra el film.
Un hombre, tras una experiencia navegando en un pequeño yate, desarrolla una extraña anomalía que lo hace menguar paulatinamente.
La historia de la película cuenta sus peripecias en esta su circunstancia y la película acaba sin solución para el protagonista.
La segunda vez que la vi, recuerdo que fue bastante tiempo después que la primera vez  y de ello también hace tiempo.
De esta segunda vez y ya siendo un poco más mayor hubo dos cosas que recuerdo que me impresionaron.
Lo primero que me impresionó es como con ingenio y habilidad, y sin medios técnicos dignos de alarde la película recrea una realidad, la de la ficción de la película, que deja una notable impresión de veracidad en el espectador.








Pero especialmente en este segundo visionado de la película me impresionó la escena final.

El personaje protagonista de la historia una vez que ya ha desaparecido del campo de visión de sus seres cercanos, y resignado a su destino de seguir menguando, se asoma por una ventana de su casa.
Desde ahí observa el sol en el horizonte mientras en off se oye la voz de sus reflexiones.




En ese momento en el que se sabe abocado a adentrarse conscientemente y con su cuerpo en la realidad del mundo atómico se le oye que se dice a sí mismo:

“…O tal vez sea yo el hombre del futuro
Si hubiese habido otras irradiaciones, otras nubes a través de los mares o de los continentes tal vez otros me habrían seguido en mi nuevo mundo.
Son tan cercanos lo infinitesimal y lo infinito.
Pero de repente comprendí que eran dos términos de un mismo concepto.
El espacio más pequeño y el espacio más basto en mi mente eran el punto de unión de un gigantesco círculo.
Tal vez voy a tener el privilegio de ser el único hombre que conseguirá ver donde se encuentra ese punto.
Mire a lo alto como tratando de aferrarme al cielo, al universo.
Y en ese momento encontré la solución al enigma del infinito.
Siempre había pensando dentro de los límites de la mente humana.
Había razonado acerca de la naturaleza.
La existencia tiene un principio y tiene un fin en el pensamiento humano no en la naturaleza.
Disolverse convertirse en nada.
Mis miedos se desvanecían y venia en su sustitución la aceptación.
La basta majestuosidad de lo creado.
Un significado que yo debía darle.
Si pequeño entre lo más pequeño también yo tenía un significado
Quien tiene a Dios no está en la nada.
Yo existo aún…”.

La emoción de la propia historia, lo bien narrada visualmente, me llevó a valorar, tanto en aquel tiempo como ahora que ya ha pasado tanto tiempo dese que la vi ese momento del desenlace final del film hasta el punto de seguir recordándolo.

Es una de las aspectos cosas que me impresiona de algunas películas..., 
los horizontes hacía donde te proyectan.
La capacidad de absorción de una película es tremenda y muchas veces he creído que mensajes profundos se han pasado, se pasan y se pasarán a través de ese formato.
Muchas escenas de películas vienen a mi mente ahora.
De alguna he hablado, de algunas seguiré hablando.
Hoy me venía al recuerdo especialmente este recuerdo porque cada vez más siento lo que lo grande y lo pequeño son iguales salvo en la escala del tamaño y porque desde el conocimiento y la observación de lo pequeño accedemos más fácilmente a la comprensión de lo grande.
El tamaño es en cierta manera subjetivo y casi irrelevante puesto que todo está concentrado en nuestro interior.
Todo está en nosotros, el todo es un reflejo de nosotros y nosotros somos un reflejo del todo.