miércoles, 7 de noviembre de 2012

Casi siempre, lo mejor para el final



Lo mejor de la transformación de una crisálida, al final, se convierte en mariposa.
Lo mejor de la tormenta, al final, la calma y el arco-iris.
Lo mejor del proceso de formación de un bebé, al final, su nacimiento.
Lo mejor de una buena comida, al final, el postre y la charla con los amigos.
Lo mejor de una actuación en el circo, al final, el número final.
Lo mejor    -no siempre-   de una relación sexual, al final, el orgasmo.
Lo mejor de…,  al final,…

Al principio no entendía porque casi todo lo mejor se deja para el final, o porque todo lo mejor ha de ser al final.
Debe ser en parte porque el recuerdo del final es el recuerdo que queda más impreso y justamente por ser el último.
Es como los pensamientos, el último es que el importa.
Si siempre, o casi siempre, lo mejor está al final.

Entonces, por ese mismo principio lo mejor de la vida, está al final, la muerte.

A la muerte se la teme, se la ignora, se la evita.
Mi madre decía que era una certeza absoluta ya que nadie se había “quedado” aquí.
Por eso me impactó lo que aprendí de los aprendices de chamanes que decían que la muerte es una compañera que viaja con nosotros siempre y que pensar en ella nos ayuda a vivir mejor.

La idea de la muerte es una idea que suele asustar y que, no obstante, a todos nos ronda por la cabeza alguna vez, a mí me pasa también como a todos, la he pensado.
Sin embargo si es el final y lo bueno se deja para el final sin duda tiene que ser buena.

Cuando nacemos, “venimos” a aquí desde algún lugar, cuando morimos imagino que debe ser lo mismo pero en dirección opuesta, y lo que aquí vemos como “morir” debe ser “nacer” visto desde aquel lugar al que vamos.

Imagino que si todo es doble y la física cuántica nos habla de Universos paralelos, es posible pensar pensando en acertar que vamos a ese Universo paralelo.

En este mismo espacio he hablado de personas que sabían mucho del viaje, he hablado de personas cercanas a mí que vivieron la experiencia, durante un tiempo de estar “muertos” aquí y “vivos” allí, y nadie, de quien yo haya tenido conocimiento habla mal de la muerte, sino todo lo contrario.


Pensándolo bien en vida morimos “muchas veces”.
Cuando de bebe, pasamos a niño.
Cuando de niño pasamos a adolescente.
Cuando de adolescente pasamos a adulto, y dentro del periodo de adulto hay varias etapas que se suceden entre sí como una especie de muerte o mejor dicho renacimiento y todas ellas concluyen en la vejez.

Somos siempre el mismo y sin embargo no nos sentimos el mismo aun si en verdad somos el mismo. Es por ello de alguna manera digo morimos y no por ello nos espantamos.

Cuando en la vida ya no miramos solo para adelante, sino que podemos mirar también para atrás porque ya hay un vivido vemos que han pasado etapas en las que nos vemos totalmente diferentes a nosotros mismos en cada una de ellas sabiendo y sintiendo sin embargo que somos el mismo siempre.
Eso se acentúa cuando vemos fotos nuestras de esas etapas.


Sin pensarlo pero ya vivimos muertes, transformaciones, renacimientos
Y quizás lo que mejor lo ilustra es el sueño de cada noche nos trae cada día.

Ese dormirse es mágico y puede y debe servirnos de entrenamiento para ese día que a todos nos llegará, pues como bien decía mi madre: “Aquí no se queda nadie”.

He aprendido que ese instante, el de dormirse puede cambiar nuestra vida…
Repasar lo hecho durante el día, hacer balance y hacer la paz con nosotros mismos y con todo nuestro entorno; por lo hecho y por lo no hecho, por lo dicho y por lo no dicho… Vigilar que el último pensamiento que tengamos sea el más benevolente posible.

Esa magia permite renacer al día siguiente con inusitada y renovada energía.
Durante la magia de la noche se establece el contacto con el “Yo esencial” de cada uno de nosotros y la benevolencia de ese último pensamiento antes de dormir garantiza ese contacto del que a veces, un sueño recordado, puede ser el comprobante de que a pesar de ir a otra realidad paralela   -quizás en un universo paralelo-    seguimos vivos; igual que cuando creemos que morimos a esta vida.


 El mañana es como una reencarnación, es como una nueva posibilidad de vivir nuevamente, algo nuevo.

Si cada día y cada noche es un ciclo de vida y de muerte.
De vida cuando despertamos y de muerte cuando nos dormimos   -aunque si soy sincero pienso que el orden habría de invertirse.
Vivimos cuando dormimos y morimos cuando despertamos-  y es que lo mejor casi siempre…

Al final del día, la noche.
Al final de la noche el día.
Al final del viaje, el reposo.
Al final del reposo el viaje.
Al final de camino, más cerca de la meta.
Al final del final el principio de un nuevo principio.



Si por eso casi siempre, lo mejor para el final.

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